Seguro que desde hace una semana no escuchamos con la misma intensidad los cantos de los pájaros que de manera habitual nos acompañan en las ciudades. Es porque están sufriendo los estragos del temporal que ha asolado con mayor virulencia el centro peninsular. Mientras que las aves migratorias que atraviesan nuestro país echaron el vuelo a finales del verano y durante el otoño hacia el Sahel, la avifauna urbana sigue con nosotros picoteando la nieve que sigue congelada en el suelo, en las terrazas, balcones y tejados. ¿Podemos y debemos ayudar a estos pájaros?
El experto en fauna Eugenio Fernández explica en primer término que a gorriones, carboneros, herrerillos, y en cierta medida los mirlos, les está resultando muy difícil, ante este temporal excepcional, encontrar alimento y refugio. Son principalmente omnívoros y se alimentan de migas de pan, grano, semillas y brotes, complementándolo con insectos para alimentar a sus polluelos en primavera. Pero todo ello está ahora cubierto por el hielo y la nivele congelada.
“Ahora lo están pasando mal y es inevitable asumir una cierta mortalidad. Pero les podemos echar una mano”. Se refiere al hecho de que les ayudemos colocando pequeños comederos o cuencos con migas de pan, pipas o uvas pasas, en los alféizares de las ventanas o en los balcones y terrazas hasta que finalice el temporal. De hecho, durante estos días han abundado en redes sociales consejos para ello, para ayudarlas a sobrevivir.
¿Es adecuado alimentar fauna silvestre en las ciudades?
Muchas personas pueden preguntarse si es adecuado alimentar fauna silvestre en las ciudades. “Aquí es importante distinguir. Las palomas son muy abundantes y oficialmente son consideradas una plaga, pero cada uno tiene la opinión que le merezcan. De todos modos, también tienen mucha movilidad, son tan abundantes en el campo como en la ciudad y van a saber buscar los mejores sitios para seguir adelante. Pero los pájaros más pequeños lo tendrán más difícil. Les podemos echar una mano porque también nos hacen el favor de controlar insectos. Invertir en ellos es invertir en nosotros ya que en primavera y en verano contribuyen a que haya menos mosquitos, menos tábanos, menos moscas, sobre todo en las zonas cercanas a los ríos”, argumenta Eugenio Fernández.
Este experto también apela a una visión poética y emocional de su supervivencia en las ciudades, recordando que durante el confinamiento domiciliario “nos alegraron con sus cantos y sus cabriolas”. Defiende ver también la fauna y la naturaleza desde el punto de vista poético, puesto que “eso también es un servicio ecosistémico”. “Yo defiendo que la naturaleza y la fauna nos prestan un servicio de salud mental. Es un quid pro quo”.
En cuanto a las aves esteparias, muy abundantes en Castilla-La Mancha, Madrid o Tierra de Campos (Castilla y León) y que dependen mucho de picotear semillas y brotes en los cultivos de secano, explica que son avezadas y fuertes y que hasta que el hielo desaparezca encontrarán alimentos en otros lugares no congelados.
“Esto es más normal en el este de Europa, está muy documentado un comportamiento migratorio de las aves esteparias, pero en la Península Ibérica esto no está marcado, porque aquí nuestros inviernos son suaves. Aún así es importante tener en cuenta que nuestras aves esteparias no se quedan desamparadas ante una nevada excepcional como la actual y van a ir buscando sitios despejados para poder seguir comiendo”, concluye.