Santa María de Benquerencia es un barrio de Toledo al que popularmente se conoce como el ‘Polígono’. Sus orígenes se remontan al año 1964 cuando comienzan los primeros movimientos de tierra para la implantación de empresas en la zona. Y no es hasta el año 1971 cuando los primeros ‘inquilinos’ del futuro barrio residencial llegaban a la zona.
Desde entonces ha llovido mucho. Hoy tiene más de 20.000 habitantes e, históricamente, ha sido el barrio más reivindicativo, obrero y de izquierdas. Tras 45 años, su identidad como colectivo social es una de las más fuertes de la ciudad pero…el paso del tiempo ha roto algunos esquemas.
Es lo que pone de manifiesto un estudio que forma parte del llamado ‘Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural’ (ICI) que la Obra Social La Caixa viene desarrollando en esta zona de Toledo desde julio de 2014 con el apoyo del Ayuntamiento.
Acaba de publicarse una monografía que recoge el resultado de año y medio de investigación en la que han participado 600 personas y 25 entidades y profesionales del ‘Polígono’: empresarios, políticos, técnicos, funcionarios públicos, socios de entidades, asociaciones de vecinos, entidades deportivas, instituciones sanitarias, centros educativos, colectivos de personas con oportunidades diferentes, grupos de jóvenes, centros de mayores, niños, representantes de minorías étnicas, personas con capacidades especiales, etc..
La idea, como ya se venía haciendo en otras 39 ciudades españolas, era promover la cohesión social en esta zona de la ciudad caracterizada por una amplia diversidad cultural - hay hasta 55 nacionalidades - con un trabajo previo de estudio para después definir retos y propuestas.
Un barrio donde se vive “a gusto”
Los resultados del estudio arrojan datos que apuntan una gran satisfacción mayoritaria de vivir en el territorio y también un fuerte sentimiento de pertenencia y arraigo local. De hecho, el 92% de las personas encuestadas manifiesta sentirse muy o bastante a gusto viviendo en el Polígono.
También existe un sector mayoritario de población con posiciones de aceptación de la diversidad: un 94% de la población asegura que le parece bien o muy bien la diversificación religiosa.
Finalmente, existe una valoración muy buena por parte de la ciudadanía de los profesionales de la administración local presentes en el barrio, especialmente de los ámbitos de educación y salud.
Los mitos rotos
Uno de los resultados de este estudio que rompen con uno de los ‘mitos’ atribuidos a Santa María de Benquerencia es que pese a la imagen activa que acompaña al Polígono, hoy en día existe una baja participación real de sus vecinos. Pese a este dato, Isabel Ralero apunta que no se ha perdido la idea de un barrio “hecho a sí mismo donde esa participación existe cuando es necesaria porque está en su ADN”.
De hecho, uno de los detalles más sorprendentes ha sido el interés de los jóvenes del barrio en participar en el estudio. “Todos tenemos prejuicios pensando que a los jóvenes no les va a importar esto y en el IES Alfonso X han promovido muchos debates”. En sus aportaciones una conclusión “quieren más participación, espacios y actividad sin tener que desplazarse a otros barrios en su tiempo de ocio”.
Además, la imagen de barrio peligroso proyectado sobre el Polígono en otros tiempos no se corresponde con la realidad. “Cuando hemos hablado con la Policía Local, la cifra de conflictividad no llega a las de otras zonas, como por ejemplo la avenida Portugal”.
Entre sus vecinos existe una muy baja percepción de hostilidad, lo que representa un buen punto de partida para favorecer la convivencia en el barrio. En este aspecto la coordinadora del proyecto Isabel Ralero explica que en este barrio “las personas coexisten pero no conviven”.
Un barrio cómodo y socialmente responsable
Una de las potencialidades del barrio del Polígono es su accesibilidad. Según Isabel Ralero hay una gran concentración de entidades que trabajan la diversidad funcional precisamente por su carácter accesible.
“Es un barrio amable. Un territorio socialmente responsable, muy accesible y urbanísticamente muy cómodo”, comenta, donde hay mucha gente que “cuida los jardines públicos por iniciativa propia”. Es otra de las características del barrio a tener en cuenta para “crear una red de huertos urbanos en la zona” junto a la incipiente idea de crear escuelas de pacientes.
Es un barrio que los más pequeños “perciben en línea recta y muy, muy verde. Algo que contrasta con su idea del Casco Histórico del que nos dijeron que es redondo y sin zonas verdes”.
En un año Isabel Ralero espera respuestas “coordinadas” a todas estas conclusiones creando espacios comunes de trabajo entre ciudadanía, instituciones y técnicos. “Debemos ser conscientes de que para avanzar hay que construir conjuntamente. Cambiar el chip del individualismo”, explica.
“Nuestro interés es la auto-sostenibilidad y que la comunidad asuma esta forma de trabajar para dar respuesta a sus propias necesidades” relacionadas el desempleo, la vivienda, la convivencia vecinal en algunas zonas del barrio y las nueva propuestas para los niños.