Es una expresión común hablar de la ‘química’ existente o no entre dos personas. No se trata de un recurso lingüístico baladí puesto que la ciencia lleva décadas estudiando la relación de la secreción de determinadas hormonas con sus relaciones amorosas y sexuales. Ahí la reina de las sustancias químicas es la oxitocina, la denominada ‘hormona del amor’, en torno a la cual giran muchas verdades y unos cuantos mitos de los que nos habla el profesor y biólogo de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) Óscar Gómez, que ha participado en una de ponencias del proyecto ‘Ciencia a la carta’ de divulgación de la cultura científica, titulada ‘Neuroquímica del sexo y el damor’
Según detalla, numerosos estudios relacionan esta hormona tanto con la monogamia como con el instinto maternal o las relaciones materno-filiales y sentimentales en general. Esto se debe a que existen ‘picos’ de secreción de esta sustancia en determinadas situaciones, siendo una de las más significativas cuando la mujer va a dar luz. La gran cantidad de oxitocina liberada ayuda al parto y es el motivo por el que a veces se les inyecta a las parturientas.
Otro ejemplo se produce cuando el bebé succiona del pezón para amamantarse, porque favorece la salida de la leche. Con ello se establece ese vínculo entre la madre y su hijo que es estable y que suele durar toda la vida. “Algo muy parecido sucede entre dos personas que mantienen relaciones sexuales. Se produce la secreción, se libera en sangre y puede generar lazos afectivos por esas conexiones”, explica el profesor.
De hecho, la importancia de la oxitocina ha merecido varios estudios en torno a las relaciones no solo entre humanos, sino también entre humanos y perros. Recientemente la revista científica ‘Science’ publicó un estudio que concluye que estos animales generan una gran cantidad de la hormona solo con que su dueño los mire o los acaricie. De ahí los grandes lazos de afectividad de los perros con sus cuidadores. Hay más ejemplos en el mundo animal: Óscar Gómez subraya que otros informes han demostrado que los niveles de oxitocina son diferentes en los topillos de pradera, que son monógamos (su secreción es más alta) y los de monte, que son polígamos.
De cualquier forma, en humanos, aunque en el caso de las mujeres existen esos picos de mayor generación, no hay diferencias con los hombres. Ahora bien, el biólogo lo deja claro, “no todo puede explicarse con la química” en cuanto a las relaciones afectivas entre personas. “Hay muchas cosas que se nos escapan. Los estudios tratan de simplificar y hacer más comprensible lo que ocurre a nivel general. Pero no podemos ser reduccionistas. Los sentimientos son muchos más complejos que hablar simplemente de una molécula. Nada por sí solo es tan simple, porque todo está relacionado”, argumenta.
Tampoco hay estudios que hayan probado un defecto al cien por cien de oxitocina en humanos. Se puede relacionar con algunas alteraciones de la personalidad como el autismo, en cuanto a que niveles menores de la sustancia pueden dificultar el establecimiento de relaciones sociales con otras personas, pero nunca de una ausencia total de la hormona.
Feromonas, no funcionales en humanos
En su charla, el profesor habla también de las feromonas y otras moléculas que se liberan por el sudor. En este caso, subraya que en animales sí se ha demostrado que perciben estas sustancias a través el órgano vomeronasal, provocando diferentes reacciones. No ocurre así en el caso de los humanos. “Según diversos estudios, la estructura en las personas existe como tal, pero no transmite la misma información, no es funcional”.
Hay mucha desinformación a este respecto. Sin que se haya demostrado por tanto la funcionalidad de las feromonas, siguen vendiéndose productos que se supone que actúan como atrayentes, tanto masculinos como femeninos. De hecho, existe cierta “controversia científica” pero mayoritariamente se ha ido imponiendo la tesis mencionada. Por ello, concluye Gómez denunciando el “fraude de las feromonas comerciales” y junto con ello el hecho de que también se venda oxitocina como componente de algunos perfumes.
Esta charla se enmarca en la iniciativa de divulgación y fomento de la cultura científica 'Ciencia a la Carta', que desde el pasado mes de noviembre desarrollan científicos de la Universidad de Castilla-La Mancha y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, entre otros organismos de investigación.