La evidencia científica ya no deja lugar a dudas. El cambio climático contribuye a aumentar la carga de enfermedades y de muertes prematuras, siendo este un fenómeno que “irá acentuándose en las próximas décadas”. Así lo consideran desde el Gobierno de Castilla-La Mancha, que ha organizado unas jornadas sobre salud relacionadas con los efectos del calentamiento global, coordinadas por el investigador Jesús Marcos Gamero. En las mismas, el climatólogo Jonathan Gómez Cantero ha querido ir más allá, augurando que es “muy probable” que el cambio climático provoque en el futuro más muertes por calor que por frío. Con ello se invertiría la tendencia actual, que refleja mayor mortalidad asociadas a las bajas temperaturas.
Son muchos los datos, experiencias y propuestas que esta jornada de la Consejería de Sanidad ha puesto sobre la mesa. En todo el bloque referido a las consecuencias más directas y ya analizadas de este fenómeno, Gómez Cantero, también presentador de ‘El Tiempo’ en Castilla-La Mancha Media (CMM), se ha referido principalmente al II Estudio de Efectos del Cambio Climático presentado hace meses, pero ha aportado algunos indicadores nuevos. Todos ellos reveladores del escenario actual.
A este respecto, el climatólogo ha resaltado que las estaciones están “modificando su comportamiento” y que aunque en principio el aumento de un grado puede parecer muy poco, en términos climatológicos supone una “auténtica barbaridad”. De hecho, es lo que ya reflejan algunos observatorios de Castilla-La Mancha, desvelando que, por ejemplo, entre 2016 y 2017 en esta región se encadenaron 365 días consecutivos sin heladas. “Es algo bueno para el campo, pero muy malo para la salud”, ha afirmado.
El dato de mayor relevancia es que progresivamente se están produciendo ya más olas de calor que de frío y que por ello es “muy probable” que el cambio climático invierta la tendencia actual y en el futuro haya más mortalidad relacionada con las temperaturas altas extremas. La prueba, ha añadido, es que este fenómeno ya está incidiendo en zonas "prototípicamente frías" donde se están alcanzando temperaturas máximas de récord.
En base a otro estudio realizado más recientemente, sobre los impactos en toda España, Gómez Cantero ha precisado que desde 1971 a 2018 no han dejado de aumentar las temperaturas máximas en todo el país. Como media, cada 10 años han aumentado casi medio grado (0,36), con un acumulado total de 2,16 grados. ¿Qué supone esto? Básicamente, y si se analiza el aumento por estaciones, la primavera “está desapareciendo”: su temperatura ha aumentado razón de 0,56 grados cada diez años en ese mismo periodo de tiempo, en total 2,63 grados. Es este un punto que “muy claramente se debe tener en cuenta de cara a a los enormes riegos para la salud”.
Finalmente, ha adelantado nuevos datos provinciales que considera “tremendamente reveladores": en Ciudad Real, entre los años 70 y 2017 el verano ha aumentado un mes y medio; en Albacete los veranos se han adelantado un mes en ese mismo periodo; en Cuenca, más de un mes, siendo la provincia que más marcado tiene el calentamiento global; en Guadalajara, el hecho más destacable es la fecha de fin del verano, que se ha alargado desde primeros de septiembre a primeros de octubre; y en Toledo, los veranos han pasado de comenzar a finales de junio a hacerlos a principios de ese mes.
Otra de las aportaciones más interesantes de la jornada ha sido la del director de la Oficina de Cambio Climático de Castilla-La Mancha, Alfonso Rodríguez, quien ha centrado su intervención en indicadores y comparativas para reflejar también el aumento progresivo de las temperaturas. Un episodio de ola de calor, ha dicho, no es indicativo de cambio climático, pero sí lo son cuando se repiten: “Hablamos entonces de muchas variables que inciden en el clima, como el calentamiento global, que tiene un efecto arrastre sobre el resto de variables” y que son incorporadas a los estudios del panel del IPCC (el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, en sus siglas en inglés).
La "paradoja" de incrementos térmicos con menos actividad solar
Se ha referido así a la “paradoja” de que actualmente, estando en el mínimo de actividad solar, suframos máximos incrementos térmicos y disminución de las precipitaciones, y también ha incidido en el impacto en la salud. “Hemos vivido los cinco años seguidos más cálidos desde 1981”, ha recalcado, apuntando que, en base a las mediciones en triangulación de las estaciones de la AEMET y de otras, las cuencas del Tajo y del Júcar son las más afectadas, con un 30% menos de precipitaciones. En general, "estamos en la década más seca de los últimos 50 años”.
Alfonso Rodríguez ha recordado que en Castilla-La Mancha existe una Estrategia contra el Cambio Climático desde el año 2010, ahora revisada con nuevos horizontes para 2020, 2030 y 2050. Está basada en propuestas de mitigación, sumideros y adaptación, porque “ya no es reversible” y ha avisado de que, en el caso de esta región, sí se conseguirán los objetivos para el próximo año (reducir un 10% las emisiones de gases de efecto invernadero) pero no será así en 2030: el objetivo es una reducción del 26% y en esta comunidad autónoma calculan que podrán llegar al 15%. En este sentido, ha explicado que se está consiguiendo “descarbonizar” la producción pero que es un proceso que debe hacerse sin que se resienta la economía. “Aquí cuesta mucho más trabajo reducir esos porcentajes porque hay muy pocas emisiones”.
Desde el ámbito sanitario, Ángel Moral de Gregorio, del Servicio de Alergología del Complejo Hospitalario de Toledo, ha realizado un repaso de las enfermedades relacionadas con los pólenes, que han aumentado en los últimos años debido a la contaminación y al cambio climático. Es más, ese incremento se ha producido en todo tipo de rinitis alérgicas, que además son cada vez más “agresivas”. Otras variables que ha significado son el cambio de metabolismo de los árboles en zonas urbanas generando proteínas alergénicas “por estrés”; o el hecho de que los gases de efecto invernadero actúen como fertilizante de las plantas, lo que también favorece el aumento de pólenes, y periodos de polinización más largos.
Previamente a estas intervenciones, el consejero de Sanidad en funciones, Jesús Fernández Sanz, ha definido parte de las líneas estratégicas en materia de cambio climático y salud. Según ha dicho, el Gobierno regional trabaja con profesionales de diferentes áreas, como alergólogos, cardiólogos, geriatras, especialistas en Salud Mental, meteorólogos y especialistas en Medio Ambiente, entre otros, para poder articular una respuesta.
En los próximos años, ha afirmado, hay que hacer frente a “cambios de perfil de morbimortalidad”, con enfermedades emergentes/reemergentes alergológicas, epidemiológicas, dermatológicas, mentales, pulmonares o cardiovasculares, entre otras. Asimismo, ha avisado que “cuanto antes propongamos respuestas al cambio climático, menor será el costo económico para nuestro sistema sanitario, así como la reducción de fallecimientos”.