Toda la responsabilidad del trabajo de Cáritas en Castilla-La Mancha recae ahora sobre los profesionales contratados por la organización diocesana. Con el estado de emergencia por la epidemia de coronavirus y la orden de confinamiento, ha tenido que renunciar a buena parte de su "mayor baluarte": los voluntarios y voluntarias que realizan la mayor parte de las tareas de asistencia a personas sin hogar o con adicciones, y entrega de alimentos. Muchos de ellos son personas mayores, ahora grupo de riesgo. Por ello, un nuevo protocolo de actuación ha hecho que los profesionales hayan dejado de realizar sus tareas habituales en los centros de empleo ahora cerrados y se pongan al servicio de otros colectivos más vulnerables.
El secretario regional de Cáritas, Javier García Cabañas, cuenta que desde el primer día de confinamiento se puso en marcha este plan de contingencia especial para hacer frente a un conjunto de necesidades sociales que también se han transformado y aumentado en las cinco provincias castellanomanchegas.
En primer lugar, la organización se ha centrado en cubrir las situaciones de mayor riesgo como la del Centro Hogar 2000 de Toledo para enfermos de VIH y otras patologías. "Nuestra prioridad era que el virus no entrara ahí", explica, un objetivo que han conseguido con la colaboración de la Fundación Sociosanitaria de Castilla-La Mancha y al actuar con mucha antelación. "No ha habido ni un solo contagio y todo marcha con normalidad".
Concentración de la actividad
La segunda prioridad son los centros de personas sin hogar. Hay siete en la provincia de Toledo, y cinco de ellos gestionados en su totalidad por voluntariado. Ha sido por tanto una tarea mucho más compleja. "Estamos intentando concentrar la actividad en albergues cercanos para que los voluntarios se desplacen lo menos posible", precisa el secretario regional, destacando que junto a ello se han habilitado alojamientos de urgencia en las zonas rurales.
"No es un trabajo nada fácil. Son personas con diferentes problemáticas a los que es muy difícil confinar y estamos teniendo muchos problemas. Hay personas que abandonan los centros por la imposibilidad de estar encerrados, pero una vez que salen no podemos dejar que vuelvan a entrar porque ponemos en riesgo a todos los demás. Si necesitan salir para algo urgente o básico, lo permitimos, pero en otros casos, no. A las personas que se han ido de un día para otro y luego han vuelto, les hemos entregado la comida pero no les hemos dejado volver a entrar”, destaca.
Otra problemática inesperada con la que se ha encontrado Cáritas es la gran cantidad de personas que llama solicitando ayuda porque no pueden salir a comprar o porque no tienen recursos económicos para ello, pero con "muchas peculiaridades para las que no estábamos preparados y que hemos tenido que ir resolviendo conforme llegaban". Por ejemplo, no se había considerado la atención a madres solteras que están lejos de su familia porque son víctimas de violencia y no pueden salir a la calle al no tener con quién dejar a su bebé, así como personas mayores solas, sin vecinos o con vecinos que tienen los mismos problemas que ellos. Para estos casos, la organización también ha reestructurado parte de su personal.
Son una serie de circunstancias que han llevado a modificar todo el protocolo inicial y realizar un plan de contingencia "mucho mayor". A ello se une que también se están centralizando los puntos de entrega de alimentos para la gran demanda que están recibiendo. En este caso, son los profesionales de la organización los que se encargan del reparto en los grandes puntos de recogida, mientras que en las zonas rurales son los sacerdotes quienes están haciendo las entregas para evitar que el voluntariado salga de casa.
Por otra parte, Cáritas se coordina con los servicios sociales y otras entidades de acción social como Cruz Roja para atender a aquellas personas que teniendo recursos económicos no disponen de nadie para hacer la compra. Son los casos en los que se aplica el Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD). "Lo que hacemos nosotros es seguir prestando esa ayuda a domicilio, pero a las personas de las que ya éramos responsables antes de la epidemia en proyectos de familia, de infancia y de vivienda".
Otras peticiones a las que están haciendo frente sin casi voluntariado son las de personas que tienen familiares en el hospital pero no tienen recursos para viajar a entregarles productos de higiene o ropa para poder cambiarse. La organización diocesana está realizando entregas todos los días en los hospitales enviadas por gente que así lo demanda en diferentes pueblos y a través de sus parroquias.
La situación en residencias
Finalmente, en provincias como Guadalajara y Cuenca, en esta organización también se han visto afectados por el repunte de contagios y fallecimientos en las residencias de mayores que gestionan. "Ha habido bajas en el personal laboral, generando mucha problemática por la incapacidad de conseguir profesionales que cubran sus puestos. En algunos casos vamos por la tercera suplencia. También hay viviendas tuteladas para jóvenes que resulta myy difícil mantener, pero poco a poco lo iremos consiguiendo".
El entusiasmo en estas labores solo está ensombrecido, según apunta el secretario regional, por la falta de material de protección para los profesionales y los voluntarios que aún siguen activos. "No tenemos prácticamente protección en los centros y el que tenemos es muy justo", denuncia, aunque afirma que Cáritas Española ha hecho una petición a nivel estatal y confían en contar con más protección en breve plazo.
"Nosotros seguimos aquí, vamos a seguir estando cerca de las personas y aunque los voluntarios no puedan estar con ellos siempre les van a ofrecer una respuesta. Estamos en la segunda línea de fuego, pero también al pie del cañón ayudando a las personas que más sufren y que al final, sea la crisis que sea, siempre son los mismos. Tenemos que mostrarnos igual de dispuestos a ayudar", concluye Javier.