Chueca es un pequeño municipio de unos 300 habitantes ubicado en una llanura de la comarca de los Montes de Toledo, cerca de la sierra de Nambroca. Hace 15 años, la vista más peculiar que tenían sus habitantes era una montaña de escombros, formada principalmente por electrodomésticos desechados y restos de obras. Por entonces, los puntos limpios no tenían el desarrollo actual ni existía el Consorcio de Gestión de Residuos que ahora lleva a cabo la Diputación provincial.
Pero actualmente esa zona, de aproximadamente de dos hectáreas de extensión, se ha convertido en un área verde para el recreo y el disfrute al aire libre. El Ayuntamiento, con ayuda de otras administraciones, del Grupo de Desarrollo Rural Montes de Toledo y de las propias “indicaciones de la naturaleza”, lo ha convertido en un “oasis ecológico”.
Tras años de acumulación de residuos y escombros, en el año 2010 el Ayuntamiento recibió una subvención para la clausura y sellado del vertedero. “Ahí empezó todo”, cuenta el alcalde de la localidad, Santiago Casas. Se realizó una clasificación de los residuos, se recogió en contenedores, se trasladó a las plantas de gestión ya habilitadas para ello y se procedió a sellarlo con tierra, extraída a su vez de la propia parcela mediante un desbarranque.
Esa era al completo la idea inicial, pero hubo una sorpresa: se produjo un episodio de lluvias continuadas que generó una laguna en la parte de la tierra extraída, lo que provocó a su vez el nacimiento de vegetación “que hacía muchos años que no se veía” en el pueblo. Después acudieron las aves y “fue como una señal”.
“Íbamos a tapar el barranco, pero al estar tan cercano al pueblo, a apenas 500 metros, decidimos seguir el camino que la naturaleza nos estaba marcando en cuanto a la vegetación y a las aves que estaban acudiendo”, señala el alcalde. A partir de ahí, el Ayuntamiento cercó la laguna, llevó allí a ocho parejas de patos “que están encantados de la vida” y ya se ha instalado mobiliario como mesas de picnic, papeleras, bancos. Además, en la plataforma del antiguo vertedero se ha realizado una pista de voleibol y otra de petanca.
Todo ello alrededor del agua que “llegó para quedarse”. Porque para evitar que la sequía pueda dejar vacía la laguna, el Ayuntamiento, con ayuda del Gobierno regional, va a realizar el bombeo del agua mediante energía de placas solares para que esta charca se mantenga de manera constante al margen de que llueva más o menos. Por otro lado, en breve se comunicará también el lago a través de unas escaleras con la explanada del antiguo vertedero, que ahora acoge las dos pistas deportivas.
Vecinos y vecinas ya están disfrutando de esta zona verde en una zona de prado que es propiedad del Consistorio municipal. De hecho, son 14 las hectáreas de suelo público que ahora “pueden seguir aprovechándose” en espacios "para poder respirar". El Ayuntamiento está elaborando un proyecto a medio plazo para seguir ampliando este “oasis” con carriles-bici y vías verdes de paseo, para lo que ya han pedido financiación al Ejecutivo regional y a la Diputación, las mismas administraciones que han ayudado a realizar la zona ya habilitada junto con el Grupo de Desarrollo Rural Montes de Toledo. A todo ello ha contribuido que, en paralelo, se hayan plantado unos 400 árboles, entre olmos, fresnos y otras especies, a lo largo de la última década.
De momento este espacio no tiene nombre, esperando a que esté definido todo el proyecto, pero los vecinos y vecinas lo han acogido “con mucha satisfacción”, tanto por su cercanía al pueblo como por el hecho de que nunca hasta entonces habían tenido una zona así. “Pasar del impacto visual de ver una montaña de escombros a tener lo que tenemos ahora ha sido una maravilla. Demuestra que cuando cuidas a la naturaleza, la naturaleza te lo devuelve con creces. Lo tenemos más que comprobado”, concluye el alcalde.