La pandemia de COVID-19 ha provocado que la mayoría de la sociedad, y también muchas políticas públicas destinadas a la cooperación internacional, olviden que sigue habiendo problemas sociales, sanitarios y medioambientales en el mundo que no solo persisten, sino que además se han visto agravados. Frente a ello, hay miles de personas en España que dicen ir a trabajar a otros países más desfavorecidos para ayudar mediante diferentes especialidades profesionales. Desde el año 2006, la Agencia Española de Cooperación Internacional celebra el Día del Cooperante el 8 de septiembre para homenajear a estos trabajadores y trabajadoras. Esta efeméride también busca lograr mejores condiciones de trabajo para las personas cooperantes, mayor seguridad laboral y un régimen especial de seguridad social por trabajar en zonas de extremo riesgo y pobreza, lejos de su país natal.
Por este motivo, y a través de la Coordinadora de ONGD de Castilla-La Mancha, desde elDiarioclm.es hemos recogido los testimonios de algunas de ellas para conocer cómo es su trabajo, qué significa hacerse cooperante y por qué consideran importante su profesión. De esta forma, nos acercamos a una realidad poco mediática pero muy palpable en los países donde desarrollan su labor.
Beatriz García-Aranda Domínguez es médica y coordinadora sanitaria de Médicos del Mundo en Senegal. Define ser cooperante como una “elección vital”, en la no basta con la buena voluntad, sino que es necesario un “desarrollo profesional muy específico”. Pone como ejemplo de la importancia del cooperante el hecho de que la primera seña de civilización en nuestro mundo es el hallazgo de un fémur humano roto y curado. “Es decir, alguien se tomó tiempo para prestar ayuda a otra persona y curarla. Acompañar o ayudar a alguien a atravesar la dificultad es el punto de partida de la civilización. Esta es la razón por la que me hice médica y por la que me siento en el deber de utilizar mis capacidades al servicio de quienes más lo necesitan”, remarca.
Beatriz manifiesta su preocupación diaria por el bienestar del género humano, “bien sea el vecino de al lado o alguien muy lejano”. De hecho, considera que los países son “artificios para organizarnos como sociedad” y que en un mundo global “no podemos ignorar el sufrimiento de muchas personas”. “Desde muchos ámbitos se empeñan en deshumanizar a estas personas para que la sociedad de países desarrollados no sientan empatía por ellas y para que no los vean como iguales, pero no es así, y una vez que abres los ojos no puedes no hacer nada”. Explica además que su profesión resulta “muy gratificante” porque “te abre la mente, conoces otros puntos de vista y otras formas de hacer las cosas”.
Florentine David es cooperante de Alianza-ActionAid en Haití y lleva cinco años desarrollando esta profesión. Según afirma, su trabajo es “saber escuchar, ser humilde, acercarse a conocer una realidad diferente, absorberla y actuar construyendo colectivamente con el objetivo de reducir la desigualdad”. Creció en Ecuador, país en el que creció siendo adolescente. Desde muy joven colaboró con asociaciones que promueven la educación y las apoyaba como voluntaria. Finalmente, a los 17 años empezó a estudiar para mejorar sus conocimientos y especializarme en cooperación y acción humanitaria, y de esa forma “poder apoyar a las personas más vulnerables de manera profesional”.
Actualmente trabaja como coordinadora de proyectos de acción humanitaria en el Sudeste de Haití y mi trabajo consiste en asegurar la correcta ejecución de los proyectos tanto a nivel técnico como económico. Mi día a día es la planificación y la supervisión de las actividades en terreno relacionadas con la seguridad alimentaria y la nutrición.
“Decidí dedicarme profesionalmente al ámbito de la cooperación porque me ha permitido aplicar los valores y principios que defiendo en una profesión”, precisa. Y por ello, considera que lo más positivo es descubrir nuevos países, culturas y gentes mientras trabaja de la mano de la gente local, defiende sus derechos y atiende sus necesidades básicas. “Estar en terreno es muy gratificante y permite conocer, entender, comprender, aprender y trabajar juntos”.
¿Por qué la cooperación internacional? Florentine subraya que la solidaridad es tan importante que representa la base de muchos valores humanos, “pero a veces se nos olvida”. En su opinión, con los años nos vamos dando cuenta que “algunos problemas como el coronavirus o el cambio climático nos afectan a todos y todas por igual porque van más allá de las fronteras, del color de piel o de si eres pobre o rico”. Es el motivo por el que “si queremos afrontar esos problemas y combatirlos, tenemos que estar unidos y ser solidarios entre personas, pero también entre países”.
Javier Larios lleva 15 años como cooperante y actualmente trabaja también con Alianza-ActionAid España en Mauritania. Define su profesión como una “interlocución” entre las personas que atiende y los financiadores. Pero lo más importante, añade, es que desde su organización, intentan dar respuesta a las necesidades de la población.
Su trayectoria profesional comenzó en 2006 en Guinea Conakry y después de presentar su proyecto final de carrera como ingeniero de telecomunicaciones. En paralelo, había creado con unos amigos una empresa y ONG. “En ese momento se necesitaba a alguien para montar unos laboratorios de electricidad y mantenimiento, y mejorar unos planes de estudio en un centro de formación profesional en Conakry”. Se marchó allí para dos años y descubrió que todo lo que sabía o había aprendido podía tener un enfoque diferente, y centrarse en cómo resolver los problemas de los y las jóvenes.
“Allí ellos y ellas no tenían posibilidad de acceder a un puesto de trabajo digno, y lo que era un proyecto para pasar en Guinea dos año se transformó en nueve y luego ya estaba inmerso en el mundo de la cooperación”. Desde entonces, está convencido de que lo más positivo es el intercambio intercultural, el aprendizaje de “cómo con poco se puede hacer tanto” y el “positivismo de aquellas personas que tienen tan poco pero que con ese poco son felices”. Su día a día es variopinto y refleja la realidad de muchos cooperantes, debido a que muchas veces la falta de recursos económicos hace que sea difícil tener el personal necesario. “Una mañana asisto a una reunión de coordinación con otros directores, otra mañana estoy en terreno para la instalación de equipos de regadío, y otra mañana escribiendo un proyecto para un financiador, o sentando revisando facturas…”
Más que importante, considera que la solidaridad entre personas es “básica”, con mayúsculas. Y ve un ejemplo de ello con la pandemia: “Si no existiese la solidaridad entre personas y países, ¿cómo podríamos haber sacado una vacuna en nueve meses? Se ha vuelto a demostrar que la solidaridad entre personas y países hace que nada sea imposible. Ahora nos falta dar un último paso, esta demostración de solidaridad no debe de quedarse en una cuestión puntual, sino que tiene que seguir en otras dificultades que se enfrenta la sociedad como el cambio climático, la migración, etc.”