Es probablemente una de las investigadoras más activas en Castilla-La Mancha en cuanto a la violencia de género y a los jóvenes. La decana de la Facultad de Ciencias Sociales de Talavera de la Reina, Vicenta Rodríguez, ha recibido por ello el premio del Colegio de Trabajo Social de la región por su investigación “Adolescentes y jóvenes de Castilla-La Mancha ante la violencia de género en las relaciones de pareja". Su autora, psicóloga y trabajadora social, se adentra con este estudio en la perspectiva que la población joven y adolescente tiene de las relaciones y en la utilización de la violencia, desde una perspectiva de relaciones asimétricas y desiguales. Hablamos con ella con motivo de este premio y de su trayectoria al frente de un centro universitario pionero en iniciativas para promover la igualdad.
¿Qué te ha parecido este reconocimiento?
Es muy grato este premio por parte de mis colegas profesionales del Colegio de Trabajo Social de Castilla-La Mancha, que han valorado la aportación que desde el contexto universitario hacemos a las prácticas profesionales. Desde una perspectiva aplicada, algunos de los resultados de la investigación han permitido diseñar programas de intervención y de sensibilización, encontrándose la interrelación entre la teoría y la práctica. Ese impacto de utilidad y aplicabilidad profesional resulta muy motivador para buscar los espacios de intersección entre el mundo profesional y académico.
¿Es un revulsivo para seguir investigando?
Sin duda me sirve de impulso inspirador para seguir apostando por la investigación orientada a la acción. Y, en el plano personal, me ha agradado muchísimo el afecto y reconocimiento que numerosas personas, y también antiguos/as estudiantes, quienes lo han expresado a través de las redes y mensajes personales. Así pues, es un premio que tiene parte de todos y todas ellas. Vaya por delante mi más sincera gratitud al Colegio, a mis colegas y a los estudiantes.
Sobre el estudio premiado, ¿cuáles fueron los resultados qué más te llamaron la atención? ¿Queda mucho camino por recorrer en aras de la igualdad en relaciones de pareja entre jóvenes?
Un dato que es consistente con otras muchas investigaciones es la baja sensibilidad hacia la violencia, es decir, la baja percepción de abuso que tienen los jóvenes, entendiéndose como la escasa capacidad para identificar y discriminar determinados comportamientos de control y coacción de la pareja. Esto, que es un indicador que permitiría poner freno a los primeros indicios violentos, y por tanto, permitiría poner en marcha en marcha medidas protección, no se da. Determinados comportamientos que están en la base e inicio del problema de la violencia en la pareja, como los celos o el control exagerado, son interpretados por los jóvenes como síntomas de amor y preocupación por la pareja y no lo perciben como el origen de la violencia. Los datos apuntan a que no interpretan como violencia estas acciones controladoras. De modo particular, los chicos. Así el 35% de ellos considera que controlar todo lo que hace su pareja no es violencia (ellas el 26%); y el 26% de los chicos opina que “controlar relaciones” no es violencia de género.
Tenemos que seguir trabajando por hacer visibles estas conductas controladoras como formas de violencia
¿Estamos hablando de creencias instauradas en base al denominado (y cuestionado) amor 'romántico'?
Las creencias disfuncionales sobre el amor y sobre ese idealizado amor romántico, también están muy presentes, sí. Así lo demuestra que un 55% de los y las encuestados/as esté bastante/totalmente de acuerdo con la afirmación de que “el amor lo puede todo”. De esta forma, aunque hemos hecho avances, aún hemos de seguir trabajando por hacer visibles estas conductas controladoras como formas de violencia y como gérmenes de posibles agresiones futuras más graves. El hecho de que se den episodios de agresiones psicológicas en los primeros meses de relación es una clara predicción de futuros episodios de maltrato físico, al menos en gran parte de los casos.
En muchas ocasiones has defendido la importancia de la educación para evitar estos comportamientos y así lo lleváis a cabo en la Facultad mediante muchas iniciativas, pero ¿no crees que hay un déficit en etapas anteriores, es decir, desde Primaria y Secundaria?
Sí, la educación es un factor clave y se ha de apostar por la coeducación desde las etapas iniciales e ir en esa dirección en todos los niveles educativos, incluido el universitario. Los espacios escolares no son igualitarios, pero tampoco los espacios familiares, agentes clave también en el aprendizaje de la igualdad. En este sentido apelamos a la necesidad de sumar cambios individuales como medio de lograr cambios sociales. Como así se ha constatado, es necesario hacer cambios también en las familias, ya que se configuran como espacios de aprendizaje de lo que constituye ser varón y mujer, y de referentes relacionales conyugales, ofreciendo a sus hijos e hijas modelos de desempeño de roles y responsabilidades domésticas diferenciales, de modo que configuran el espacio privado como propiamente femenino (apenas hay un 1% de hombres amos de casa). Esto supone una perpetuación de la realidad dual del universo masculino y femenino, así como el mantenimiento y persistencia de los estereotipos de género.
