Los últimos datos Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC en sus siglas en inglés) no han dejado lugar a más dudas, si acaso quedaba alguna: nos quedan 12 años para salvar el planeta de un cambio climático irreversible. Porque la pandemia de coronavirus no solamente no ha frenado la lucha contra este fenómeno sino que ha hecho evidente la necesidad de apremiar los procesos de mitigación, debido a las pruebas evidentes de que la acción humana, la contaminación y la zoonosis están todas relacionadas con el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y el contagio de enfermedades.
Así lo recogen también las estrategias y normativas aprobadas en España, entre ellas la de Castilla-La Mancha, que ha apostado por la reducción de sus emisiones a todos los niveles, partiendo del fomento de las energías renovables hasta el objetivo de la implantación de la economía no lineal, una región “circular” de cero residuos. En este Día Internacional contra el Cambio Climático, hablamos con la directora general de Economía Circular de la Consejería de Desarrollo Sostenible, Marta Gómez Palenque, de la interrelación de todos estos elementos.
Explica que una de las mayores preocupaciones actuales debe partir del hecho de que ya a finales de 2019, antes de la declaración de la pandemia mundial, diversos organismos y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ponían de manifiesto “alarmantes señales físicas” del cambio climático: niveles récord de aumento de las olas de calor, incremento del nivel del mar y descongelamiento de los mantos de hielo, entre otras. Todas ellas, con “consecuencias devastadoras en la salud y en la biodiversidad”.
“Eso ya era una mala noticia”, subraya, y después llegó la pandemia. Pero con esta situación también apunta un factor importante, como es el hecho de que el impacto de la COVID-19 será “temporal” mientras que las consecuencias del cambio climático pueden “quedarse ahí para siempre”.
“Los efectos son tan evidentes, que ya no podemos mirar hacia otro lado, ya requiere una acción continua. Decir ‘hay que actuar’ ya se queda corto”, recalca. Ahora, con los datos del IPCC en la mano, que señalan el “peor escenario” y nuevos récords de temperaturas el mensaje es evidente: "Hay que frenarlo sí o sí”.
Porque, ¿podemos extraer alguna enseñanza de la pandemia? “Me gusta mucho esa frase de que la naturaleza nos pone en nuestro sitio. Durante los meses de confinamiento hubo mejoras de la calidad del aire debido a que redujimos emisiones de combustibles fósiles por el menor uso de vehículos. Eso demuestra que está en nuestras manos mejorar los ecosistemas y bajar lo contaminación. La naturaleza nos da la señales”, argumenta.
La responsable de Economía Circular añade que, como ciudadana, tiene la sensación de que la conciencia se activa “cuando te toca la salud, el bolsillo o el entorno”. En este sentido, la pandemia toca directamente a la salud, pero también “ha hecho más evidente la urgencia de luchar contra el cambio climático”, que afecta a todos los niveles. “Económicamente, en cuanto al bolsillo es más costoso no hacer nada que hacerlo. Y sobre el entorno, a nadie le gusta ver cómo los recursos se van degradando. Estos tres vectores son los que realmente vemos cada uno de nosotros, más allá de que lo digan científicos y paneles”. Por eso, “todas las pequeñas acciones significan un todo”.
En este contexto, Marta Gómez Palenque defiende la necesidad de “cambiar los mensajes” dirigidos a la ciudadanía, con campañas de concienciación más periódicas. “Tenemos que poner a la ciudadanía en el centro de las políticas, que vean la necesidad de que los municipios tienen que ser sanos y resilientes, porque si vemos pequeños cambios a nuestro alrededor, si esos cambios son tangibles, el mensaje llega mejor. Las administraciones tienen que impulsar ese cambio y el ciudadano tiene que verlo. Debemos captar la atención de otra manera, hablar todos el mismo idioma porque en este objetivo vamos todos juntos”, concluye