Llegada desde tierras andaluzas, la cantante Carmen Boza será una de las cuatro cantantes que participen en el I Woman Fest, un festival diseñado por el Ayuntamiento de Toledo para visibilizar a las mujeres artistas que trabajan en el mundo de la música.
Según Boza el Woman Fest es una “oportunidad para las artistas” que hay que aprovechar y que hace posible “el Ayuntamiento y la Concejalía de Cultura” ya que ponen “música en la calle para dar voz a las artistas.”
Hablamos con ella para conocer más de cerca su trayectoria profesional, así como las desigualdades que todavía perviven en el ámbito de la música y que ella misma ha vivido. Boza se dedica a la música desde que cogió una guitarra a los 14 años, momento en el que para ella este instrumento se convirtió en algo “místico”.
No le interesa especialmente el alcance numérico de sus discos, aunque si el efecto que pueden tener sobre los sentimientos del público. Por ello, invita a toda la ciudadanía a “escuchar las letras. Hoy en día es muy valioso trabajar la capacidad de atención y comprensión. Muchas veces hay que pararse a intentar entender lo que alguien te está diciendo”.
La cantante anima “a que la gente abra sus mentes y sus corazones porque seguramente se vayan a su casa con un chispazo distinto en la cabeza si prestan atención a lo que nosotras contaremos esta noche”.
El Woman Fest será a partir de 21.30 horas y con entrada gratuita en la Plaza del Ayuntamiento. Esta primera edición acogerá actuaciones en acústico y techno. “En mi caso haré un repaso de mi último albúm ‘La caja negra’, aunque también incorporaré canciones de toda mi carrera como compositora”, cuenta Boza.
Tal y como nos cuenta la cantante, es muy posible que volvamos a verla en Castilla-La Mancha antes de acabar el año.
¿Cómo surge tu participación en este festival?
La idea era hacer algo muy orientado a darle visibilidad a las propuestas musicales compuestas por mujeres o integradas por ellas. Es una iniciativa que ahora, por suerte, se está viendo mucho.
Mola cuando se hace en la calle y cuando son eventos abiertos a todo el mundo. No hay que conseguir que el público venga o que solo lo hagan tus seguidores, si no que haciéndolo así, en la calle y con la entrada abierta, creo que es muy guay porque llega a mucha gente que se puede empapar del discurso y de las ideas. En este caso, más gente podrá ver el talento femenino y que somos muchas más de lo que parece, y cada vez más.
¿Por qué crees que son importantes iniciativas como esta?
Las cosas pueden estar o no estar, pero si no se ven es como si no estuvieran. Creo que es importante que desde las instituciones, en este caso el Ayuntamiento, se le de una cuota grande a los proyectos integrados por mujeres porque generalmente estamos un poco discriminadas en tema numérico, en cuanto a festivales, por ejemplo.
En sí hay pocas propuestas porque hay pocos referentes, es como un bucle que se retroalimenta a sí mismo. Cada vez que voy a tocar vienen muchas niñas pequeñas que no llegan a tener ni 10 diez años, niñas muy jóvenes, que me cuentan cómo les encantan mis canciones o que se quieren comprar una guitarra y aprender a tocar.
Esos referentes son necesarios y a nivel institucional es bastante positivo que se nos de espacio precisamente porque: por un lado hace falta el componente femenino en todos los discursos que se pronuncian hoy en día, y en la música no es menos; y creo que, por otro lado, es necesario que se construyan referentes desde muchos puntos diferentes, desde el perfil de cantautora, roquera, punkie, poeta… que las niñas y niños puedan ver desde muy pequeñitos que esa diversidad existe.
¿Has sufrido alguna experiencia machista durante tu carrera musical?
Que me haya marcado en sí todas o ninguna. Con “ninguna en concreto” quiero decir que no he sufrido ningún tipo de evento traumático, ningún tipo de violencia física o sexual. Sin embargo, al igual que el resto de compañeras, me he visto muy sexualizada con comentarios del tipo “encima de tocar la guitarra bien estás to´ buena”.
Lo de “estar buena” siempre está presente. A esto se suma que te confundan con la “novia del artista” cuando la artista soy yo.
