Recientemente se ha materializado una vieja aspiración de Talavera de la Reina: la compra de las dos grandes islas interiores del Tajo situadas junto al casco urbano, y que pertenecían a una conocida familia de empresarios talaveranos. El Ayuntamiento finalmente desembolsará un millón y medio de euros para incorporar dichas islas al patrimonio municipal. No es objeto de este artículo el valorar si este dinero está bien empleado o no, pero sí lo es poner de manifiesto la oportunidad en el área medioambiental que, para una gran ciudad como es Talavera de la Reina, se ha presentado.
Se trata de dos islas ancladas como portaaviones en el tramo del Tajo que atraviesa el casco urbano: la Isla de los Molinos de Arriba y la Isla de los Molinos de Abajo, o Isla Grande. La Isla de los Molinos de Arriba, en realidad, es artificial. Fue creada cuando se excavó un canal con el que se alimentaba de agua la Central Eléctrica que empezó a funcionar a comienzos del siglo XX, y que hoy se conserva aún, completamente abandonada.
¿Qué se va a hacer con estas islas? Van a ser integradas en una actuación muy ambiciosa, reflejada en el proyecto ganador de un concurso que se convocó al efecto, y que se llama “Cuando el río suena”.
Rehabilitación integral
Se trata, en resumen, de la rehabilitación integral de todo el frente fluvial talaverano: recuperación de vegetación autóctona, reconstrucción de las orillas urbanizadas, construcción de pasarelas que unan las islas con las orillas y entre sí, circuitos peatonales, biosaludables, sendas ecológicas, e infraestructuras culturales y de ocio.
Aquí es donde debemos pararnos a analizar si se va a aprovechar, o no, este patrimonio natural hasta ahora intocable e intacto. En estas islas (y su zona de influencia en el Tajo talaverano) se han detectado, entre otras especies animales, la presencia de cigüeñas, garzas, espátulas, fochas, gallinetas, cárabos, picos picapinos, buitres negros (entre otras muchas más especies), ranas comunes, tritones, galápagos leprosos, barbos, ginetas, zorros, jabalíes, nutrias o comadrejas. Y sólo es un botón de muestra de la riqueza faunística que, de repente, se va a incorporar a la administración municipal y puesta al alcance del público.
Por eso, me parecen muy acertadas medidas como la instalación de un Observatorio de Aves, un Centro de Recuperación de Fauna, sendas ecológicas, o la instalación de un Aula de la Naturaleza y un Centro de Interpretación del Río Tajo en el abandonado edificio de la Central Eléctrica. Todas estas infraestructuras, bien gestionadas y accesibles al público en general, van a proporcionar una verdadera educación ambiental a los talaveranos, obligados de algún modo a vivir de espaldas a su río hasta ahora.
Pero, junto a estas actuaciones, también están previstas otras que habrá que vigilar con mucho cuidado: infraestructuras recreativas tipo parque urbano, merenderos, restaurantes, las propias pasarelas de conexión…en fin, todo aquello que suponga la conversión de estas islas en un parque urbano más, sujeto a masificación y degradación. Desgraciadamente, en muchas zonas donde se instala un parque nuevo, éste acaba abandonándose o degradándose.
La recuperación de las Islas Interiores del Tajo es una gran noticia para Talavera. Pero, atención… estamos en el siglo XXI y ya no podemos ignorar por más tiempo que este hábitat no pertenece al ser humano (por muchos euros que se hayan gastado en su compra), sino que debemos compartirlo con nuestros otros vecinos cuadrúpedos, emplumados o escamados. Y es imperativo diseñar un plan de uso que compatibilice el espacio vital que necesita la fauna de la zona, con las necesidades de ocio y educativas de los talaveranos. Tienen la oportunidad de hacer las cosas bien desde el principio, y marcar así un valioso ejemplo.