Hubiera sido el camino natural de una carrera política. De presidenta de una comunidad autónoma a ministra, número dos del partido en el Gobierno y después a la Moncloa. María Dolores de Cospedal había sido la cara visible del PP en los peores años de su historia, cuando comenzó a conocerse la trama Gürtel y los papeles de Bárcenas sobre la financiación irregular del PP. Era la que intentaba dar explicaciones, no siempre con éxito, una y otra vez. Al mismo tiempo, como presidenta de Castilla-La Mancha quiso demostrar su particular manera de gestionar las políticas públicas convirtiendo a esta región en la antesala de unos recortes sociales que después se extendieron a todo el país. Ambas situaciones le pasaron factura. Hasta que la publicación de grabaciones del comisario Villarejo relacionadas con ella y su marido, el empresario Ignacio López del Hierro, le dieron la ‘puntilla política’.
Tras gobernar una legislatura en Castilla-La Mancha, Cospedal ganó las elecciones autonómicas en 2015 pero no con la mayoría absoluta suficiente para revalidar su puesto e impedir que Podemos apoyara a Emiliano García-Page. Había hecho una campaña contenida, enfocada en temas nacionales y muy sobria. No sirvió. Aunque ya por entonces, los socialistas -en la oposición- la habían acusado de realizar su labor entre Madrid y Toledo, sin dedicar apenas tiempo a la región, al perder las elecciones sus preferencias se fueron vislumbrando más claramente: dejó su escaño como diputada autonómica para concurrir a las elecciones generales por la provincia de Toledo.
Ya en el Gobierno de Mariano Rajoy, fue nombrada ministra de Defensa, una cartera con un perfil muy institucional y de poco desgaste político que le vino muy bien para sonar en las quinielas como sucesora del presidente, quien no en vano había sido su mentor cuando aterrizó en la política nacional desde la ‘escuela’ madrileña de Esperanza Aguirre. Aún así no quiso desvincularse de Castilla-La Mancha al cien por cien. Se mantuvo como presidenta del PP en esta comunidad, elegida casi por aclamación en marzo de 2017. Nadie le hacía sombra en el partido ni ponía en cuestión su liderazgo.
El poder en tres cargos
Además, en aquel momento se convirtió en una de las personas con más poder en el PP: la secretaría general del partido, un ministerio de Estado y la presidencia de la formación en su comunidad autónoma. Esa acumulación de cargos supuso para Cospedal un nuevo motivo para recibir las críticas veladas de sus compañeros, sumado a los que suscitaba la gestión que había hecho de la corrupción en el partido.
Como secretaria general, había gestionado todo el entramado judicial que acabaría por arrinconar al PP de Rajoy, llevándolo a la moción de censura que les desalojó del poder. Con ella al frente dimitió el tesorero Luis Bárcenas pero también se supo del pago "en diferido" que el extesorero disfrutó tras abandonar sus cargos, con derecho a uso de despacho y coche oficial.
La moción de censura que el pasado mes de mayo acabó de forma repentina con el Ejecutivo de Rajoy abrió la mayor ventana de sus oportunidades políticas. Presidir el PP y conseguir el Gobierno de España. Su decisión de cara al congreso extraordinario de los ‘populares’ tras la dimisión de Rajoy no fue rápida. Ya había trascendido en numerosas ocasiones su enfrentamiento con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y le constaba que era un riesgo competir con ella. Por eso cuando esta última ganó, no dudó en apoyar la vía de Pablo Casado, que quedó en segundo lugar, y asegurarse así su puesto en el partido.
Aunque salió medio indemne de esta tormenta política en pleno verano, lo peor estaba por llegar y lo hizo de la mano del comisario Villarejo. Sus grabaciones la pusieron en el punto de mira cuando tenía pensado concurrir a las elecciones europeas. No solo esta opción se volvió imposible, sino que comenzaron las presiones, desde dentro del partido y desde fuera, para que dejara la política. Tras muchos silencios, especulaciones y un goteo constante de grabaciones, dejó primero sus cargos en el PP y después su acta de diputada en el Congreso de los Diputados.
En Castilla-La Mancha, cuando renunció a seguir presidiendo el partido a nivel regional, hubo una absoluta revolución. Los años del ordeno y mando dieron paso al florecimiento de rencillas en provincias como Toledo: a Paco Núñez, candidato ‘oficial’ a sucederla y entonces alcalde de Almansa (Albacete), le salió como rival el alcalde de Seseña (Toledo), Carlos Velázquez. Este último no quería el continuismo, quería recuperar afiliados. Hubo agrias acusaciones entre ambos, pero una vez finalizado el cónclave castellano-manchego con Núñez al frente del partido, la disciplina propia de este partido parece haber vuelto a su cauce.
Ahora, con Cospedal fuera del partido en todos los ámbitos, lo cierto es que la polémica continúa. Luis Bárcenas, en su última declaración ante la Audiencia Nacional por la Operación Kitchen ha vuelto a mencionarla hasta en cuatro ocasiones. Esto ha servido para que el PSOE castellano-manchego siga manteniendo en el debate político diario la gestión de la expresidenta en esta región, pidiendo explicaciones y preguntándose también hasta qué punto en este partido pudieron ser “espiados” tanto García-Page como el expresidente José María Barreda.
Petición de explicaciones y propuesta de persona 'non grata'
Los que fueron sus contrincantes políticos en esta comunidad autónoma no pasan página. Es más, desde Podemos, han llegado a pedir que se la declare como persona ‘non grata’, algo a lo que sin embargo no se ha sumado el PSOE por “no hacer leña del árbol caído”. Los socialistas se limitan a preguntar “qué cocinaban” ella y Bárcenas durante años.
Y por su, parte, Paco Núñez esquiva como puede las preguntas sobre Cospedal, se aleja de su anterior gestión, apenas la nombra y se embarca en un discurso de futuro. Pero hay un tema que sigue pendiente. Antes de conocerse los audios, en el PP castellano-manchego había manifestado su intención de nombrarla como presidenta de honor. Este nombramiento no se ha ratificado, pero los 'populares' tampoco han negado que se materialice en un futuro. ¿Quedará un puesto honorífico para ella?
Por ahora, la ex secretaria general del PP ha conseguido que su partido le consiga un puesto en el Instituto Elcano, en Madrid, como su representante en el patronato, un desempeño por el que no cobrará sueldo ni dietas. La cuestión es: ¿ha sido el fin de su carrera política?