“La quínoa es una lavadora de conciencias”, “el jamón de york no existe” o “los palitos de cangrejo son el mal”, son algunas de las frases, ya famosas, con las que Marian García, Boticaria García, enseña a comer saludable, a comprar y a leer las etiquetas de los productos de alimentación que consumimos.
Con estas frases, sin pelos en la lengua, con humor, hasta con canciones pero también con rigor, precisión y hablando muy claro es como consigue llenar los espacios a los que acude a hablar sobre el azúcar o a presentar uno de sus libros, tener dos millones de visitas en su blog o más de 140.000 seguidores en Instagram.
Hace unos días estuvo en la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha en Toledo, inaugurando el ciclo de ‘Maridajes Cuánticos’ del colectivo Ciencia a la Carta, y ha presentado su último libro “El jamón de York no existe”. Y también llenó: entre el público padres y madres, gente joven y hasta niños.
Porque esta conquense de Belmonte, que se crio en la botica de sus padres, sabe hacer fácil lo difícil: conseguir que el mensaje llegue al público al que va destinado. Probablemente muchas de las cosas que dice Boticaria García –que no se debe abusar del azúcar ni de la sal, que lo mejor con los alimentos sin etiqueta- las hayan dicho ya muchas veces en foros de alimentación y nutrición, en esos programas que pretenden enseñar a comer, sin embargo nadie lo ha hecho como ella.
El nuevo libro de Boticaria García ‘El jamón de York no existe’ es un compendio de estos mensajes que ha ido lanzando en los últimos meses a través de sus redes, conferencias y sus apariciones de televisión. Un libro eminentemente práctico, con frases cortas y claras, una especie de guía para aprender a comer y a comprar, porque según Boticaria García “comer bien empieza en la lista de la compra”, por ello, una buena parte de su mensaje lo que enseña es a comprar, a valorar los alimentos por sus composición nutricional, a leer las etiquetas, a desmontar mitos.
Desterrar mitos
Entre estos mitos los de los superalimentos. En la conferencia que ofreció en Toledo señaló cómo alimentos como la quínoa se utilizan como “ganchos en cantidades ridículas para hacer pasar por saludables productos que no lo son” y que además cuestan el doble. “La quínoa es una lavadora de conciencia”, señaló mostrando incluso un producto de los que se encuentran en los supermercados de “chorizo con quínoa”.
Esta estrategia de usar la quínoa como cebo se utiliza también con otros denominados “superalimentos” como la espelta el Kamuk.
Precisamente sobre estos superalimentos señala que en la mayoría de los casos no nos aportada nada nuevo, nada que no nos aporten los alimentos que tenemos en nuestra despensa y más cerca. Por ejemplo, la espelta señala que desde el punto de vista nutricional no es significativamente superior al trigo que consumimos habitualmente. A su juicio, lo importante de un pan es que el primer ingrediente de un par sea la harina integral.
Los “zorromostros nutricionales”
Hablo también de un apelativo que ya se ha hecho popular entre sus “adscritos y adscritas”. Los “zorromostros nutricionales”, es decir, productos extraños y feos desde el punto de vista nutricional.
En esta categoría está el surimi o los palitos de cangrejo y las carnes separadas mecánicamente, es decir, los restos que se quedan pegados al hueso de los animales y que se separa por medios mecánicos. Se utiliza principalmente para algunas salchichas.
Con todo esto, Boticaria García llamaba la atención sobre lo que verdaderamente importa: no dejarse deslumbrar por las estrategias de márketing de la industria con sus acepciones de “natural”, “artesano”, “de la abuela”, “de pueblo”, que destacan en muchos productos para “lavar conciencias” y generar una justificación a la hora de su consumo e ir a lo que importa: mirar las etiquetas y los componentes nutricionales de los alimentos que se compran y una regla general: mejor productos sin etiqueta o aquellos que tengan menos de cinco ingredientes en su composición por que “cuanto menos bulto, más claridad”.