Unas cinco mil personas se han manifestado este martes en Toledo reivindicando mejoras en las condiciones laborales del sector agrícola y ganadero. Los altos costes en la producción y los bajos precios por las materias primas son las principales quejas de un sector en el que las más perjudicadas son las mujeres.
La igualdad de género sigue siendo una asignatura pendiente de un mundo agrario que brilla por la brecha salarial o de representatividad entre hombres y mujeres. Así lo apunta Cristina Cancho, presidenta de la Asociación Feministas de Pueblo y miembro de la Coordinadora Feminista de Castilla-La Mancha.
“Somos el tercer estado dentro del tercer estado”, afirma Cancho quien considera que las desigualdades dentro del sector se perpetúan alimentadas por “cuestiones culturales y el sistema patriarcal. El hecho de vivir en un pueblo ya es una dificultad pues hay un machismo que impide que las mujeres rurales tengan garantizado el derecho de ciudadanía”.
Mientras que la Coordinadora pronostica un futuro negativo para la igualdad, actores del sector agrícola y ganadero esperan mejoras a corto plazo gracias a medidas como la apuesta del Gobierno regional por la titularidad compartida de explotaciones agrarias y ganaderas.
Hablamos con ambas perspectivas para desdeñar si los derechos de las mujeres son parte de las reivindicaciones exigidas durante unas protestas en las que el 80% de los participantes han sido hombres frente a un 20% de mujeres, según Fademur (Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales).
“En el campo la igualdad pasa por la titularidad compartida”
Elisa Fernández, presidenta de Fademur Castilla-La Mancha, ha sido una de las manifestantes de la protesta de este martes en Toledo. “Llevamos mucho tiempo luchando y estamos seguras de que en el campo la igualdad pasa por la titularidad compartida de las explotaciones agrícolas y ganaderas”.
Según Fernández, la igualdad y los precios son reivindicaciones del mismo peso en el sector agrícola. Desde su asociación con la UPA (Unión de Pequeños Agricultores), Fademur exige la promoción de la titularidad compartida como herramienta imprescindible para asegurar la igualdad de género en las zonas rurales y, en consecuencia, entre las trabajadoras del sector agrario.
La denominada “titularidad compartida” hace referencia a la posibilidad de que “ hombres y mujeres coticen a la seguridad social en una misma explotación porque los dos trabajan en ella”.
Desde Fademur consideran que solo así las mujeres aseguran una autosuficiencia que acarrea numerosos beneficios como la gestión de sus propios ingresos, el derecho a prestaciones por desempleo y a bajas laborales o “salir de la violencia machista en el medio rural. La violencia es grave en todas partes pero en el medio rural está más escondida porque da más miedo decir que se es víctima”.
“Históricamente en una explotación agraria el hombre siempre ha cotizado a pesar de que hombres y mujeres trabajan por igual. El trabajo de las mujeres ha sido invisible y no se ha reconocido socialmente porque el reconocimiento se traduce en cotización”, añade Elisa Fernández. “Muchas mujeres se han muerto trabajando toda su vida de sol a sol en el campo y no han tenido nunca derecho a nada.”
Entre las más de 140 mil explotaciones agrarias y ganaderas de la región solo un total de 180, según el Ministerio de Agricultura, se ha sumado al régimen de titularidad compartida, convirtiendo a la región en la segunda comunidad con mayor número de empresas adheridas después de Castilla y León (252). “El Gobierno de Emiliano García-Page impulsó esta política durante la anterior legislatura y a día de hoy siguen haciéndolo. Eso es apostar por la igualdad de las mujeres y hombres en Castilla-La Mancha”.
“Las mujeres son actualmente el relevo generacional”
La manifestación toledana ha contado con la participación de Mariani Fuentes, primera mujer en Castilla-La Mancha en sumarse a la titularidad compartida. Actualmente, desde Amfar (Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural), Fuentes ha protestado porque “el campo se muere, nadie nos apoya y no hay relevo generacional”.
Según Fuentes, los altos costes en el mercado agrícola frenan “la cotización de las mujeres o la titularidad compartida. No hay presupuesto para que su trabajo pueda ser cotizado”.
Sin embargo, el reconocimiento de las trabajadoras “sería una solución a los problemas del campo. Las mujeres dadas de alta en la seguridad social harían más vida en sus pueblos”.
Tal y como asegura Mariani Fuentes, la igualdad en la agricultura y la ganadería solo se conseguirá haciendo realidad dicho reconocimiento. “Las mujeres consiguen la plena igualdad en el momento que cotizan porque así podrán plantearse ampliar su explotación, animar a sus hijos a que trabajen en el campo o tener una pensión”.
Fuentes considera que la lucha de las mujeres en el mundo rural es clave porque solo ellas aseguran el relevo generacional. “Son las únicas que se pueden poner al frente”.
La economía feminista: solución para la crisis agraria
Los avances en igualdad de género en el campo están “anquilosados”, asegura Cristina Cancho. “Hay que ser más ambiciosos y apostar por un cambio en el modelo de desarrollo y del cuidado de la tierra y de las personas que viven en ella.”
Según la Coordinadora Feminista regional, la solución a la crisis agrícola y ganadera actual pasa por implantar una economía circular y feminista “basada en el fomento del bienestar de las personas cubriendo los servicios básicos fundamentales; el cuidado de la reproducción y la preservación del medio ambiente”.
El modelo propuesto por la Coordinadora diferenciaría entre la fiscalidad de grandes explotaciones y de productos ecológicos. “Son estos últimos los que fomentan la economía local por lo que se debería apostar por ellos. La economía circular necesita consumo interno, desde nuestros pueblos”.
“Castilla-La mancha debería preguntarse qué tipo de modelo de desarrollo quiere: si el de la magrogranca o un modelo que apueste por las personas”, añade Cristina Cancho.
El aumento desde lo local de productos locales podría fomentar el empleo, la cotización de las mujeres y con ello el receso de la despoblación. “Las mujeres son quienes sustentan la vida en las zonas rurales y, debido a la despoblación, son las primeras que se marchan. Si ellas se van no hay pueblos”.
“Vamos a seguir intentando lograr la igualdad”
“Estamos en la buena senda, pero todavía nos queda mucho camino para poner la igualdad por delante en las reivindicaciones”, afirma Elisa Fernández quien, desde Fademor y la UPA, asegura que seguirán trabajando para hacer de la agricultura y la ganadería sectores laborales más igualitarios. “Vamos a seguir intentándolo”.
Por su parte, Marini Fuentes muestra una actitud positiva ante la situación actual de las agricultoras y ganaderas. “Hoy en día el sector agrario está a la cabeza de cualquier sector en el tema de igualdad, lo que pasa es que es un trabajo muy duro y que con los costes que tenemos y el poco precio que nos pagan, la titularidad compartida es más una decisión económica que de mentalidad”.
La positividad de Fuentes destaca frente al pesimismo de la Coordinadora Feminista regional. Cristina Cancho considera que estamos muy lejos de que la igualdad en el campo sea una realidad. “Las reivindicaciones se están centrando en la cuestión del salario mínimo y deberían focalizarse en reconocer el trabajo de lo local”.
“No hay cultura política y nos falta información ya que los grandes empresarios de la industria agroalimentaria son quienes llegan a los medios”, añade Cancho cuyas soluciones parten de “políticas que tengan en cuenta tanto los sistemas de producción como los de reproducción”.