Es un escenario habitual en la sierra albaceteña pero hasta hace poco no lo era tanto en parte de los parajes de La Mancha. A ambos lados de la denominada Autovía de los Viñedos, que recorre una franja de este territorio, a los olivares y vides se ha unido en los últimos años el color blanco de los almendros, transformando el paisaje marrón y ocre de las tierras de Don Quijote. Casi 80.000 hectáreas de este cultivo existen ya en Castilla-La Mancha debido a un ‘boom’ de este producto propiciado por la subida del precio, hasta niveles históricos, de todas las variedades de almendra y que se ha disparado especialmente en los últimos tres años.
La cuestión sobrepasa los límites de la región. Hay una demanda de almendra a nivel mundial ocasionada por las continuas sequías que han azotado al principal exportador: Estados Unidos. En los valles de California, donde se ha realizado una producción intensiva, las últimas plantaciones no han sido rentables, lo que ha provocado un efecto dominó. “Al dejar de abastecer el principal productor mundial, los precios han subido y se ha convertido en un cultivo alternativo en muchas comunidades autónomas de España”, explica Ramón Sáez, de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA).
No solo han influido los precios. Se trata además de un cultivo que se adapta bien al secano y ha logrado sustituir a la producción castellano-manchega de cereales, en continua caída durante los últimos años y con “precios ruinosos”. “Con muy poca mano de obra y tratamiento, resulta ahora muy rentable, porque requiere además menos gasto de gasóleo y fertilizantes”, precisa Sáez.
Ya existía producción autóctona en Castilla-La Mancha, sobre todo en la provincia de Albacete, pero se trataba de variedades de almendra como la Marcoma o el Desmayo de cosecha muy temprana. En la actualidad, la expansión por toda la provincia y hacia La Mancha toledana, se está realizando también con otras variedades más tardías que garantizan la producción todos los años en mayor o menor rango. Es más, incluso con el almendro de regadío la producción es estable “porque requiere muy poca aportación de agua”.
El impacto económico que pueda alcanzar este cultivo supera todas las expectativas, pero se sabrá de manera más concreta cuando se haga el próximo cómputo de las ayudas de la PAC. Lo cierto es que el número de superficie cultivada se ha duplicado en los últimos años, ya que en el año 2012 no alcanzaba las 40.000 hectáreas. “No sabemos cuánto durará este ‘boom’ y si en los próximos años la oferta a nivel mundial estará cubierta con nuevas plantaciones en Estados Unidos, pero de momento, es un producto rentable y en alza”, consideran desde UPA.
Un sector "sorprendente"
La impresión es la misma en Cooperativas Agro-Alimentarias de Castilla-La Mancha. Emilio Galdrán, portavoz del sector de frutos secos de esta entidad y gerente de la cooperativa Almendras Sierra del Segura (Albacete), detalla que el precio ha pasado de tres euros el kilo a casi nueve o diez euros en los últimos seis años. Asegura que el mercado de la almendra se ha convertido en un sector “sorprendente” en el que resulta difícil realizar estimaciones. Considera que aunque los precios vuelvan a bajar, si logra mantenerse en 5,5 euros, la producción resultará rentable porque influyen otros factores: “los árboles aguantan bien incluso las heladas y se adaptan perfectamente a la climatología”.
“Ahora se cuidan más los campos, hay mejores cosechas, y ha aumentado la producción, pero no empezaremos a notar realmente el beneficio hasta dentro de un par de años”, avisa Galdrán con cierta prudencia, aunque apunta que el auge hacia el norte de La Mancha es innegable y que incluso hay muchas cooperativas de vino de Toledo y Ciudad Real que se han puesto en contacto con ellos para que les asesoren en el cultivo de almendros.
“Está cambiando el paisaje, pero también es cierto que los precios no van a subir más, y no hay más expectativa que lo que se ha aumentado hasta ahora. Esperaremos a que empiece la próxima campaña para ver si esos precios se mantienen”, concluye.