Hasta ahora he albergado la esperanza de que las pruebas de la antigua Selectividad - hoy EBAU (Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad) o EvAU (Evaluación para el Acceso a la Universidad), dependiendo de cada comunidad autónoma- finalmente no llegarían a celebrarse pero parece que las últimas noticias no van por ahí. Como profesora universitaria y como madre, no doy crédito a lo que estamos viviendo.
Después de tenerles tres meses encerrados, sin poder ir a clase, vamos a lanzar a nuestros jóvenes al riesgo de contraer y propagar una grave enfermedad, que está provocando la muerte de millones de personas y nadie se inmuta por ello. En su lugar, las comunidades autónomas y las universidades se están dedicando a elaborar costosos protocolos de medidas de seguridad e higiene que, si no fuera por lo grave del asunto, provocarían risa.
En este (¡maldito!) año, mi hijo mayor está en situación de realizar la EvAU. No duermo bien desde que sé que se va a celebrar (sí o sí) y me veo obligada a frenar este disparate (si mi hijo o alguno de los estudiantes enferma, no me perdonaría haber permanecido pasiva).
No comprendo la razón por la qué en la Universidad española, todas las enseñanzas de grado y máster de este curso 2019/2020 finalizarán con evaluación no presencial, por razones de seguridad, y que se esté planificando el próximo curso en un escenario de no presencialidad y, sin embargo, los exámenes de EvAU se vayan a realizar de modo presencial.
No dudo de que desde las universidades se van a adoptar todas las medidas de seguridad para evitar cualquier riesgo para estudiantes, profesores y PAS, pero me da pánico pensar qué harán los estudiantes cuando se encuentren en los desplazamientos, en los descansos, en las comidas… ¡Son jóvenes de 17 ó 18 años que llevarán más de tres meses sin verse! Quizás el miedo los haya transformado en disciplinados “soldados” capaces de estar en rigurosa columna, manteniendo las distancias de seguridad… pero, sin duda, esto es algo que está por ver.
¿Conviene arriesgarse? ¿conviene gastar ingentes cantidades de dinero público en adoptar medidas contingentes y efímeras para realizar los exámenes (geles, desinfección continua de espacios y de documentos, incremento de personal de limpieza, guía y vigilancia) ¿No sería más eficiente dedicar esos recursos públicos a la inversión en la mejora de servicios públicos tan sensibles como sanidad y educación?
Se ha suspendido todo tipo de exámenes de grado, máster y oposiciones… El examen de acceso a la abogacía se celebrará online el próximo 4 de julio. No se comprende que se mantenga la celebración de la EvAU y que sea el único acto masivo desde marzo. Hay quien dice que quizás es una estrategia para inmunizar a grupos grandes de población… porque los “jóvenes mueren menos”. A mí me escandaliza este planteamiento y estoy segura de que no es cierto. Si así fuera, los grados universitarios ofrecerían una ocasión de oro y no se está haciendo (con buen criterio); es cierto que los jóvenes “mueren menos” pero se abrazan más, contagian igual y sus muertes son “más desgarradoras” para todos…
Creo que el asunto es muy serio como para hacer “experimentos”. En muchas de las aulas universitarias, es casi imposible evitar el contacto físico por mucho que haya varias puertas, habrá que pasar piernas y manos sudorosas por las filas de pupitres fijos, entregar papeles, controlar el DNI y es inevitable “resoplar” y tocarse la cara en situaciones de estrés… Eso por no hablar del uso compartido de los baños que, en muchos edificios universitarios, son pequeños y es casi imposible evitar el contacto al menos indirecto…
Se recomienda que los estudiantes se tomen la temperatura antes de salir de casa y en su caso, se abstengan de acudir al examen. ¿De verdad creen que esta es una medida fiable para garantizar la salud pública? Sin duda, un buen número de estudiantes cumplirá el protocolo, pero, sin duda también, una mínima parte (y no por ello libre de contagiar) no lo hará o incluso, preferirá arriesgarse y acudir al examen con décimas… Si se quiere adoptar esta medida con un mínimo de fiabilidad y seriedad, es necesario que la Administración asuma el correspondiente coste y que personal de la organización no sólo controle el DNI sino también la temperatura de los estudiantes e impida la entrada a aquellos que pudieran tener décimas de fiebre. Es imprescindible, ¿generar ese coste y esa conflictividad?
El desplazamiento hasta los centros de realización de exámenes no es una cuestión menor, especialmente en comunidades con una elevada población estudiantil rural, en las que será imprescindible el uso del transporte público, incentivando la movilidad y el compartimiento de espacios reducidos en las mismas franjas horarias. Tampoco se debe olvidar que estos alumnos tendrán que comer en locales que funcionan con aforo limitado, existiendo riesgo de saturación… siempre cabe recomendarles que lleven su propio tupperware, evitando alimentos que puedan deteriorarse a altas temperaturas…
En muchas comunidades autónomas, como Castilla-La Mancha o Madrid, la prueba se celebrará en julio, los estudiantes tendrán que realizar el examen a altas temperaturas, con mascarilla y con el miedo de contraer la enfermedad… Llevar mascarilla genera angustia y mareos (como algún diputado regional ya ha experimentado en un pleno de las Cortes castellanomanchegas), por no hablar de las gafas empañadas que impiden ver… ¿De verdad, piensan nuestras autoridades académicas y sanitarias que estas son condiciones adecuadas para que los jóvenes hagan el examen “de sus vidas”?
¿Hay realmente algún obstáculo insuperable para tomar como media la nota de bachillerato? U otras fórmulas como hacer el examen el examen online o en los propios institutos en grupos reducidos. Ciertamente no son soluciones óptimas “como sistema” pero en estas peculiares condiciones, pueden ser la solución “menos mala”… En otros países de la Unión Europea, se han suspendido las pruebas en su formato habitual.
¿Qué cara se nos quedará a todos si tras la celebración de las pruebas hay un repunte de la enfermedad? Aquí no valdrá invocar el argumento del desconocimiento de la magnitud de la pandemia... ¿Inundaremos los juzgados con demandas de responsabilidad penal o patrimonial, que posiblemente acabarán con indemnizaciones millonarias a cargo del presupuesto público? Las mas elementales exigencias del principio de precaución demandan no generar este riesgo.
Desde luego, como madre preocupada sobre todo por la salud de mi hijo y de sus compañeros y compañeras, creo que no es un riesgo que esté dispuesta a correr. Si el examen sigue adelante y sin perjuicio de ejercer las acciones legales pertinentes, me planteo muy seriamente la renuncia a él… por muy doloroso que ello me resulte... En ese caso, el sistema, que tanto proclama que nadie debe quedarse atrás como consecuencia de la COVID-19, habrá fracasado porque, por seguridad y responsabilidad, al menos, un joven se quedará atrás.
Desde el respeto hacia los que tienen que tomar decisiones en momentos tan difíciles como los que nos toca vivir, siendo consciente de que no es momento de divisiones y protestas, sino de unión y de soluciones proporcionadas a la situación, ruego:
1) Que se reconsidere la decisión sobre la celebración de la EvAU.
2) Que, en todo caso, se evite la realización de exámenes presenciales en "centros sede".
3) Que se adopten otros sistemas alternativos para determinar la nota de acceso a la Universidad, como pudiera ser la nota media de bachillerato.
4) Que, en su defecto, las pruebas de EvAU se realicen a distancia, en modalidad online o en último término, en grupos reducidos en los propios institutos.
Si compartes esta preocupación, por favor, firma esta solicitud (http://chng.it/q8CtGy7tJG) (si no se abre el enlace, copia y pega en tu navegador).