Jaime Alekos es un periodista independiente especializado en derechos humanos y maltrato animal. Ha realizado coberturas de desahucios en España durante la crisis económica, ha documentado la mal llamada crisis de refugiados en zonas como Grecia o Serbia e incluso ha abordado por medio de un corto-documental un tema que, hoy en día, divide a la sociedad española en su denuncia y defensa: la tauromaquia.
Alekos, que generalmente trabaja por cuenta propia produciendo, grabando y editando sus propios trabajos, estrenó este documental, bajo el título de Tauromaquía, en septiembre de 2017. Desde entonces, ha sido presentado en diversos festivales y eventos y ha obtenido criticas para todos los gustos, desde tacharlo como un documental "fraudulento y manipulador" por parte de los defensores taurinos a la satisfacción de organizaciones animalistas que trabajan por reflejar el sufrimiento de estos animales durante la lidia.
La reacción taurina que más le ha gustado, afirma Alekos en una entrevista con eldiarioclm.es, es la del periodista Rubén Amón, que le dedicó una columna en El País tras la publicación de la cinta y quien, a pesar de llamarle también "manipulador", afirmó que "no tenía razones para defender la tauromaquia" ya que es "irracional y no las necesita".
Con este documental, el videoperiodista, recientemente galardonado con una mención de honor del certamen Pictures of the Year International (POY) por una investigación que realizó sobre las torturas de la policía húngara a los migrantes, muestra durante unos 30 minutos los tres tercios de la lidia del toro "como nunca se habían visto antes sus expresiones faciales, su lenguaje corporal y sus reacciones".
Se trata de un trabajo que va a ser expuesto este viernes en el Cine Fórum organizado en la biblioteca municipal de Illescas (Toledo) por Izquierda Unida Illescas (Toledo) y con la colaboración de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (AVATMA), bajo el nombre 'La Tortura no es Cultura'. Una iniciativa en la que se abrirá después un debate con representantes de organizaciones animalistas, ecologistas o políticas y que a Alekos le parece "estupenda" ya que, según señala, es "difícil encontrar espacios donde se atrevan a proyectar Tauromaquia".
Unos meses después de que se publicara tu corto-documental sobre Tauromaquia, ¿qué ha acogida ha tenido tanto en los colectivos antitaurinos como en los defensores de la tauromaquia?
En los colectivos antitaurinos me suelen dar las gracias porque, en sus palabras, Tauromaquia les recuerda exactamente por lo que llevan luchando años y desmonta todos los clichés que utilizan los taurinos como argumentos.
Por parte del mundo del toro las reacciones han sido principalmente de rechazo. Por ejemplo, en la revista Bous al carrer decían que era un documental manipulador desde el mismo día en el que se anunció el estreno, para el que todavía faltaban semanas. Antonio Lorca, el crítico taurino de El País, escribió que era un documental "mentiroso, manipulador, fraudulento, propagandístico y, además, un pestiño".
La reacción taurina que más me ha gustado por el momento fue la de Rubén Amón, que le dedicó a Tauromaquia una columna en El País y al día siguiente me dedicó una sección en Onda Cero. Después de verlo, también me llamaba manipulador, pero decía que no tenía razones para defender la tauromaquia, que la tauromaquia es irracional y no las necesita.
¿Hay personas que se hayan puesto en contacto contigo después de estrenarse el documental para expresar su disconformidad con él o que, por el contrario, hayan cambiado su visión sobre la tauromaquia tras visionarlo?
Ambas. El público disconforme es siempre el público taurino y su argumento es siempre que Tauromaquia ofrece una versión que, aunque no deja de ser cierta, está sesgada. El que dice esto es porque no ha entendido el documental o no lo quiere entender. Tauromaquia muestra la versión del toro, la experiencia del toro durante la lidia. Es un concepto claramente acotado y con el que además voy de frente. Hay toneladas de bibliografía y filmografía sobre todo lo demás, pero este ángulo no se había contado nunca. Por eso precisamente lo hago. Que me vengan con que no hablo de la diferencia entre una verónica y media verónica o que en el documental no sale cómo el torero se pone el traje de luces es como si hago un documental sobre cómo afecta el cambio climático a los pingüinos y me dices que está sesgado porque no he hablado de la editorial Penguin Random House.
He tenido audiencia también muy sensata, gente en la mitad del espectro, ni taurinos ni antitaurinos, que sí han entendido el documental. Lo que vienen a decir es lo que yo he intentado: que después de ver el documental tienen más información para formar su propia opinión.
