Un proyecto realizado en la localidad toledana de Camarena permitirá ‘visitar’ sus famosas cuevas privadas desde cualquier punto del mundo. Se trata de un patrimonio desconocido, a veces invisible, ya que no está abierto al público, que ahora se dará a conocer gracias a las nuevas tecnologías.
El proyecto ‘Las Cuevas de Camarena’ es obra del equipo de investigación Cota 667, especializado en arqueología y patrimonio. Permitirá recorrer, de manera virtual, el interior de estas cavernas subterráneas de origen vinícola, mediante el uso de software 3D. Se han creado una serie de vídeos que nos invitan a pasear por las cuevas. Estarán disponibles tanto en la web de Cota 667 como en la del Ayuntamiento.
Además, se ha utilizado una plataforma especializada en el almacenaje de este tipo de contenidos, el visor Sketchfab, gracias al que se puede disfrutar de las estructuras a través de un museo virtual creado para este fin.Se conjuga así arqueología tradicional con tecnología como “herramienta para acercar el patrimonio invisible a la gente”, explica Ángela Crespo, miembro de Cota 667. Para conseguirlo, el Ayuntamiento pidió colaboración de los vecinos a través de sus redes sociales. La propuesta fue muy bien acogida.
El desconocido origen de estas cuevas
No hay datos que confirmen el origen exacto de este tipo de cuevas artificiales, un fenómeno que se extiende por toda la comarca. “En La Puebla de Montalbán se han fechado en el siglo XV y las de Camarena son muy parecidas aunque no podemos descartar que sean anteriores”. Daniel Cristóbal Morel, maestro en las escuelas de Camarena y estudioso de estas cuevas, asegura en distintas publicaciones que existen desde hace más de 450 años. Los datos son escasos. Un incendio en el archivo municipal en el año 1595 impide confirmar su existencia antes del siglo XVII. De esa fecha sí que existen documentos en los que se alude al ‘mojonazgo’, el impuesto que se pagaba por la venta de vino.
Lo que sí se sabe es que este tipo de construcciones proliferaron a partir del siglo XIX, cuando en Francia, una plaga de filoxera, insecto parecido al pulgón, asoló los pujantes viñedos y parte de los productores se trasladaron a España. “Muchas de las tinajas encontradas en estas cuevas tienen inscripciones de 1870 o 1880”.
La cueva era un elemento más de las casas rurales de la zona. Y cuando no se utilizaron como bodega, se convirtieron en fresquera o, incluso, en refugio en tiempos de guerra. “Se utilizaron desde las guerras carlistas y también en la Guerra Civil para este fin pero no se construyeron para ese objetivo”, asegura Ángela Crespo.
El Ayuntamiento ha sido el impulsor de un proyecto -cuenta también con el apoyo de la Diputación Provincial- que pretende dar a conocer su patrimonio cultural, vinculado en este caso a la tradición vitivinícola con la ayuda de los arqueólogos Ángela Crespo, Inés del Castillo, Sergio Isabel y Miguel Ángel Díaz. Pero la idea trasciende el campo de la investigación histórica y arqueológica y se adentra en las posibilidades que ofrece desde el punto de vista patrimonial y social.
A la puesta en marcha de este ‘museo virtual’ de las cuevas, se suma la intención de documentar este tipo de infraestructuras, desaparecidas en muchos casos. Un inventario que se publicará próximamente trata de recoger la mayor cantidad de información posible. “El problema principal que presenta estas cuevas es que son de titularidad privada, y se encuentran bajo viviendas familiares u otro tipo de edificios de uso particular, por lo que su visibilidad se encuentra supeditada a los propietarios de estos inmuebles”.
El proyecto tiene como finalidad dar a conocer y salvaguardar este tipo de patrimonio. Si en el futuro sufriese cualquier tipo de deterioro permitiría intervenir para su preservación o restauración en base a los datos recogidos. En caso de desaparición se dispondría de modelos virtuales totalmente documentados.