La Colección Roberto Polo ya es una realidad en Castilla-La Mancha. El pasado mes de marzo se inauguraba el nuevo Centro de Artes Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (CORPO) donde se puede disfrutar de parte de su colección. Esta nueva sede está ubicada en el Convento Santa Fe de Toledo, un monumento declarado Bien de Interés Cultural (BIC) que cuenta con joyas como la Capilla de Belén, un espacio que ha sido recientemente restaurado.
Su puesta a punto ha requerido de estudios y autorizaciones previas por encontrarse en un edificio declarado Bien de Interés Cultural. Una situación que se repite en muchos de los edificios que se encuentran en el Casco Histórico de Toledo, especialmente tras la aprobación del Plan Especial del Casco, en el que se establece que cualquier proyecto que se quiera realizar en un edificio declarado BIC o en su entorno, tiene que recibir la aprobación por parte de la Comisión Especial para el Patrimonio Histórico de Toledo.
“Se trata de un organismo en el que trabajamos dos administraciones, el Ayuntamiento de Toledo y la Junta, en relación con el Plan Especial del Casco Histórico de Toledo. Cuando se elaboró este Plan, se acordó que en los inmuebles, que sean BIC o que se encuentren en su entorno en los que se quiera hacer obras, tienen que estar autorizadas por esta comisión”, explica Ramón Villa González, jefe de servicio de Patrimonio y Arqueología de la Junta, y secretario de la Comisión Especial del Casco Histórico de Toledo.
“Una pequeña obra en Toledo puede dar unos resultados impactantes”
La ciudad de Toledo cuenta con dos comisiones: la especial y la técnica. La diferencia entre ambas es que la primera la preside el viceconsejero de Cultura y como segundo responsable se encuentra el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Toledo y la técnica solo está integrada por técnicos de ambas administraciones. Además en la comisión técnica solo se supervisan obras que se realizan dentro del Conjunto Histórico de Toledo, pero no en edificios declarados de Bien de Interés Cultural ni en su entorno. Aborda otras zonas que no tienen una protección específica.
“En la comisión lo que hacemos fundamentalmente es supervisar los proyectos de obras que nos presentan particulares, administraciones, u organizaciones y abarca desde obras de la Iglesia, obras que propongan particulares, o las propias administraciones que tengan edificios en el casco. Cualquier obra que se quiera hacer en el Casco Histórico de Toledo necesita estar aprobada por esta comisión”, asegura Ramón Villa.
Su objetivo principal, por tanto, es que los proyectos de obra que se quieran llevar a cabo cumplan con la legislación y con la protección del patrimonio. “Lo importante de una obra en Toledo no es lo que se sabe cuando se empieza la obra sino lo que va surgiendo a través de la propia obra”, explica Ramón. De hecho ofrece tres ejemplos de obras que se han llevado en edificios, que se conocían muy poco pero de los han salido “verdaderas maravillas” que no se esperaban.
Casa del Temple
La Casa del Temple fue en tiempos, propiedad de la Orden de Los Templarios y funcionó como casa-hospedería en el S. XIV. La estructura original de la casa data del siglo XI-XII y es típicamente andalusí, sustentada por las bóvedas del sótano y organizada en torno a un patio central, con diversos salones y alcobas en la planta baja y algorfas en la superior. Posee restos de un salón de época califal, del siglo X, situados en el subsuelo.
De la planta baja se conserva el salón, la alcoba y la algorfa del ala occidental con su alfarje. La primera planta presenta la disposición característica de la casa-corredor o corrala, con importantes trabajos en madera. La planta segunda es un claro añadido sobre el primitivo edificio.
“Tenemos en un solo patio toda la evolución del arte hispanomusulmán y andalusí desde la época califal hasta la época múdejar muy avanzada, y todo en una casa. Por ello se decidió declararla como Bien de Interés Cultural, con la máxima consideración. Este es un ejemplo de elemento de valor que se ha descubierto a raíz de las obras que pide el Plan Especial del Casco Histórico de Toledo”, asegura Ramón Villa.
Termas Romanas
En el año 2002, el Consorcio de la Ciudad de Toledo decidió abordar la puesta en valor de estos restos arqueológicos dentro de un proyecto global de recuperación de la memoria histórica de la ciudad. En 2003, se abordan las obras de restauración que se estructuran en varias fases. Primero se realiza una profunda investigación arqueológica, planteada como intervención directa en el subsuelo: en segundo lugar, se aborda la reconstrucción parcial de las Termas Romanas para facilitar su comprensión, y, por último, se lleva a cabo la adecuación del espacio para que sirva de Oficina de Atención al Ciudadano y en especial al investigador, uniendo la revalorización del Patrimonio y la utilidad funcional en un solo inmueble.
Seis metros bajo la superficie actual de la calle se sitúan estas termas que forman parte de un conjunto arqueológico de origen romano y medieval, donde han encontrado valiosos tesoros como la escultura del sátiro danzante esculpido en mármol griego, del que ahora se puede ver una replica en este espacio, u otros restos como decoraciones de mármol que están siendo estudiadas para su conservación en el Museo Provincial.
Tablas policromadas
Una serie de tablas policromadas de finales del siglo XV, donde se muestra una parte poco conocida de las artes decorativas de la época en la ciudad de Toledo, han sido localizadas, el pasado mes de diciembre durante las obras de construcción de un hotel proyectado en varios inmuebles de la Bajada del Pozo Amargo y del Callejón del Vicario.
Las tablas, que se han localizado reaprovechadas como material de carpintería en un forjado, se corresponderían, en su origen, con la decoración dispuesta en la parte superior de las paredes de un salón cuadrangular, formando y delimitando el arranque del alfarje que sustentaría su techumbre.
“Es lógico” suponer que el promotor de este encargo para la decoración de su vivienda fuera una persona ciertamente acomodada, señalan desde la Junta de Comunidades, con disponibilidad de recursos, quizás incluso relacionado con la propia Catedral de Toledo, que, “evidentemente”, muestra una sensibilidad especial por la ciencia y el conocimiento.