Horas antes del último debate de la campaña ‘Ellas deciden. Las mujeres como agentes de cambio’, las activistas participantes charlaban con ToledoDiario para difundir el principal objetivo de esta iniciativa. “Queremos que la población conozca a mujeres magrebíes como nosotras, que además de participar en las ‘Primaveras árabes’, trabajamos cada día desde nuestros respectivos movimientos feministas”.
“Cuando vemos a una mujer del Magreb, no tenemos que verla como una víctima obligada a llevar hiyab, sino como una mujer fuerte que ha conseguido avanzar en leyes igual, o más, que los movimientos feministas europeos”, comentaba Salwa Kennou de la Asociación de Mujeres Tunecinas para la Investigación y el Desarrollo (Afturd) de Túnez.
Kennou ha sido una de las tres activistas que ha participado en esta iniciativa junto a la también tunecina, Naima Hammami née Haj M’barek, primera mujer miembro directivo de la Secretaría General de la Unión General de Trabajadores/as; y a Hakima Chrekani, de la Unión de Acción Femenina de Marruecos. En una entrevista a este diario, las tres han coincidido en afirmar que “las mujeres magrebíes son luchadoras, no víctimas”.
“Las mujeres fueron las protagonistas de las Primaveras Árabes y, desde entonces, no hemos dejado de luchar contra los gobiernos islámicos, consiguiendo que la nueva Constitución tunecina respete los derechos de las mujeres”, añade Salwa Kennou. Según Naima Hammami, “los integristas han intentado volver a legalizar la poligamia pero ahí hemos estado nosotras para impedir cualquier tipo de retroceso.”
“Europa basa sus leyes en derechos humanos. Es indispensable que en sus relaciones internacionales pongan las misma condiciones”
Las activistas consideran clave el poder de la sociedad civil para asegurar los derechos de las mujeres, aunque en esta lucha todas las instituciones deberían jugar su papel. “Europa tendría que sancionar a los gobiernos de los países en los que no se respetan los derechos humanos. La cooperación tiene que estar basada en el respeto a las mujeres”, afirma Kennou.
Según Naima Hammami, “hay mucha gente que no entiende el concepto de democracia y creen que se trata de una libertad sin límites. Por ello, se ha registrado un aumento de la violencia contra las mujeres”. Ante esta inseguridad, la miembro de UGT, considera que las instituciones europeas juegan un papel muy importante. “Muchas veces las leyes que Europa exige se hacen teniendo en cuenta los beneficios de los gobiernos, sobre todo de los gobiernos de Europa”.
Los países árabes cuentan con movimientos feministas activos y en auge
Las tres activistas coinciden en afirmar que el velo no es el problema prioritario de las mujeres árabes: “Nuestra lucha no se basa en su prohibición. Es simplemente una manera de vestir que no debería ser más que eso, una cuestión estética”, añadía Hakima Chrekani.
“Desde que la Constitución define Túnez como un país laico, la vestimenta tiene que ser una cosa estética. No puede ser que en un país laico se atribuya el uso del velo a una ideología”, agrega la activista de Afturd quien es contundente al asegurar que “es una agresión imponer su obligatoriedad”.
Todas ellas muestran uniformidad a la hora de defender que “los países laicos aprueben medidas para su prohibición”. “Creo que se debería prohibir en cualquier espacio que no sea religioso y, en el caso de Túnez, también se debería regular el uso del burka ya que se utiliza, por ejemplo, en las escuelas donde interrumpe la acción pedagógica”.
Según la legislación actual, tanto en Marruecos como en Túnez, las mujeres tienen la libertad de elegir utilizar, o no, el velo. Además, las mujeres tunecinas han conseguido que sus derechos sean reconocidos en el ámbito legislativo y en la Constitución. Sin embargo, “en zonas rurales, todavía hay mujeres que no pueden disfrutar de los avances conseguidos”, explica la miembro de la Unión General de Trabajadores. “El aumento del poder y la independencia de las mujeres ha incrementado los índices de violencia de género, tanto la doméstica como el acoso en la calle.”
Tal y como sentencian las activistas, las mujeres del Magreb no son seres pasivos que no luchan por sus derechos. “Lo hacemos continuamente. Nuestros países no son más subdesarrollados. Hay que recordar que en la historia de Europa los derechos de las personas han sufrido avances, pero también retrocesos”, indica Naima.