La vendimia del 2020 no será fácil. A los problemas normales de una campaña que emplea cada año entre 25.000 y 30.000 personas en su mayoría temporeros llegados de otros países hay que sumar los problemas derivados de la situación sanitaria por la COVID-19. Ciudad Real es la provincia con mayor número de empleados en la recogida de la uva ya que oscila entre los 6.500 y los 10.000 temporeros dependiendo de la campaña, esta se espera que sea buena, en cualquier caso superior a la del pasado año que fue corta.
El transporte, la movilidad de los temporeros, las condiciones del alojamiento, los idiomas en los que hay que darles las instrucciones, las medidas en las explotaciones, el distanciamiento, test PCR, todo esto este año se hace mucho más complicado debido a la situación.
Por ello, en esta campaña las administraciones, los sindicatos y las organizaciones agrarias están más en contacto que nunca para establecer unos protocolos y unas medidas que aseguren en buen funcionamiento de la recogida de uva y evitar posibles brotes de coronavirus que supondría un problema social, sanitario y económico.
Destacan así medidas especiales como son las ayudas aprobadas que recoge el decreto de la Junta de Comunidades con cuantías de hasta 450 euros por mes y por beneficiario que servirán para costear tantos gastos de transporte al lugar de trabajo y el alojamiento de estos y además obligará a los empleadores a hacer un listado de temporeros contratados. Otros, como ASAJA han pedido que las pruebas de PCR a los trabajadores agrarios se financien con ayudas dentro del Decreto 20 /2020, de 2 de junio.
Protocolo de seguridad
Además, la organización agraria y los sindicatos han elaborado un protocolo que establece una serie de medidas para evitar el contagio entre los trabajadores de esta campaña.
Según ha señalado a AgroalimentariaCLM Ángel León, secretario general de CCOO Industria de Castilla-La Mancha, este tema es una de las grandes preocupaciones para este año, sobre todo a raíz de “lo que empezó a surgir en Lleida y Aragón con los temporeros, vimos que nosotros vamos a tener la vendimia y creo que como agentes sociales tenemos que poner encima de la mesa propuestas para evitar al máximo los riegos para los trabajadores”.
Este protocolo ha analizado situaciones que otros momentos pueden pasar desapercibidas y que pasan para quién no conozca el trabajo de vendimiador. “Hasta ahora sin la COVID no había problema por el hecho de recoger la uva, pero ahora echarla en el capazo que tienen que llevarlo dos personas es ya un riesgo donde no se garantiza la distancia de seguridad, hay que contemplar otros medios que aseguren el distanciamiento”. Se han tenido que evaluar circunstancias como por ejemplo “que la gente que lleve lentillas utilice mejor gafas, en fin todo lo que sea para reducir el riesgo”, señala.
Es así como se lleva a establecer un protocolo de medidas de seguridad para esta vendimia: “Hablamos de cuestiones de higienes. Sabiendo que van a estar en el campo, los empresarios deberán tener esos recursos para ponerlos a disposición de los trabajadores, mascarillas, distancias de seguridad, una serie de medidas que tienen que ver también con el transporte y movilidad de la gente, desde donde están hasta el lugar del trabajo, esa garantía de seguridad”.
Agustín Miranda, director gerente de ASAJA Ciudad Real, ha recordado que en todas las campañas se les da una formación a los trabajadores que llegan pero este año se va a dar unas instrucciones encaminadas a que se cumplan también estos protocolos de seguridad. “Este año tenemos la dificultad de la pandemia que modifica totalmente las condiciones de trabajo por la seguridad que se tiene que implantar y se está dando las instrucciones a los agricultores para que en el caso de que se tengan trabajadores como se deben hacer respetar las normas.
En este sentido, el protocolo incluye una campaña de concienciación e información con las medidas de higiene y seguridad, que se ofrecerá en los distintos idiomas de los trabajadores que acuden a la vendimia, como la desinfección de manos, el uso obligatorio de la mascarilla para prevenir los contagios, la limitación de los contactos para, a su vez, limitarse las posibles cadenas de transmisión o la cuarentena que han de respetar si se diera algún caso positivo.
No hay que bajar la guardia, que es fácil controlar la enfermedad pero que también el contagio es muy sencillo”
La dificultad, según Agustín Mirada, surge porque, paradójicamente, las “cosas que se tienen que hacer son muy sencillas” y eso hace que en determinados momentos se olviden: Respetar las distancias, lavado de manos, no tocarse los ojos, no tocarse entre las personas, en los lugares donde hay confluencia de personas poner medida para mantener las distancias sanitarias, llevar las mascarillas… “El problema es que son tan fáciles de cumplir que a veces se nos puede olvidar y esa es la insistencia más grande que tenemos: no hay que bajar la guardia, que es fácil controlar la enfermedad pero que también el contagio es muy sencillo”, señala.
El alojamiento
En estas circunstancias y si ya lo era en años anteriores, las condiciones del alojamiento son mucho más importantes. Por ello, según Agustín Miranda se está manteniendo una colaboración más estrecha entre todas las partes implicadas.
Miranda ha recordado que normalmente en los empresarios suelen contratar a los mismos trabajadores año tras año, que en la mayoría de los casos llevan viniendo desde los años 2011, 2012 a estas explotaciones. En el caso de la provincia de Ciudad Real, la mayoría de los temporeros vienen de Rumania y países cercanos. “Normalmente suelen intentar contratar a la misma gente porque se conocen las formas de trabajar, las parcelas y entonces en esto da una garantía, se mantienen un grupo de trabajadores fijo con algunas variaciones”, señala.
Recuerda también que los empresarios “tienen la obligación de dar alojamiento en las campañas de temporeros. El empresario que contrata personas en origen está obligado a pagarles el porte de ida o vuelta a su país y proporcionarle alojamiento”, señala.
Los problemas ocurren cuando los trabajadores llegan directamente a las explotaciones pidiendo trabajo y en ese caso no lleva aparejado el alojamiento. “Lo que estamos viendo es que cuando se dice que hay una campaña de recogida y se produce una afluencia a veces masiva de gente, hay casos en lo que no se contrata a todos y el problema se plantea en muchos casos con las personas que llegan a una campaña a pedir trabajo y no lo tienen”, señala.
También ha hecho un llamamiento a las Administraciones que tiene competencias “para que pongas medidas, para que no se permitan pisos pateras, que no se permita vivir más gente de la que se permite”, por eso han pedido colaboración de los ayuntamiento, Junta de Comunidades y Administraciones central “para poner orden fuera de los horarios de trabajo”, señala.
Igualar los salarios
Los salarios también son caballo de batalla de cada campaña. Los sindicatos piden cada año que haya un mismo salario de campaña para toda la región. Ángel León ha recodado que “este año seguimos con la misma situación, nosotros seguimos reivindicando que debe haber al menos el mismo salario de campaña en las cinco provincias porque no tiene sentido que haciendo las mimas tareas en las zonas limítrofes de nuestra región estén pagando cantidades diferenciadas en los convenios colectivos”, ha señalado y ha pedido a ASAJA “unas miras más amplias para apostar por el sector y no tener cinco convenios colectivos”.