¿Por qué debemos centrar la atención en el río Tajo cuando debatimos los problemas y soluciones en la gestión y planificación del agua en España y Portugal? El Tajo/Tejo es el río más largo de la península, un río transfronterizo que atraviesa la Península de Este a Oeste cruzando multitud de poblaciones y uniendo las dos capitales, Madrid y Lisboa, y a sus gentes. Fluye desde su nacimiento en la Sierra de Albarracín en Teruel hacia su desembocadura en el Mar de la Plata en Lisboa, articulando los territorios de Madrid, Castilla-La Mancha, Extremadura y Portugal. El padre Tajo, que se encuentra en la obra de grandes escritores peninsulares –el Cid, Cervantes, Lope de Vega, Garcilaso, Tirso de Molina, Góngora y muchos más–, es también el gran río en peor estado de conservación de la Península Ibérica, y posiblemente de cualquier capital europea.
Acompañemos al Tajo en su recorrido. En su cuenca alta soporta el mayor trasvase de la Península Ibérica, el Trasvase Tajo-Segura, que detrae hasta el 80% de sus aguas de cabecera para abastecer los regadíos intensivos de la cuenca del Segura. En su cuenca media sufre graves problemas de contaminación a partir de la incorporación de las aguas residuales de los más de seis millones de habitantes e industrias de la comunidad de Madrid. En el tramo final de la parte española, a su paso por Extremadura, se convierte en una concatenación de embalses durante más de 300 kilómetros que hacen prácticamente desaparecer lo que se entiende como río. En su tramo final, ya en la parte portuguesa, sufre graves problemas de sobreexplotación, contaminación urbana, agrícola e industrial y de salinización en su desembocadura por escasez de caudal.
Todo ello trae graves consecuencias para sus ciudadanos ribereños. Así, por ejemplo, los municipios ribereños de los grandes embalses de Entrepeñas y Buendía, en la cabecera del Tajo, están experimentando un intenso proceso de despoblación debido a la falta de oportunidades económicas. Las expectativas de desarrollo del sector turístico que comenzaron en la década de los 60 en torno al uso lúdico recreativo de los embalses por su proximidad a Madrid se vieron truncadas por la explotación intensiva de los embalses para abastecer el Trasvase Tajo-Segura a partir de su entrada en funcionamiento en 1981.
La gestión del trasvase ha priorizado sistemáticamente los intereses de las regiones receptoras a costa de las necesidades y derechos legalmente prioritarios de la cuenca del Tajo. En el caso de los municipios ribereños de los embalses de cabecera, la maximización de los trasvases les ha impedido disponer de una lámina de agua suficiente y estable en el tiempo para poder desarrollar una economía basada en el turismo y los usos recreativos. Además, todavía hoy algunos municipios ribereños tienen problemas de abastecimiento de agua potable, mientras ven cómo las aguas de los embalses se van por el trasvase.
Si seguimos avanzando a lo largo del eje principal del río, el régimen de explotación del Trasvase también limita los caudales que circulan por él, que son muy bajos. Tan bajos que los ciudadanos de Aranjuez, una de las poblaciones que deben su existencia e idiosincrasia al río Tajo, ven cómo sus sotos históricos, parte del paisaje cultural declarado Patrimonio de la Humanidad en 2001, sufren de un alarmante déficit hídrico. Ante el deterioro ambiental, los ciudadanos de Aranjuez van perdiendo poco a poco la relación con su patrimonio natural. Tras Aranjuez se incorpora al Tajo su afluente, el Jarama, cargado de las aguas residuales insuficientemente depuradas del área metropolitana de Madrid. Un afluente que lleva habitualmente el triple de caudal que el propio Tajo y que lo transforma profundamente. Esta depuración insuficiente es consecuencia de la falta de inversiones del Canal de Isabel II, la empresa responsable de la gestión del ciclo urbano del agua en la Comunidad de Madrid.
Con el agua color marrón chocolate es como llegamos a la ciudad de Toledo, otra de las poblaciones que han decidido vivir de espaldas al río"
Y así, con el agua color marrón chocolate es como llegamos a la ciudad de Toledo, otra de las poblaciones que han decidido vivir de espaldas al río debido a la imposibilidad de disfrutar de él, que no es capaz ni de enseñarlo a los turistas por vergüenza, y donde desde 1972 está prohibido el baño en sus playas.
Tras Toledo, el Tajo llega a la ciudad de Talavera de la Reina, incapaz también de disfrutar de su río debido al escaso caudal y baja calidad de sus aguas. Un río en el que los piragüistas pueden bajar de sus piraguas en medio del cauce y el agua les llega por los tobillos. También Talavera ha perdido sus playas fluviales, como la de los Arenales, donde hasta los años 80 se congregaban sus ciudadanos para refrescarse en sus aguas, pescar y reunirse en los múltiples merenderos
Tras Talavera, y sin olvidarnos de la infinidad de pequeñas poblaciones que antaño vivían y disfrutaban del río, como Malpica, Carpio del Tajo o tantas otras, y que sufren igualmente las consecuencias de esta mala gestión, el río Tajo incorpora caudal gracias a los afluentes de la Sierra de Gredos. Estas aguas son rápidamente embalsadas en la provincia de Cáceres de modo que el Tajo en Extremadura deja de ser río para convertirse en un rosario de embalses hasta llegar a la frontera con Portugal. Embalses de explotación hidroeléctrica que además tienen una mala calidad del agua porque acumulan y concentran los vertidos que vienen por el eje central.
En tiempos en los que la Directiva Marco del Agua europea obliga a alcanzar el buen estado ecológico de todas las aguas continentales, de transición y costeras, es evidente que en el caso del Tajo la gestión del agua que se lleva a día de hoy y se ha llevado a cabo en el pasado priva a sus ciudadanos de disfrutar de este patrimonio común y no cumple con la legislación vigente. Esto se ha puesto de manifiesto con diversas sentencias dictadas por el Tribunal Supremo en la primavera de 2019 en respuesta a recursos presentados por colectivos ciudadanos de defensa del río de Toledo, Talavera de la Reina, Aranjuez y Madrid, así como de los municipios ribereños de la cabecera del Tajo, Aranjuez, Toledo y Talavera. Dichas sentencias exigen a la Confederación Hidrográfica del Tajo, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que apruebe para el Tajo un régimen de caudales que permita recuperar el buen estado del río para sus ciudadanos.
Por todo ello, el XI Congreso Ibérico de Gestión y Planificación del Agua, organizado por la Fundación Nueva Cultura del Agua, que se está celebrando en formato virtual entre el 3 y el 9 de septiembre, le ha dedicado al Tajo una sesión especial. En ella se trató lo que creemos es una necesidad, llevar a cabo una transición hídrica en la cuenca del Tajo que devuelva el río a la naturaleza y a sus ciudadanos.