Antes de que apareciese esta crisis sanitaria ya lo sabíamos. Los municipios se han convertido en espacios en los que la propia necesidad, el tener que responder a problemas inmediatos, se convierte en virtud. Eso sí, resulta muy difícil solucionar esos inconvenientes cuando la administración local no tiene apenas competencias ni recursos y solamente puede actuar en última instancia. Pero el incentivo para intervenir es tan poderoso, que los gobiernos locales hacen lo imposible por vencer las dificultades. Porque se trata de hacer la vida más fácil al vecino con el que te cruzas por la calle y, si me apuran, como es el caso que nos ocupa, de salvarle la vida.
Vivimos unos tiempos en los que los problemas con orígenes muy lejanos, como la aparición de un virus en China con nefastas consecuencias aún por descubrir, siempre acaban reflejándose en espacios locales concretos. Porque aunque la causa de este virus pueda estar allí, al final siempre acaba repercutiendo aquí. Se discute quién tiene la obligación o sobre quién recae la responsabilidad de responder a las necesidades que se plantean con la pandemia del COVID-19. Incluso en la maraña jurídica-política de la administración española, se ha llegado a la paradoja de hablar de las competencias impropias como aquellas a las que se debe responder desde una administración aunque no sean de su atribución. Y muchas de estas competencias impropias acaban recayendo justamente sobre los gobiernos locales.
La crisis del coronavirus está aumentando la desafección de la ciudadanía hacia la clase política, a la que se le acusa de falta de previsión y de improvisación a la hora de actuar y tomar medidas, pero no podemos generalizar. Mientras un ministro está compareciendo por la televisión dando los últimos catastróficos datos que nos aporta esta situación, día tras día, o el presidente del Gobierno participa en una cumbre de líderes de la Unión Europea para intentar poner remedio a lo irremediable, uno se asoma a la ventana y ve al concejal de su pueblo subido en un tractor de un vecino agricultor que desinfecta las calles del municipio o con la máquina de coser, haciendo mascarillas para que el personal de la residencia de mayores más cercana tenga una mínima protección. Son esos concejales de gobiernos formados, incluso por personas de distintos partidos políticos, quienes se unen en una sola voz y lanzan campañas solidarias para ayudar a sus mayores o diseñan actividades culturales por vía telemática para que los niños y jóvenes del pueblo se diviertan desde casa.
Aunque los ayuntamientos no tengan competencia en sanidad, tienen el drama en casa, en la calle, y han de ser rápidos en responder. Ante los casos de infectados por esta pandemia, para un concejal de su pueblo casi lo de menos es saber quién tiene la competencia, sino dónde está el problema. Si las dificultades ocurren en un municipio, hay que solucionarlas en el municipio. El reto de los gobiernos municipales es dar respuesta a cuestiones que, aunque se concreten en lo local, responden a dinámicas estructurales de un ente superior. Incluso se están produciendo enfrentamientos entre alcaldes o alcaldesas con personas de su mismo partido político, ya que al pedir ayuda a la Diputación o a la Junta de Comunidades no obtienen ni siquiera una respuesta.
No queda otra, hay que seguir arrimando el hombro. Mientras llegan las ayudas desde las administraciones superiores, es importante que los pueblos y ciudades también aprendan a cooperar desde las administraciones de abajo, generando redes con los municipios próximos. Porque es imposible la democracia y la cohesión en un único municipio, es preciso generar sistemas de relación y sinergias para sacar adelante la tragedia como la que nos asola estas semanas. Sin competir ni mirando siglas de partidos políticos, sino cooperando unos con otros. Así que, antes de que llegue el momento de exigir responsabilidades políticas, pido un aplauso por todos los gobiernos locales que no pueden sobrevolar el problema de la crisis sanitaria actual y están dando soluciones y oportunidades para que sus vecinos se impliquen en paliar la pandemia del COVID-19. Bonito homenaje para las personas queridas que se nos están yendo.
Julio Comendador Arquero. Diputado provincial y portavoz de Ciudadanos (Cs) en la Diputación de Toledo