"No he conocido la paz en mi vida, pero no busco más que la paz. Tenía tres años cuando la independencia de mi país, seis cuando empezó la rebelión tuareg, nueve en el primer año de la sequía, doce en el del cólera, quince en el de la gran sequía. Hasta mis 34 años viví bajo un régimen militar. Y desde entonces lo hago entre las guerras esporádicas causadas por la rebelión tuareg y una paz precaria. Tengo 54 años y no puedo dormir en paz. En las calles de mi ciudad los hombres pierden la vida y son secuestrados".
Estas palabras son de Ismael Diadié, poeta, filósofo e historiador, natural de Tombuctú (Malí) y están dirigidas al premio Nobel de la Paz el arzobispo emérito Desmond Tutu (Sudáfrica) en un escrito que realizó en Ciudad del Cabo en 2012 y en el que le pedía llevar a cabo un acto por la paz en Tombuctú y el resto del mundo.
Esta misiva es el prologo de 'Diario de un bibliotecario de Tombuctú' (Editorial Almuzara, 2017), que Diadié presentó en el espacio Urbana 6 de Toledo a través de un peculiar diálogo con el periodista Enrique Sánchez Lubián, para quién queda claro que el autor expone en este libro "mucho más" que la historia sobre la protección del Fondo Kati.
En él, el filósofo narra la crudeza de los días en Tombuctú desde la ocupación del norte de Malí del grupo armado separatista tuareg conocido como Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad. Episodios desgarradores en los que Diadié no vivió "tanto miedo como aquellos días" en los que fueron asesinados varias personas del entorno del maliense, el último guardián del Fondo Kati que su antecesor el juez musulmán Ali ben Ziyad al-Quti comenzó a construir hace ya 550 años, desde que él y su familia fueron expulsados de Toledo, en 1467, y se llevó consigo cerca de los 400 manuscritos que conformaban una biblioteca que estableció después de un largo viaje en Tombuctú.
Actualmente, el Fondo Kati cuenta con 12.714 manuscritos, 1.102 de ellos llevan en sus márgenes 7.126 textos sobre la historia de Al-Ándalus, del Sur de Francia, de los Imperios de Gana, de Mali, del Songhai y de la propia familia Kati. Diadié es el principal responsable de que este tesoro esté a salvo y se hayan puesto en marcha iniciativas para poder exponerlo en varias ciudades andaluzas interesadas en este patrimonio, como Jerez o Málaga.
En este sentido, Toledo, por los lazos históricos que tiene la familia de Diadié, es otro de los lugares donde se pretende establecer una sede para exponer parte de estos fondos, una iniciativa a la que en el año 2014, acompañó la distinción del Ayuntamiento de Toledo al filósofo con la Medalla de Oro de la ciudad. No obstante, fuentes del Gobierno regional consultadas por Europa Press confirmaron que aunque se mantienen reuniones sobre este asunto, aún no se ha determinado cuál será la sede definitiva en la capital regional para exponer los manuscritos.
Un mundo en "blanco y negro" y la esperanza de poder despertar
El misterio que entraña la localización actual de estos fondos se justifica con el peligro que corrían estos con la ocupación del grupo armada tuareg de Tombuctú. Diadié relató cómo la censura en Malí se apoderó de la libertad cultural y de pensamiento que intelectuales como él intentaban disfrutar en el país africano. En 2013, se vio obligado a sacar del país una parte de los legajos debido a los ataques de yihadistas que acompañaban al mencionado grupo tuareg.
"Somos seres débiles y cualquier cosa puede acabar con una vida, con una lucha, con un sueño. Es lo que he aprendido a la hora de enfrentarme a este diario. Durante los últimos años, he ido luchando con mis propios miedos, angustias y esperanzas, y con el mundo en el que estaba sumergido", describió Diadié en la presentación de este diario que comenzó a escribir en el contexto de la guerra que comenzaba a asolar Tombuctú en el año 2012.
Un diario que "pone enfermo", según le trasladó uno de sus lectores al maliense, al que reveló que a falta de "diez páginas" para terminar el libro tuvo que dejar de leerlo para poder concluirlo meses después. Por desgracia, cuenta Diadié, la situación actual en Tombuctú sigue siendo angustiosa y los yihadistas siguen sembrando el terror en el norte de Malí. "Están en la misma lógica que los nazis, o como cualquiera que crea tener la verdad de su lado", reflexiona el autor.
"Sinceramente, hace cuatro o cinco años, mi sueño ha sido poder dormir. Mi esperanza ha sido poder despertarme. Es la triste realidad de las personas que viven donde caen bombas. Nuestra única esperanza con esta realidad es sobrevivir a un día y a otro", explica Diadié, al tiempo que señala que "hace años soñaba con un edificio para la biblioteca, con digitalizarla, publicar todos los libros, exponerlos o poder unificar a la familia para retomar nuestra larga andadura".
Un viaje de ida y vuelta marcado por las barbaridades del ser humano a lo largo de su historia, que han traído de nuevo a Diadié a Toledo mientras escapa -física pero no mentalmente- de una situación que hace 550 años hizo a sus antepasados abandonar la conocida como ciudad de las tres culturas.