Nuestros pueblos se enfrentan a su verano más atípico sin sus fiestas patronales. Justo en el año que más lo merecen nuestros vecinos, justo en el año que más sacrificio hemos hecho todos al cumplir perfectamente con las restricciones que dictaminaban las administraciones sanitarias y gubernamentales, justo cuando más nos pide el cuerpo recuperar esos momentos de alegría y confraternización, no podemos disfrutar a lo grande, en las calles, con los nuestros. Y es que si queremos acabar de verdad con el maldito coronavirus nos toca hacer otro esfuerzo más, esperando que sea el último, viviendo estas fiestas de 2020 como nunca: sin pregones, sin verbenas, sin casetas, sin procesiones, sin pólvoras, sin campeonatos deportivos, sin limonadas en la plaza, sin reinas de las fiestas, sin orquestas, sin recintos feriales… sin tantas y tantas cosas que, al recordarlas, nos llenan de tristeza. Esta vez toca disfrutarlas con el corazón.
Son las ‘no fiestas’ por la COVID-19. Salvo en contadas excepciones, la seguridad sanitaria y el temor al coronavirus se han impuesto a esa combinación de tradición y jolgorio que han hecho tan especiales las fiestas patronales de nuestros pueblos. Los responsables políticos no podemos apelar a otra cosa que no sea la responsabilidad de todos. Habrá Guardia Civil y Policía Local por nuestras calles velando por nosotros, seguro, pero será mucho más eficaz disfrutar de estas fechas si somos responsables también en los locales cerrados y en las casas particulares.
Hay un hecho claro: el día de la Virgen o el del patrono del pueblo de turno seguirá siendo el mismo. Aunque este virus nos haya causado muchas malas noticias y se haya llevado a muchos familiares, amigos y conocidos por el camino, la vida sigue y el calendario no se detiene. Seguro que a nuestros vecinos que se han ido no les gustaría vernos sin ganas de celebrar unas fechas tan esperadas. Se lo debemos a ellos, pero siempre con responsabilidad. Sean como sean las fiestas de este 2020, no olvidemos que volveremos a celebrarlas como merecemos, con la alegría que ellos pusieron en unos días únicos.
Los ayuntamientos, que han estado al pie del cañón desde el primer día de esta pandemia, también se han reinventado en lo que a fiestas se refiere. Aparecen nuevas y novedosas propuestas culturales, cine al aire libre, música callejera o vivencias de la tradición de una forma más austera y sencilla. Todo por intentar darle a los paisanos una alegría en un momento tan difícil. Por esto y mucho más, desde las administraciones superiores, no se puede dar la espalda a los gobiernos locales en las decisiones que se tengan que tomar a partir de ahora.
Nos ha costado mucho sacrificio vencer en una primera batalla a la COVID-19, ahora no podemos echarlo a perder. Porque esto no va de acribillar a multas a vecinos y visitantes, sino de que cale un mensaje de responsabilidad entre todos que nos permita volver a celebrar por todo lo alto las próximas fiestas. Los pueblos toledanos y sus vecinos se lo han ganado.
Artículo de opinión de Julio Comendador Arquero, diputado provincial y portavoz de Ciudadanos (Cs) en la Diputación de Toledo