Sonriente, amable y sobre todo, violinista, así es Jorge Guillén quien a sus 28 años ha recorrido el mundo actuando tanto en grupos de rock como en las óperas más clásicas, incluido el Teatro Real de Madrid. Amante del violín desde los 3 años, cuando “todo comenzó como un juego”, en la actualidad sigue acompañado de un instrumento que se ha convertido en su profesión y hobby.
“El violín que utilizo actualmente tiene una antigüedad de unos 300 años. Lo adquirí de casualidad, en una subasta de París a la que fui solo para ver los Stradivarius que se vendían. El mío no es un Stradivarius, fui el único que apostó por el”, nos cuenta Jorge Guillén quien rompe a primera vista con el estereotipo del violinista y quizá, por eso, es conocido como “el violinista rebelde”.
Guillén recibió siempre la formación de música clásica más reglada y a partir de ahí ha creado su propio espectáculo denominado ‘Strad’ y formado por otros cuatro músicos y un grafitero.
“Sentía que o eras clásico o eras una porquería y yo amo la música clásica, ayer mismo toqué de solista en el Teatro Real con la ópera y lo disfruté igual que tocando con Extremoduro o Ara Malikian. La música clásica es un poco sectaria y como siga así creo que va a acabar sin público joven” nos cuenta el violinista. A pesar de que su actuación en Toledo es este viernes, 31 de mayo, Guillén no pierde la oportunidad de dar a conocer su proyecto y acude a la ciudad exclusivamente para conceder entrevistas, entre ellas a ToledoDiario.
Su compromiso con los medios es uno de los muchos que tiene ‘Strad’ ya que, sobre el escenario, no pierden la oportunidad de visibilizar la violencia de género. “Además, durante el espectáculo un grafitero pinta un cuadro que luego donamos a una asociación de la ciudad donde estamos actuando”, explica Jorge Guillén quien desde hace un par de años cuenta con su propia escuela de música, otro de sus proyectos. “Soy un culo inquieto”, nos asegura riendo.
Su espectáculo ha sido diseñado para unir estilos y romper con la rigidez propia de la música y los instrumentos más clásicos. “Creo que en el mundo clásico también se me quiere y eso es un super logro porque quien vive en el mundo clásico sabe que es como si cruzas de acera y volver para atrás.”
“El violín tiene una historia de cuatrocientos años, el mío tiene 300 y pico. La música que él hacía entonces es exactamente igual a la que se está haciendo ahora. El resto de los estilos, el teatro o la pintura, han avanzado, todos. La música clásica no, entiendo que es maravillosa como está y que no hace falta cambiarla, pero si los músicos”, y eso es lo que nos cuenta el ya famoso “violinista rebelde”.
Pregunta: ¿Cómo empieza tu afición por el violín?
Respuesta: Yo vengo de una familia de músicos que me han inculcado desde muy pequeño la música y la disciplina. Me hacían estudiar, porque de un niño solo no sale, es lógico que un niño con siete años no quiera estudiar seis horas al día. Es una disciplina en la que tienes que coger la costumbre.
No recuerdo que haya habido ningún momento en el que no me haya gustado la música. Siempre me ha gustado pero es duro, ha sido una infancia super dura de muchas horas al día y muchos días estudiando.
¿Y respecto a tu formación en el ámbito de la música?
Mis estudios fueron un poco raros porque yo me licencié en el Conservatorio Superior con doce años. Yo tenía una Licenciatura pero no había acabado el colegio, mi siguiente paso era hacer un máster pero no podía porque no tenía el Bachiller. Entonces me examiné de la Selectividad con 12 años, una cosa rarísima, era incoherente. Por ello, me tuve que ir a trabajar fuera y me hice profesor en la Universidad de Dublín con 13 años y con 17 me volví a España. Fue una época super bonita y una infancia muy distinta. Cuando uno tiene una familia y la suerte de ir muy bien encaminado en la música, en que todo vaya muy fluido, la infancia no es igual a la del resto. Viajé muchísimo y yo con 12 años ya vivía solo y me iba a Estados Unidos, Irlanda… pero te acostumbras y al final lo que aprendes es muchas veces a base de golpes.
Después de convertirte en profesor con tan solo 12 años, ¿cómo fue tu vuelta a España?