¿Cómo valoras el papel de los trabajadores sociales en la erradicación de la violencia machista? ¿Está suficientemente reconocido?
El Trabajo Social tiene el compromiso disciplinar y profesional de contribuir a hacer un mundo más justo socialmente a través de la reducción de las desigualdades, y las desigualdades entre varones y mujeres son constatables fácilmente. Por tanto, nos exige a las y los trabajadores/as sociales adoptar una mirada en clave de género, lo que se denomina ponerse las ‘gafas de género’. Esto permite hacer visible lo invisible, normalizado, lo naturalizado y aceptado socialmente. Comporta adoptar una nueva mirada sobre la realidad, captando las diferencias y desigualdades entre varones y mujeres y considerando sus necesidades desde un desigual punto de partida, y en consecuencia, generando acciones (profesionales y personales) que supongan transformaciones sobre las realidades particulares e individuales. Estas acciones han de ir dirigidas a modificar la forma y el fondo. En caso contrario, corremos el riesgo de parchear o bien contribuir a mantener, e incluso fomentar, desigualdades mantenidas a lo largo de los siglos.
En estos premios, prácticamente todas habéis sido mujeres, ¿es un paso para la visibilidad?
El Trabajo Social es una profesión vinculada al ámbito de atención a las personas y, por tanto, con sobrerrepresentación femenina. Consecuentemente, parece lógico que al ser mayoría de mujeres haya también más mujeres premiadas. No obstante, en estudios que se han llevado a cabo, también en Trabajo Social, aún con una presencia femenina de en torno al 90% en las aulas, se da la paradoja de la escalera mecánica: los pocos varones que estudian, es más probable que tengan empleos más estables, mejor remunerados y con mayor responsabilidad. Por eso es muy satisfactorio que seamos mujeres mayoritariamente las premiadas.
¿Qué nuevas iniciativas se están llevando a cabo en la Facultad para continuar con esta labor?
La Facultad de Ciencias Sociales de Talavera es especialmente activa, proactiva y comprometida con la igualdad y con otras muchas desigualdades sociales, y generamos múltiples escenarios para nuestro alumnado orientados a la adquisición de conocimientos, sensibilización y compromiso social. Por ejemplo, en nuestro centro, los carteles de fiestas universitarias no son sexistas, y si aparecen, rápidamente son detectados. Tenemos además dos asignaturas de Grado en materia de Género. Igualmente llevamos a cabo actividades de sensibilización y detección de las violencias de género con adolescentes, tanto en nuestras aulas como en los institutos de Secundario, donde participan como dinamizadores/as estudiantes actuales y ya egresados/as que siguen con vinculación en los grupos de promoción de la igualdad.
¿Y alguna previsión de cara a esa perspectiva de género?
Tenemos presente implantar un máster orientado a la intervención social con perspectiva de género. Y las líneas de investigación de los proyectos que emprendemos suelen también incluir esa perspectiva. Además hemos desarrollado varios proyectos de cooperación internacional en Perú (prevención de la trata de niñas con fines de explotación sexual); en México (empoderamiento de lideresas indígenas y de prevención de violencia en mujeres afro-mexicanas); y en India (promoción de procesos de empoderamiento de mujeres). Y recientemente hemos finalizado un proyecto europeo contra la ablación.
¿Cómo valoras el compromiso político para la consecución de estos objetivos sociales entre la población joven y adolescente?
Creo que se ha de trabajar mucho y las apuestas políticas dotadas presupuestariamente son las medidas impulsoras de cambios. En nuestra región se está trabajando activamente desde la prevención, sensibilización y formación con la población joven, abriendo las acciones no solo a las violencias en las relaciones de pareja, sino también las violencias que acontecen en espacios públicos y festivos, como la violencia en cita. Eso es también un gran logro para la sensibilidad hacia el abuso y la puesta en marcha de acciones de bloqueo. A nivel nacional, el Pacto contra la Violencia de Género es una buena medida, que esperamos que cultive buenos resultados.
Fuiste presidenta de la Conferencia de Decanos/as en Trabajo Social, ¿es una prioridad asentar nuevos valores en la juventud entre este gremio?
Sí, en gran parte de planes de estudio, la formación con perspectiva de género está contemplada en numerosas universidades españolas, aunque no en todas, y tampoco de manera obligatoria. Aún así son numerosas las acciones que se llevan a cabo en forma de cursos, jornadas, trabajos fin de grado y máster, comunicaciones a congresos, etcétera. En la mayoría de eventos científicos disciplinares aparece una línea de género, y muchos trabajos dan cuenta de prácticas innovadoras en la acción y formación universitaria para promocionar la igualdad y erradicar las violencias, lo que da cuenta del compromiso de la Conferencia de Decanos/as con esta realidad.