El concepto que todos tenemos sobre la democracia se articula en torno a una serie de derechos y deberes de la ciudadanía garantizados por un poder superior que garantiza cierta seguridad. Pero si algo ha quedado demostrado después de la crisis económica y sus todavía palpables consecuencias es que, a nivel municipal, otra forma de gestión pública es posible. Con múltiples formas y variantes se ha extendido por España la construcción de políticas públicas, acciones sociales y proyectos ambientales “desde abajo”, es decir, desde la participación ciudadana.
Ese es el espíritu que recogen las 18 experiencias municipales que componen el libro ‘Democracias disruptivas’, coordinado por José Luis Sánchez Martín, concejal de IU en el Ayuntamiento de Miranda de Azán (Salamanca), que fue el primer municipio del mundo que aprobó su vinculación oficial al movimiento internacional de la ‘Economía del Bien Común’.El impulsor de la publicación ha presentado este proyecto en el espacio socio-cultural Urbana 6 de Toledo.
Un acto en el que también ha estado una de sus coautoras, la socióloga Teresa Gómez-Pastrana, técnico del Grupo de Desarrollo Rural del Altiplano de Granada. Sánchez Martín nos explica cómo estas experiencias, desde diferentes ámbitos de la acción municipal, han roto con los esquemas de la “gestión tutelada desde arriba”. “Son acciones que la gente está construyendo a través de movimientos sociales, políticos o desde una empresa que decide adoptar modelos más éticos, donde se tiene en cuenta la opinión de los trabajadores".
Muchos de los textos se centran en municipios españoles pero también hay ejemplos al otro lado del Atlántico. Dentro de cada uno de los tres bloque en los que se estructura (innovación social, innovación cívica e innovación pública), hay un ejemplo de Latinoamérica. Se narran así experiencias como la recuperación, desde las políticas urbanísticas, de la Comuna 13 en Medellín, promoviendo el “sentimiento de comunidad” que ha conseguido reducir la inseguridad y el vandalismo; las comunas de Chiapas auto-organizadas desde las escuelas, la seguridad y el consumo; o el proyecto de la empresa argentina Cuarto Sector, que ha desarrollado un proyecto de generación de biomasa mediante una planta que crece en aguas residuales.
Christian Felber y la Economía del Bien Común
En el libro se habla también ampliamente de la Economía del Bien Común, el movimiento internacional ideado por Christian Felber junto con un grupo de empresarios austriacos que originalmente buscaba una economía más ética desde las empresas, pero que ahora también se ha traslado a la gestión municipal. El concejal de Miranda de Azán descubrió este proyecto en 2011 y decidió que podía trasladarse a la política local “para volver a generar confianza entre los vecinos, con más transparencia, participación y respeto al medio ambiente”. Tan solo dos años después, tras ponerse en contacto con la asociación que promueve este modelo económico, este municipio salmantino fue el primero del mundo en adherirse oficialmente.
¿Qué supone para un ayuntamiento? Entre otras cuestiones, el municipio se somete a una serie de balances donde se valora y se puntúa, a través de un auditor o consultor externo, la política municipal en base a la justicia social, la dignidad humana, la solidaridad, la participación y el respeto al medio ambiente. “Es información pública que se pone a disposición de los ciudadanos y que pueden corregir en caso de que no estén de acuerdo. Es una herramienta extraordinaria para saber si lo estamos haciendo bien”, afirma José Luis Sánchez.
Después de Miranda de Azán, se sumaron a la Economía del Bien Común otros municipios como Orendain (Guipúzcoa), Alameda (Málaga), Betxí (Castellón) o Villena (Valencia). Mientras, los ayuntamientos de Sevilla y de Cádiz ya han firmado los protocolos para empezar a promoverlo en algunos barrios. En Barcelona ya se ha puesto en marcha en el distrito sur, con una población de 150.000 personas, y varios municipios de Tenerife están igualmente estudiando la posibilidad de agruparse para colaborar entre ellos con esta misma filosofía.
La proyección de este modelo ha llegado también a las universidades. En noviembre se vinculó la Universidad de Salamanca, y también forman parte las de Valencia y Barcelona. Tanto es así que se ha creado la Red de Universidades para la Economía del Bien Común: profesores que a título individual trabajan con esta filosofía en sus asignaturas o investigaciones, y desde todas las áreas posibles ya que “se trata de una cuestión multidisciplinar”.
Otra de las cuestiones que se abordan en el libro se refiere a las políticas de remunicipalización, algo que “todavía sigue costando mucho, es un proceso muy complicado en muchos municipios, porque debemos hacer frente a lobbies de todo tipo y a algún que otro partido”. De hecho, cuando José Luis Sánchez se planteó el libro pensó en incluir “medidas-estrella” llevadas a cabo en Madrid o Barcelona con los ‘ayuntamientos del cambio’, pero después decidió que resultaba más interesante conocer experiencias de ciudades más pequeñas.
Ejemplos de Zaragoza y Pontevedra
Se recogen así ejemplos como la cogestión de espacios públicos que realiza 'La Colaboradora' de Zaragoza o el modelo de urbanismo de Pontevedra, que “suponen innovación porque son medidas que han surgido a raíz de la crisis y que suponen dar un paso más”.
El libro incluye un prólogo de la asociación internacional 'Metropoli' de grandes ciudades, donde se aporta una visión global de la participación ciudadana, y una introducción de Soledad Murillo, secretaria de Estado de Igualdad. En un principio, se planteó como un máster o curso específico para formar a universitarios de Ciencias Políticas o Sociología en la idiosincrasia de estos nuevos movimientos alternativos, pero finalmente el proyecto se convirtió en un libro con carácter divulgativo donde se recogen esas experiencias pero de manera teórica: están contadas por las personas han desarrollado esos cambios, a modo de vivencias, para poder trasladar la visión de que "con mucho esfuerzo" pueden llevarse a cabo.