El yacimiento arqueológico de Malamoneda, situado en un pequeño valle de la falda norte de los Montes de Toledo, en el término municipal de Hontanar y declarado Bien de Interés Cultural en 2008, ha sido sometido al “expolio y al “saqueo” desde tiempos inmemoriales. Los hechos son tan graves que el conjunto arquitectónico de la iglesia del Monasterio de Nuestra Señora de Gracia (que data de 1526) ha sido desmontado piedra a piedra por un hombre de nacionalidad alemana propietario de la cercana finca de Cantos Blancos, hoy gestionada por otro hombre de nacionalidad saudí.
Así lo detallan los expertos toledanos de AMA Arquitectos, que resaltan que la importancia del yacimiento viene acompañada del enigma que esconden sus vestigios arqueológicos, que acreditan asentamientos humanos desde el Neolítico y cuya despoblación por razones todavía desconocidas tuvo lugar en el siglo XIX.
Concretamente, el lugar alberga estructuras militares y civiles correspondientes a las culturas hispanorromana, visigoda, musulmana y medievales cristianas, que muestran la heterogeneidad y extensión temporal del conjunto. Malamoneda, además de ser un espacio escogido para habitar y vivir por distintas civilizaciones, fue también elegido como lugar para “morir y trascender”, pues abundan los enterramientos (aislados o agrupados en una necrópolis con cerca de 100 sarcófagos esculpidos en la roca), altares rupestres, epígrafes y estelas funerarias.
Según estos arquitectos, este conjunto histórico aún ofrece hoy un interesante panorama “a pesar de haber sido objeto de los depredadores de yacimientos arqueológicos”. Se trata, afirman, de un “expolio” que permanece en el recuerdo de los lugareños, los cuales han depositado su confianza en un grupo de expertos comandados por el arqueólogo José Ignacio Vega y por los arquitectos Francisco Javier Aguacil y Luis Moreno (AMA Arquitectura). Estos a su vez han recibido el apoyo como promotores del proyecto de la Asociación de Turismo Sostenible de Cabañeros, del Ayuntamiento de Hontanar y de la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural.
Su primer trabajo ha sido redactar el Plan Director para la protección y puesta en valor del yacimiento y han comenzado los trabajos de estudio, catalogación, planimetría y excavación arqueológica, combinando los métodos tradicionales (pico, pala y cepillo) con los últimos avances tecnológicos, empleando drones de fotogrametría y cartografía de última generación.
El paraje de Malamoneda abarca una superficie de más de 30 hectáreas, cuya importancia aparece ya citada en multitud de fuentes históricas cristianas, desde la repoblación de Los Montes por mozárabes durante el reinado de Alfonso VII, que en 1140 entregó a la Orden de los Templarios la encomienda del vasto territorio de Montalbán, constituyéndolo como baluarte y fuerte inexpugnable contra las incursiones musulmanas en Castilla. En esta época se amplió el cercano Castillo de Montalbán y se construyó el monasterio de Santa María de Melque.
En la Memoria sobre el poblado de Malamoneda y despoblado de Buenamoneda, de Eduardo Carmena Valdés (1921), se relata además la existencia de unos baños o termas en esta zona y que podrían corresponder a la fortificación existente llamada “Castillo”, cuyo autor los interpretaba como termas romanas. La reciente excavación arqueológica, tras cuidadas mediciones, han descubierto y verificado las probables cimentaciones y restos que el referido autor cita, demostrando que la parte actualmente visible es más que un pequeño trozo de hielo sobre la punta de un gigantesco iceberg.
Imprescindible el apoyo de las administraciones públicas
“De ahí la necesidad de contar con el apoyo decidido de las administraciones públicas que permitan detener el brutal expolio y grave deterioro que sufren sus construcciones. Es inexplicable que elementos como la torre de vigilancia situada al norte del recinto permanezca aún parcialmente en pie”, explican desde AMA.
Por eso quieren que los trabajos en el Yacimiento sirvan de base para la recuperación no sólo del patrimonio cultural, sino también para revitalizar la “maltrecha economía” de la comarca, mediante un proyecto de futuro que aúne turismo, cultura y empleo. “Pero sin un decidido empuje y respaldo del sector público, poco se podrá hacer y será imposible evitar que al igual que sucedió con Malamoneda, el resto de poblaciones de los Montes de Toledo queden condenadas a su progresiva despoblación”, concluyen.