Mujer. 32 años. Feminista. Y arquitecta. Natalia Mora lleva cuatro años al frente de Cachivache, su marca y proyecto personal. En él vuelca su reivindicación más profunda por lo artesano, el reciclaje del plástico en sus piezas y la visión mejorada de un Toledo -su ciudad natal- más actual.
Mora repasa con vr.toledodiario.es/ su pasión por el diseño, la innovación, la supervivencia de una mujer joven en un sector masculinizado, el nuevo Plan de Ordenación Municipal de Toledo (POM) y los problemas que arrastra la ciudad de las tres culturas en calidad de vivienda.
Pregunta: ¿Cómo surge Cachivache?
Respuesta: Siempre, desde tercero de carrera, que fue cuando empecé con las prácticas y pasando por un Erasmus, he trabajado para otros arquitectos. En 2018 decido cogerme una excedencia y me voy a vivir a Colombia dos años. Allí trabajo como arquitecta pero en el tercer sector, en la cooperación internacional y habitabilidad básica, muy radicalmente diferente. Y además, lo compaginaba dando clases en la universidad.
Y cuando vuelvo aquí, llega la pandemia, lo que supuso trabajar desde casa. Pero yo ya no me veía trabajando para otra persona y en realidad, siempre quise hacer mis cosas y mis diseños. Y en este momento me salió una cosita súper pequeña con una primera clienta y dije bueno, lo hago por mi cuenta. Compaginaba los dos trabajos y ya llegó un momento que dije: "hay que apostar". Y así es como nace Cachivache.
Eres una mujer joven y emprendedora en un sector todavía muy masculinizado. ¿Cómo ha sido tu experiencia desde tus inicios hasta hoy?
La verdad es que al terminar la carrera, muchos se encontraron con que eran hijos de padres que tenían estudio de arquitectura, que entran ahí, y se quedan con su cartera de clientes. Pero yo, no tengo un padre arquitecto, ni un primo arquitecto. He empezado de cero.
Y Toledo es una ciudad bastante cerrada. El mundo de la construcción es un mundo de hombres, los estudios de arquitectura llevan muchísimos años de trayectoria y son todos dirigidos por hombres. Y siempre, se termina apostando por los estudios de toda la vida que hacen todas las cosas de la misma manera. Que yo no digo que esté mal, pero que al final, no puede ser que la vivienda para los jóvenes de hoy la sigan pensando los sexagenarios.
Y esto, añadido al ser mujer donde en el mundo de la construcción, donde diría que también el 100% son hombres... Por eso en mi estudio, solo han trabajado mujeres. No quiere decir que cierre las puertas. Pero si busco trabajar con aparejadoras, topógrafas, ingenieras, restauradoras... Al final, creo que hay que participar en cambiar eso. Los hombres ya llevan toda la vida trabajando. Yo ahora le doy la oportunidad a las mujeres.

En los últimos años has trabajado en diversos proyectos vinculados al Ayuntamiento de Toledo. ¿Cómo se llega a estos proyectos?
Hacerse sitio en Toledo es difícil pero desde que monté Cachivache siempre tenía claro que una vía de trabajo era el sector público. Aquí el cliente te deja bastante libertad en el diseño. Fui presentándome a concursos y empecé a estar un poco más visible.
Al final, la arquitectura que se hace en Toledo es completamente diferente a la que hacemos en Cachivache. No utilizamos solo madera, sino que alternamos con otros materiales. Y hay proyectos que a este tipo de arquitectos no les interesa coger. Por ejemplo, en el proyecto del futuro auditorio del Valle no se presentó nadie. Suelen ser trabajos polémicos, con honorarios muy largos que se pueden alargar incluso a dos años y que no salen muy rentables.
Sin embargo, a nosotros como estudio joven nos interesa porque al final empiezas a tener cosas construidas, la gente te empieza a conocer. Y aquí es donde se empieza a experimentar, improvisar y a probar todas las cosas que diseñas.
El nuevo Plan de Ordenación Municipal (POM) de Toledo está generando mucho debate. Se habla de la necesidad de 'coser' la ciudad y sus barrios. Como arquitecta y responsable de varios proyectos de Toledo, ¿Qué opinas de este documento y del futuro urbanístico de la ciudad?
Creo que es súper necesario porque trabajamos desde que se derogó con un documento del año 1986, me parece. Entonces hay muchas licencias que necesitamos pedir que están completamente obsoletas. El polígono industrial, por ejemplo, no admite casi ningún uso. La gente está empezando a comprar naves para hacer salas de eventos y de reuniones, y no puedes hacer nada porque la ordenanza es tan antigua de cuando se construyó el polígono que no puedes avanzar.
En el casco, pues lo mismo. Se ha regulado lo turístico, pero se ha tardado un año y medio, y en ese tiempo los proyectos han estado parados. Por eso creo que el POM es bastante necesario porque marca el desarrollo de una ciudad, no solo urbanísticamente, sino también poblacional.
Habría que aprovechar todos los solares que hay vacíos, reparar edificaciones y construcciones que se hicieron de mala calidad en la 'fiebre' del ladrillo, como sucede en el barrio de Corea, o muchos edificios de Santa Bárbara. Y luego que, la vivienda se haga pública y evitar que se conviertan en guetos como ocurre en muchas viviendas de la ciudad.

¿Crees que el Casco ha dejado de ser vivible?
Me encanta el Casco y me niego a pensar que no lo es. Y creo que tenemos que ser la resistencia e intentar seguir con los alquileres pero de boca a boca y que no lleguen al ‘Idealista’. Y contar con gente que vaya haciendo sus proyectos de casas e ir ocupando esos pocos espacios que nos quedan.
También lo romantizamos. No es un sitio topográficamente fácil pero, todo el mundo que vivimos aquí sabemos los contras que hay. Y luego, sí que creo que existen los lazos comunitarios y es un barrio donde hay mucho más que en otros. Cuando vives en el Casco vas a comprar a Gema la fruta, vas a la pescadería de Félix... Esta cercanía no lo pueden decir en otros barrios de la ciudad, por eso hay que cuidarlo y fomentar aquí la vivienda.
Cómo he dicho antes, con vivienda pública o ayudando más a la gente en adquirir un bien inmueble de uso principal y no turístico o rebajando el IBI. Y la gente que vive ahí ayudará a potenciar el comercio local; necesitaría la carnicería, la frutería, la peluquería, la ferretería… Si los vecinos nos vamos del Casco, no se necesitarían servicios.
Para terminar, ¿Qué proyectos tienes en mente o qué sueñas hacer próximamente?
Realmente de aquí a cinco años me imagino poder seguir trabajando de lo que me gusta. Nosotras no solamente estamos haciendo los proyectos que nos llegan de clientes, sino que siempre estamos inventando: una lámpara, una silla… Diseñar.
Seguir trabajando con cachivaches, seguir haciendo proyectos y que esos proyectos mejoren la vida de las personas. Y que podamos seguir repartiendo cachivaches por el mundo, quizá.








