Paz. Sin duda es la palabra que últimamente no ronda en los medios de comunicación, ni en nuestras cabezas. La paz, como opuesta a la violencia, a la coacción, al miedo, resulta esencial para el desarrollo de nuestras vidas. Todo, el trabajo, los estudios, la diversión, las redes de apego, la creación, la investigación, la vida, todo se paraliza y destruye en el estallido de la violencia, y si hay un ejemplo de violencia masiva, ese es el de la guerra. En contra de la guerra está la lógica de la vida, y sin embargo, una y otra vez en la historia de la humanidad, se nos impone esa lógica de la muerte y la destrucción que es la guerra. Frente a ella, se levanta el pacifismo, y también frente a ella tiene que estar el feminismo, como símbolo de paz e igualdad.
El pacifismo es un movimiento político que surge a principios del siglo XX al albor del entonces incipiente movimiento feminista. Son varios los estudios que explican que esto no es casual. La historia nos ha relegado durante siglos a las mujeres a un papel en la sombra. Ejemplos no faltan de castigos contra aquellas que osaran salirse de las reglas establecidas, la invención de la figura de las brujas y su masivo exterminio como pura muestra de misoginia en Centroeuropa no es sino un ejemplo de ello. A las mujeres se nos asignaba (y se nos asigna) un rol y unos valores de los que no se debía salir si no querían ser castigadas por ello. Ese rol y esos valores estuvieron muy relacionados con el papel de cuidadora y educadora, con la empatía y la escucha, con el respeto y el silencio. Fueron valores que se relegaron a la mujer, pero que resultan esenciales para que todo el mundo pueda vivir en paz.
A mediados del siglo XX, Elise Boulding quiso sacar a la luz la importancia de tales valores para la consecución de la paz. Si esos valores eran de dominio femenino, bienvenidas sean las mujeres que pueden aportarlos. No son pocos los ejemplos de grupos de mujeres que luchan por la paz. Crecimos escuchando a aquellas madres de mayo que reclamaban luz y justicia por sus hijos en Argentina, pero es que hoy tenemos a Las mujeres de negro, Mujeres por la paz, y miles de grupos de mujeres extendidos por el mundo con el objetivo de lograr la paz.
En el 2000 llegó incluso a aprobarse en Naciones Unidas la resolución 1325 sobre el papel de las mujeres en la construcción de la paz.
El feminismo, en su lucha por una igualdad real, camina de manera natural de la mano del pacifismo, consciente de que la construcción de espacios seguros y de paz pasan necesariamente por espacios de igualdad donde se pongan en valor la empatía, los cuidados y la centralidad de la vida, asumidas como propias por hombres y mujeres, buscando soluciones no violentas a los conflictos.
Entre tanto, siguen estallando guerras absurdas con sus terribles consecuencias y aún nos queda camino para poder vivir en igualdad de condiciones, hombres y mujeres.
Pero no hay duda que si van de la mano pacifismo y feminismo, construiremos más y mejor.