Después de trabajar en la Universidad empecé a participar en orquestas y decidí hacer el Máster en Madrid y el Posgrado en Barcelona. Lo primero que hice fue conseguir una plaza en el Teatro de la Ópera en Madrid. Por un poco de casualidad me empezaron a llamar de grupos como Extremoduro, y yo no tenía ni idea de quién eran porque yo me centraba en Vivaldi y Mozart. Fue como perder la virginidad a la fuerza.
Me empezaron a llamar de grupos como Extremoduro, que yo no tenía ni idea de quién era porque yo solo me centraba en artistas como Vivaldi y Mozart, fue como perder la virginidad a la fuerza"
Durante los últimos veinte años he sido violinista del grupo Ara Malikian y hemos tocado casi en 40 países, fue muy tremendo, un boom. Ahora de repente tengo tiempo para hacer mi proyecto: Strad. Sin embargo, no solo me centro en esto. Soy un culo inquieto, no puedo tener un día libre en mi vida. De repente, he tenido en mayo con Strad conciertos en Valladolid, Alicante, Badajoz, Cáceres, Alburquerque y Toledo. En medio he hecho 500 conciertos más de otras cosas, en la ópera o colaboraciones en discos de artistas, además de encargarme de la escuela de música que monté, ‘La Caja de Música’. Yo amo la música, vivo de ella y tengo que disfrutarla.
¿Cómo surge el proyecto Strad?
Llevaba tiempo en el Teatro Real y en la Ópera, puestos en los que tienes que estar todo el rato demostrando lo que eres y lo que sabes. Estaba muy hasta el gorro. Y con la gira de Ara he estado veinte años, super agradecido, mi vida se ha formado ahí. He podido hacer la vida que tengo gracias a la gira de Ara pero cuando estás en una gira tanto tiempo ves cosas que dices “yo lo haría de esta manera, lo haría de la otra, cambiaría esto, lo otro”. Entonces decidí llevarlo a cabo como un hobby. Strad nació como las cosas buenas: en una fiesta con amigos. Nos pusimos a tocar y aquello molaba. Ellos son musicazos, están en gira con los artistas más top como Chambao, Los Secretos, Extremoduro, Marta Sánchez… todos nos decidimos un poco a arriesgar y se unieron a mi locura.
Esta gira comenzó en noviembre y en seis meses hemos llenado la Cartuja de Sevilla dos veces, por ejemplo. Ha sido increíble porque nosotros empezamos esta gira como de casualidad y ya tenemos para el resto del año más de 50 conciertos cerrados en los teatros más grandes del mundo, concretamente de México, Argentina o Italia. Esto es incompatible con ninguna otra gira. Mi idea era seguir con la de Ara pero era imposible, tenía que decidir y he apostado por mí y este proyecto. La verdad es que la respuesta del público está siendo increíble.
Vamos a teatros, espacios super serios, y a ciudades con un público cuyo nivel cultural es bastante alto. Por ello te esperas un público más serio pero la gente se pone de pie, encima de las butacas, saltan, bailan, cantan… es brutal.
¿De dónde viene el nombre de Strad? ¿Qué significa?
Es el nombre de una revista. Yo estudié formación clásica y en el clásico es como que no importa mucho cómo toques, cómo expreses o tu forma de conectar con el público. Eso no te lo enseñan. Están todo el día enseñándote cómo te tienes que poner: recto, espalda recta, mano bien puesta, con la camisa abrochada hasta “x” botón… En todo este contexto había una revista que nos obligaban a leer que se llamaba ‘Strad’ y que contaba a quién tenías que imitar. “Hay que coger el violín así, con la postura así”. Yo le cogí tanta manía que dije: “Mi primer proyecto, que será totalmente lo contrario a la revista, tendrá que llamarse así”.
Strad es como lo opuesto a lo que me hacían leer y a la formación más reglada. Yo creo que en el clásico se olvidan, sin tender a la generalización, de que toda la música que se haga desde el cariño y desde el respeto es completamente válida. Yo sentía que o eras clásico o eras una porquería y yo amo la música clásica, ayer mismo toqué de solista en el Teatro Real con la ópera y lo disfruté igual. La música clásica es un poco sectaria y como siga así creo que va a acabar sin público joven.
¿Cómo le explicarías al público el espectáculo que habéis diseñado en Strad?
