La segunda jornada del I Foro Internacional de Migraciones y Convivencias Ciudadanas 'Toledo Cultura de Paz' acoge dos bloques: 'La interculturalidad, diversidad y pluralidad como motor de la convivencia', con intervenciones de organizaciones como la Asociación de personas migrantes y refugiadas LGBTI de la comunidad de Madrid, Comisiones Obreras o Movimiento por la Paz; 'La violencia como obstáculos a la convivencia', en la que intervendrán activistas del movimiento de Mujeres de Negro o Médicos del Mundo, entre otros.
Las organizaciones de AIETI, SEDOAC y la Red de Mujeres Latinas y del Caribe intervendrán también con las ponencias 'Redes de mujeres y promotoras comunitarias contra la violencia de género' y 'Las trabajadoras del hogar frente a las diversas violencias'. Helia del Rosario, de AIETI, explica que el trabajo de estas organizaciones ha estado dirigido a al derecho a una vida libre de violencias, así como a poder acceder a un trabajo digno.
"Dentro de esta línea lo que buscamos no sólo es sensibilizar, sino también crear una red de promotoras para la prevención de la violencia de género, con mujeres migrantes que han acudido a los distintos cursos de formación que se han ido ofreciendo", explica, desde asociaciones como la Red o Amalgama. La formación consiste en dar a conocer cuáles son las violencias que sufren las mujeres a través de una perspectiva intercultural e interseccional, atendiendo a la realidad diversa de las mujeres migrantes. Además, han participado también en campañas de sensibilización y prevención, como ha ocurrido cuando han trabajado en conjunto con los puntos violeta.
"En las estadísticas se refleja, por ejemplo, que sufren acoso sexual en el ámbito laboral y que muchas de ellas no denuncian porque no conocen sus recursos o por su situación irregular", explica del Rosario. Es por eso que la sensibilización adquiere un cariz tan importante, para dar a conocer las herramientas con las que cuentan y así ir constituyendo una red de apoyo y acompañamiento. En ella, por supuesto, también se lucha contra la violencia de género, acompañando a las mujeres a denunciar al maltratador y protegerse a ella misma y a sus hijas.
"Cada caso es particular y requiere atención psicológica y derivación a los recursos jurídicos, pero sobre todo requiere tener un acompañamiento y un apoyo", asegura. Estos talleres también se han llevado a cabo en Castilla-La Mancha, gracias al apoyo institucional que les ha prestado el Instituto de la Mujer, en algunos casos. Son estas iniciativas las que explicará en el Foro toledano.
Desprotección y desigualdad
Carolina Elías es la presidenta de SEDOAC, Servicio Doméstico Activo, asociación en la que es activista desde el 2012 y que lleva un década funcionando. Fue trabajadora del hogar durante cinco años, pero ahora trabaja en su profesión elegida, abogada. Participará en 'Toledo Cultura de Paz' para explicar las diversas violencias a las que se ven sometidas las trabajadoras del hogar, que son un sector "bastante desprotegido a nivel legal", ya que la ley las coloca en una situación de "discriminación clara" al no tener derecho al paro, una indemnización mucho menor, y pueden ser despedidos sin tener que alegar ningún causal. "Queda mucha desprotección", asegura.
Esto es sólo la primera de las violencias a las que se enfrentan; por otro lado, son un sector "invisibilizado" y "desvalorizado" a nivel social. "Basta ver simplemente cómo nos llaman. La chacha. La criada. La chica. Nunca por nuestro nombre, y por eso intentaremos ejemplificar con casos reales cómo se vive este trato de las trabajadora". Entre otros, señala cómo han tenido constancia de mujeres que se ven obligadas a comer las sobras o a dormir con el perro, o incluso al caso de una mujer que murió intoxicada por las condiciones en las que vivía. "No se cumplían los requisitos mínimos de humanidad", lamenta Carolina.
Elías señala que no se conocen las medidas con las que debe cumplir el empledor y que no se cumple tampoco la Ley General de Prevención de Riesgos Laborales. "Las asociaciones trabajamos para dignificar el trabajo, que es tan importante porque cuidamos y protegemos la vida y los hogares de las personas. No es remunerado ni reconocido ni agradecido", asegura Elías. A la violencia institucional y a la social, se le une la desigualdad que sufren las mujeres.
"Existe una brecha entre hombres y mujeres que nos atraviesa a nosotras y que, al ser extranjeras, nos coloca en mayor vulnerabilidad", asegura. La falta de estabilidad laboral, exige al Estado que tome "cartas en el asunto" y que promueva políticas públicas que permita a las familias y las personas mayores pagar sueldos más dignos a sus cuidadores y dignificar así las condiciones de trabajo. Sin embargo, la organización en red en la que trabajan ofrece un pilar "fundamental" para estas mujeres, y, en ese sentido, se piensa de manera optimista.