Con la primavera comienza a gestarse una nueva generación de lince ibérico en las zonas de suelta del animal en los Montes de Toledo y la Sierra Morena, en Ciudad Real. Desde la consejería de Desarrollo Sostenible explican que ya se han producido la "mayoría" de partos de la especie, y las crías se preparan para abandonar las gateras y aventurarse en una naturaleza, apacible gracias al confinamiento forzado por la pandemia de la COVID-19.
El resto de los partos, explican desde el departamento regional, se producirán durante el resto del mes de abril. "Durante el invierno los maullidos del celo resonaron en los montes de Castilla-La Mancha, las parejas se formaron y las cópulas dieron paso al periodo de gestación en las hembras que quedaron preñadas. Entre ellas, algunas hembras primerizas, como la del cachorro rescatado por los agentes medioambientales el pasado 19 de abril.
La especie de lince ibérico es sexualmente madura a partir de su segundo año de vida, sin embargo, sólo alcanzan su "máximo" potencial reproductor a partir de su tercer año, en el caso de las hembras, y en el cuarto, en el caso de los machos. Sin embargo, hay excepciones. El celo se produce generalmente entre diciembre y febrero, si bien hay constancia de "celos tardíos" hasta finales del mes de mayo.
En 2017 una de las hembras nacidas en libertad en la zona de Toledo se reprodujo con sólo un año de edad. Se trata, sin embargo, de un hecho "excepcional", que ha ocurrido sólo en otro caso en Andalucía.
Camadas
Las camadas de los linces ibéricos pueden ser de entre dos y cuatro cachorros, aunque también se pueden encontrar linces que han llegado a parir hasta cinco crías. Así ocurrió en 2019, en "al menos" tres camadas en la zona de los Montes de Toledo. "El éxito reproductor depende de la abundancia de recursos, principalmente de la cantidad de conejos que alberga cada territorio", explican desde la consejería de Desarrollo Sostenible de Castilla-La Mancha.
Los partos se suelen producir entre los meses de marzo y abril, pero se pueden extender incluso hasta el comienzo del verano, en el caso de los "celos tardíos". Mientras tanto, las llamadas gateras se suelen localizae en huecos entre rocas y en grandes árboles, así como entre matorrales densos, zorreras abandonadas o también en edificaciones abandonadas en el campo. Los pequeños linces comienzan a salir de las gateras con un mes de edad y a los dos meses, ya comienzan a acompañar a la madre.
Abandono del territorio materno
Sin embargo, no es hasta los 12 meses de edad que no abandonan el territorio materno. Las hembras, sin embargo, comparten el territorio de su madre o se asientan en zonas aledañas en una "fracción importante". El seguimiento de esta nueva temporada de cría de este año 2020 se desarrolla desde el pasado mes de diciembre, de la mano del cuerpo de Agentes Medioambientales de Castilla-La Mancha.
Ha sido gracias al trabajo de estos profesionales que se ha podido fotografiar el desarrollo de los nacimientos, con trabajos de radioseguimento y fototrampeo. De este modo, han podido localizar un "buen número" de hembras con indicios claros de estar preñadas, además de tener constancia del parto de "varias" hembras. En el caso de algunas linces, se trata ya de su quinta temporada de cría consecutiva, desde las primeras liberaciones que se realizaron en 2014. Los partos de estos ejemplares se empezaron a documentar en 2016.
¿Qué depara 2020?
Desde la consejería de Desarrollo Sostenible las perspectivas para esta nueva etapa de cría son optimistas y esperan un año "lleno de nacimientos". "Se prevé que en 2020 se incorporen al conjunto de hembras reproductoras las hembras jóvenes nacidas en 2018", explican, siendo el caso de los animales cuyo nombre comienza con la letra P. En 2019, se registró un total de 35 hembras reproductoras, 17 en los Montes de Toledo, 10 en Sierra Morena oriental y otros 8 en Sierra Morena occidental. En total, nacieron 104 cachorros en libertad.