Creo que mi espectáculo es una modernización de un instrumento como el violín. El violín tiene una historia de cuatrocientos años, el mío tiene 300 y pico. La música que él hacía es exactamente igual a la que se está haciendo ahora mientras que el resto de los estilos, el teatro o la pintura, han avanzado, todos. La música clásica no, entiendo que es maravillosa como está y que no hace falta cambiarla, pero si los músicos. A mi mismo me da pereza a veces ir a ver un concierto de música clásica porque veo a un señor, super arreglado, con una cara tan seria... Por ello creo que hay que cambiar al músico más que a la música.
Nuestras actuaciones se podrían definir como una fiesta de despedida de soltero, en el sentido de que la gente se lo pasa bien sin importarle nada, saltar, cantar… es una sensación de ir a pasárselo bien, a disfrutar y a hacer lo que uno le apetezca.
Hacemos una fusión de temas. Tenemos varios nuestros y el resto son temas de The Queen, Michael Jackson, Extremoduro… o temas clásicos como Manuel de Falla, de repente metemos entre Extremoduro y ACDC un tema clásico. Es una fusión de estilos. Realmente ni nosotros sabemos que vamos a hacer en cada concierto. Tenemos un repertorio de muchas horas, nos ponemos a tocar y según vamos viendo la sensación decidimos durante el espectáculo. Mis compañeros me odian porque no saben que guitarra coger, por ejemplo (ríe).
Además en medio de las canciones también me pongo a contar chistes o a hablar de cosas. Por ejemplo, siempre hago algún tipo de alusión a la violencia de género. He tenido casos en mi familia y estoy muy sensibilizado con el tema. En resumen, creo que lo bonito es que ningún concierto sea igual.
¿Se ha colgado el cartel de completo en el concierto de este viernes en Toledo? ¿Alguna otra cita en Castilla-La Mancha?
Todavía quedan entradas y yo estoy un poco nervioso porque es una ciudad a la que he venido mucho con muchos artistas y tengo mucho respeto a Toledo. Creo que es una ciudad muy culta, el público de Toledo es un público que sabe y que está acostumbrado a ver cosas muy buenas y quiero dar el 200% y creo que va a ser una noche mágica.
A Castilla-La Mancha hemos venido ya mucho. Hemos estado en Alcázar de San Juan o Guadalajara e iremos a Almansa, Daimiel… Hasta final de año tenemos como diez conciertos en Castilla-La Mancha. La verdad es que super bien porque además se come tan bien… yo voy a los sitios y lo que quiero es comer, (ríe) luego no hay quien me mueva del escenario pero no importa.
¿Cuál ha sido el mayor logro de la carrera profesional de Jorge Guillén?
(Contesta serio y rápido) Vivir de lo que me gusta, de mi proyecto, de la música y que la gente venga a vernos. El logro es tener gente que te sigue y que le encanta ir a tus conciertos, a uno, a dos o a tres conciertos.
Yo vengo del mundo clásico y conseguir que te respeten en ambos lados es complicado. Cuando uno se pasa al lado oscuro es habitual que te hagan la cobra. Creo que en el mundo clásico también se me quiere y eso es un super logro porque quien vive en el mundo clásico sabe que es como si cruzas de acera y volver para atrás.
¿Y el mayor fracaso?
Yo soy como muy soñador y quiero pensar que voy a cumplir lo que sueño. Pero ójala pudiera haber compartido escenario con artistas como The Queen, eso habría sido un sueño.
¿A qué renunciarías y a qué no?
Joder, no lo se. Creo que no renunciaría a nada y he tenido la suerte de nunca renunciar a nada. He sido muy afortunado, estoy seguro.
Creo que se a qué no renunciaría: soy muy sentio entonces separarme mucho tiempo de mi familia, de mi pareja, de mis amigos… un largo periodo no se si podría porque cuando llevo dos meses fuera de casa me vuelvo muy sentimental.
Para mí la música es un hobby aparte de ser mi profesión y creo que por un hobby no renuncias a nada. Si el día de mañana no pudiera vivir de la música viviría de otra cosa y la música la haría en mi tiempo libre. Me dolería el alma porque nunca me lo he planteado pero puede pasar. Me puedo caer, hacerme daño y no poder vivir de ello, pero de momento que dure…
¿Animarías a los más jóvenes a apostar por el mundo de la música y a dedicarse a este profesionalmente?
Creo que tiene que ser eso, un hobby. Muchos jóvenes lo hacen porque sus padres les obligan y ese no es el camino. Para mi, de pequeño, era un juego y eso es lo que tiene que comenzar siendo para que te guste y para que merezcan la pena las muchas horas de estudio.