Otro ejemplo, se da en el ámbito técnico de la música donde la presencia femenina todavía es muy baja, es un sector muy masculinizado. Desde ellos, me encuentro el recelo cuando llego con un equipo, una serie de amplificadores, efectos y objetivos. Cuando pido como quiero que lo hagan hay bastante predisposición a no tomar en serio mis palabras porque se da por hecho que, aunque te dediques a la música, como mucho lo que sabes hacer es rascar la guitarra, poner buena carita y cantar más o menos bien.
Desde una mujer no aceptan que se les diga cómo tienen que hacer su trabajo o una reverberación, por ejemplo. Esta actitud me la encuentro en prácticamente todos los conciertos que hago.
Una tiene que enfrentarse a eso además de tener que demostrar al público que soy yo quien hace y produce las canciones, que lo hago yo sola, sin ningún hombre en la sombra que ha hecho de eso algo tan genial.
Echando una mirada al pasado, ¿cómo empiezas a tocar y cómo surge tu interés por la música?
Cuando tuve una guitarra en mis manos por primera vez tendría unos 14 años. Me pareció un descubrimiento absolutamente esclarecedor. De pronto se convirtió en algo casi místico. Era increíble el hecho de que de un objeto inerte, como puede ser un objeto de madera con unas cuerdas, pudiera afectar a la emoción. A día de hoy, con mis 32 recién cumplidos, no he dejado de tocarla.
Siempre he estudiado la música de manera muy autodidacta. No me dejaron estudiar en el conservatorio porque era muy mayor.
Tuve que empezar a trabajar muy joven porque las cosas iban un poco mal en mi casa. Cuando fui un poco mayor decidí estudiar algo relacionado con la creatividad, que era lo que realmente me gustaba, ya fuera desde el ámbito más plástico o musical. Necesitaba un estímulo creativo y estudié diseño gráfico y empecé a trabajar en marketing, diseño, publicidad.
Iba alternando mis primeros conciertitos en salas con mi curro de oficina. La verdad que no cambiaría esta experiencia pero hace unos años decidí dedicar todo mi tiempo y todo mi dinero a la música. Alternar varios trabajos, la música y los conciertos, me ha dado una visión mucho más realista de lo que es trabajar por algo, el valor del esfuerzo o la consciencia de que las cosas no se consiguen chascando un dedo. Las cosas no pasan porque quieras que pasen.
Cuando escribí ‘La Caja Negra’ intenté poner toda mi honestidad sobre el proceso que estaba viviendo. Estaba atravesando una etapa de ansiedad y depresión muy fuerte"
¿Cómo ha sido la acogida de tu tercer disco?
Ha sido espectacular porque no tenía una expectativa muy alta. Nunca he sido muy ambiciosa en cuanto a números. Desde que empecé a tocar la guitarra he intentado centrarme solo en lo que me aporta a mí, como artista, hacer música.
Mi trayectoria ha sido muy de vaivenes porque yo soy una persona que me desvivo mucho. Igual que mi primer álbum de estudio lo financié vía crowdfunding y fue estupendamente, luego firmé con una multinacional con la que finalmente rompí el contrato y volví a ser independiente.
En todas esas idas y venidas, hay muchos parones y, en el mundo que vivimos hoy en día, eso no es el mejor amigo del ascenso. Con esos parones yo asumia que parte del público se iba a desconectar y que olvidaría quién era yo.
Cuando escribí ‘La Caja Negra’ intenté poner toda mi honestidad sobre el proceso que estaba viviendo. Estaba atravesando una etapa de ansiedad y depresión muy fuerte. Traté de ser lo más honesta posible con este proceso y sus tiempos de modo que el albúm que acabara surgiendo fuera un éxito, independientemente de la cantidad de gente a la que llegara.
Tras un año y medio desde su publicación, puedo decir que ha sido efectivamente un éxito. La gente que lo ha escuchado me devuelve un feedback que apela a esa honestidad. Me aseguran que es una colección de canciones que expresa muy bien una complejidad de sentimientos en la que muchas veces esas personas se han visto sumergidas. Son cosas de las que lamentablemente no siempre se tiene la libertad para hablar.
Parece que hoy en día siempre se tiene que proyectar que se está bien, da igual si es verdad o no. En cuanto una ahonda mucho en la tristeza a los demás les incomoda. Por ello, hay gente que ha encontrado en este disco un bálsamo para esos momentos y un rayo de comprensión. Te hace sentir que no estás tan sola y que no es una situación tan rara. Eso da esperanza.