En esa línea, me gustó mucho una reseña que hizo Antonio Tinoco, que entendió el documental perfectamente. Decía que no juzgo, que ni siquiera es un documental antitaurino, que solo expongo. Y que Tauromaquia se encuentra el dolor del toro que, por la forma de expresarse de muchos aficionados, parece que no existiera. Y existe.
Quien no haya visto este trabajo, ¿qué puede encontrar en él? ¿es apto para todo tipo de público?
Tauromaquia cuenta lo que le pasa al toro en la plaza de toros. Por supuesto que es apta para todo tipo de público: la tauromaquia es patrimonio cultural inmaterial español y a las corridas, en donde están grabadas todas la imágenes, no solo asisten niños y adolescentes, sino que además se trata de incentivar su asistencia.
¿Cómo acoges que tu trabajo se presente en foros como el de Illescas para ejemplificar ideas tales como 'la tortura no es cultura'?
Me parece estupendo. Es difícil encontrar espacios donde se atrevan a proyectar Tauromaquia.
En tu papel como videoperiodista has cubierto temas relacionados con la crisis financiera en España o la crisis de refugiados en Grecia, ¿qué papel juega la información a través de la imagen y el sonido en este tipo de coberturas? ¿Es más necesario hoy en día aportar este tipo de material en la información para que llegue al público?
Yo trabajo en audiovisual porque es el medio en donde me siento más cómodo, utilizando sobre todo la fotografía, el montaje y la música para contar una historia. Pero lo fundamental en un periodista es entender qué pasa. Por ejemplo, hace no mucho un medio de comunicación denunciaba un acto vandálico intimidatorio en la fachada de su redacción, les habían pintado "PESTE" con spray. Bueno, pues resulta que 'La Peste' es una crew de graffiti. Y que la pintada no era ninguna amenaza dirigida contra ellos, sino un simple "tag": al que lo pintó le daba igual que fuera una redacción, de hecho seguramente ni estaba al tanto, solo quería que se viera su nombre. No era difícil de deducir por la caligrafía y el lugar de la pintada y con una simple búsqueda en Google se habrían dado cuenta, pero a día de hoy siguen convencidos de que era una pintada amenazante. Eso, o algo mucho más grave que no quiero creer, que es que publican información falsa conscientemente. Es el primero que me ha venido a la mente, pero lo veo a diario: periodistas, profesionales de la información, con la visión distorsionada por sus emociones y prejuicios. ¿Cómo van a explicarnos a los demás qué es lo que está pasando si no son capaces de verlo? Esto, y es a lo que iba, común al periodismo escrito, al fotoperiodismo y al videoperiodismo y mucho más importante que el lenguaje en si mismo.
Recientemente has sido galardonado con un premio del certamen Pictures of the Year International (POY), ¿por qué trabajo en concreto has recibido esta distinción? Y, en este sentido, ¿cómo fue la cobertura que realizaste?
Recibí una mención de honor por una investigación que hice sobre las torturas de la policía húngara a los migrantes que atrapan intentando cruzar su frontera. En Serbia, un país tradicionalmente de paso en la ruta migratoria de los Balcanes, quedaron atrapadas unas 8.000 personas después del cierre de fronteras de marzo de 2016. Principalmente de Siria, Afganistán y Pakistán. Viajaban hacia la Unión Europea, muchos tienen ya familiares en Alemania, Francia o Inglaterra. Cuando hice el trabajo, en invierno de 2017, había grupos que intentaban cruzar la frontera húngara para seguir su viaje todas las noches. Tampoco querían quedarse en Hungría, pero les pilla en medio. Hungría en marzo de 2016 puso una valla con vigilancia militar y tecnología punta a lo largo de toda su frontera y atrapan a casi todos los que intentan cruzar. Todos, no es una exageración, todos los migrantes que habían sido atrapados por la policía húngara reportaban palizas y humillaciones sistemáticas antes de ser devueltos. Puñetazos, patadas, les caminaban por encima, les escupían, insultaban, les tiraban vino por encima. Les hacían descalzarse en la nieve. A niños y ancianos. Algunos caían desmayados porque no podían más. Pasé mes y medio recogiendo y cruzando testimonios en Belgrado y la zona de Palic-Subotica-Horgos, además de documentar la situación de miseria en la que estaban viviendo en Serbia, hasta que tuve material para apuntalar la historia.
¿En qué proyectos está trabajando Jaime Alekos actualmente?
Acabo de terminar un montaje largo de la investigación de Serbia, de la que originalmente salió publicada una versión corta -cosas de los editores- en prensa, y que está empezando a ser seleccionada y proyectada en festivales. Ahora mismo estoy trabajando en la distribución y todavía no he tenido tiempo para empezar un proyecto nuevo, aunque tengo ya varias ideas a las que les estoy dando vueltas.