Llevo tiempo pensando en escribir sobre la no maternidad la dificultad que entraña tanto para las mujeres que decidimos voluntariamente no ser madres como para las que no podemos serlo y lo cierto es que no ha sido nada fácil ordenar ideas y plasmarlas adecuadamente. Porque duele la incomprensión, la crítica y los comentarios lastimeros. Porque socialmente se espera que seamos madres, porque debemos querer serlo.
Cuando desde pequeñas nos educan en los cuidados y nos ponen una muñeca en los brazos ya nos están lanzando el mensaje de que la maternidad es el objetivo final para nosotras por lo que normalizamos que en el futuro seremos madres y formaremos una familia. Nos recompensan comportamientos “maternales”. En ningún caso mi intención es menospreciar la maternidad y a las madres, todo lo contrario, pero sí se hace necesario normalizar otras opciones de vida y otros tipos de familia.
Si decidimos no ser madres nos enfrentamos a juicios, a opiniones y consejos que no hemos pedido. Comentarios como “te vas a perder la experiencia más bonita de la vida” “con el tiempo te vas a arrepentir” o “¿Lo sabe ya tu pareja?” y el demoledor “se te va a pasar el arroz”. Se nos cuestiona dando por sentado lo errado de nuestra decisión y en ocasiones se nos acusa de egoístas incluso. En definitiva, la incomprensión de la que hablaba al principio.
Si por el contrario no podemos serlo de manera natural, el calvario es infinitamente mayor. Tristeza, mucha tristeza, proceso de asimilación y posterior toma de decisiones: apostar o no por métodos de reproducción asistida. Si apuestas por intentarlo, afrontar todo el proceso y los efectos del mismo además del doble fracaso si no sale bien. Quizá adopción en última instancia. En mitad de todo esto encuentros y desencuentros con la pareja, mucha reflexión y nuevos proyectos vitales. Empiezas una nueva etapa. Si a esto le sumas las eternas preguntas que nos hacen a las mujeres “¿Y tú, para cuándo? “¿No te animas?". Y las siguientes miradas de lástima al explicar tu situación. Una terrible sensación de vacío y de desconsuelo que no se termina de llenar hasta que entiendes que la maternidad no es la única manera que tenemos las mujeres de ser felices y estar plenas.
La presión social y familiar a la que nos enfrentamos las mujeres en este tema es enorme y a veces no tenemos el respaldo que necesitamos ni la comprensión que nos ayudaría a tomar decisiones sin dramatismos y sin dolor. Somos diversas y tenemos el derecho de decidir sobre cómo organizar nuestra vida y elaborar nuestro proyecto vital libremente, sin cuestionamientos y sin generar lástima.
Para algunas será la mejor decisión que hayan tomado en su vida pero no para todas y eso no podemos obviarlo. Es una realidad y hay que enfrentarla. Los modelos de familia han cambiado reflejando las diferentes opciones vitales. Seamos capaces de entender y respetar sin estigmas ni etiquetas.
Nuestros derechos reproductivos y sexuales han estado siempre en la base del dominio patriarcal y han sido utilizados para mantenernos en el sitio que el sistema capitalista-patriarcal ha necesitado en cada momento para que su estructura siga funcionando, hasta el punto de reducirnos a meras máquinas reproductoras para su propio beneficio. Y para hacerlo han conseguido transformar lo que es una posibilidad (engendrar y gestar) en la meta que debemos conseguir las mujeres para ser felices. Rompamos con esto. Dejemos de una vez de lado el mito de que las mujeres somos seres incompletos y necesitamos de una pareja y de hijos e hijas para conseguir la plenitud y la felicidad. La romantización del embarazo y la maternidad es una herramienta patriarcal de control para asegurar el statu quo, nos impone un deseo y un objetivo vital que sin esa socialización podrían ser otros muy distintos. Os aseguro que evitaríamos mucho dolor y frustración. Querámonos y cuidémonos seamos o no madres. Ambas opciones son igual de válidas y merecen todo el respeto.
Olvido Contento Ortega. PLATAFORMA 8M TOLEDO