Era dos de diciembre cuando la familia de Sergio sufrió el primer ataque de un lince en su gallinero. Su mujer, Noemí, fue la que se encontró con la sangría cuando llegó a su casa. Días después, pudo grabar al gran felino llevándose los animales de su corral. Y lo grabó para tener pruebas de quién atacaba su gallinero. "Mírale, mírale cómo se la lleva. Ahí va, con mi gallina. Y no os penséis que se asusta, para nada", relata en los vídeos en los que se ve claramente a un felino llevándose uno de sus animales.
"Lo bonito de esto es ver un lince tan de cerca. Lo malo, es que claro me está dejando sin gallinas. Pero habrá que adaptarse a vivir con ello, no nos queda otra. Está en peligro de extinción y nosotros no", reflexiona Sergio. Según relata a este medio, lo primero que hizo, tras reponerse del susto, fue contactar con los agentes medioambientales, porque es consciente de lo importante que está siendo la reinserción del lince en el medio rural toledano.
Su gallinero se encuentra en la cercanía de la finca El Borril, cerca de Polán. "Los agentes medioambientales, chapó, eh, no tengo nada que decir sobre ellos. El comportamiento ha sido excepcional conmigo", asegura Sergio. Ahora está trabajando para lograr que las gallinas se relajen, porque se han visto muy estresadas al haber tenido que cambiar su casa tras el ataque del lince. "Pero no podemos hacer otra cosa, porque el animal está ahí y tendremos que convivir con él", recalca.
Francisco Morales es el coordinador comarcal de los Agentes Medioambientales, y explica que en cualquier tipo de incidentes de este tipo, el cuerpo reacciona de manera inmediata para realizar una valoración. "Lo primero que hicimos fue modificar las instalaciones, que suelen estar defectuosas de cara a la impermeabilidad a los linces", explica. Además, destaca que tras este tipo de ataque, y no sólo relacionados con los linces sino con otros animales, se indemniza a las personas afectadas; bien reponiendo los animales perdidos, bien económicamente.
"Evidentemente hay muchos gallineros repartidos y hay linces que se interesan y otros que no. No es una situación diaria, pero sí se producen incidentes de este tipo. Actuamos enseguida", asegura. Por eso, afirma que es importante que el gallinero sea un espacio seguro, porque actúa de forma disuasoria con los animales. "Si ven que no tienen acceso, los ignoran. El lince está acostumbrado a la presencia del ser humano, porque está adaptado al ambiente mediterráneo", afirma.
Otras de las medidas que se les ha ofrecido a Sergio es un mastín de guardia, para evitar que ningún depredador merodee por la explotación. "Es importante destacar que la incidencia de los ataques de lince no es muy alta. Se produce algún caso que otro, pero la respuesta suele ser rápida y satisfactoria para quienes se vean afectados", explica. Para garantizar estas reacciones rápidas, señala que es importante que la reacción del particular sea rápida, poniéndose en contacto con la delegación provincial de Desarrollo Sostenible o con una llamada al 112, solicitando la presencia de los agentes medioambientales.
"Hay que evitar de cualquier manera llevar a cabo cualquier actuación que ponga en peligro al lince, porque es una especie protegida y se está invirtiendo mucho dinero en su recuperación. Son ejemplares muy valiosos. El particular no debe buscar la solución ni tomar medidas drásticas como cepos o veneno, porque no sólo es un posible delito, sino que también entraña un riesgo innecesario", concluye.