Ya han pasado más de 16 años desde que se aprobó el Plan de recuperación del lince en Castilla-La Mancha. Desde 2003 la situación de esta especie en cuanto a población, distribución, zonificación o uso del territorio ha variado de manera considerable y también ha habido modificaciones legales que inciden directamente en su conservación. Por eso la Consejería de Desarrollo Sostenible ha puesto en marcha un proceso de participación pública durante tres meses para la revisión de ese plan.
El pasado 5 de marzo la Junta acordó el inicio del expediente y ahora es la ciudadanía, las asociaciones y las distintas administraciones quienes deben realizar sus aportaciones. Este proceso se inicia después del confinamiento por la pandemia de coronavirus, que ha propiciado que una nueva generación de linces hayan nacido y crecido en la naturaleza.
En el documento técnico de síntesis para la justificación y participación pública de la propuesta de revisión, consultado por eldiarioclm.es, la Dirección General de Medio Natural y Biodiversidad de Castilla-La Mancha recuerda que cuando se aprobó el Plan de 2003 la situación de esta especie era “desalentadora”, con solo dos núcleos poblacionales: en el Parque Nacional de Doñana y en la Sierra de Andújar y Jaén, no sumando más de 100 ejemplares. Solo había un lince ibérico ibérico aislado en los Montes de Toledo.
La evolución de las acciones
En Castilla-La Mancha se empezó a desarrollar el plan de conservación con la “tarea urgente” de si era posible que alguna población, por pequeña que fuera, pudiera haber quedado sin detectar. Mientras, se implementaron medidas de reducción de la mortalidad no natural, de fomento del conejo de monte y la conservación del hábitat en su área de distribución conocida.
Desde la redacción y aprobación del Plan de recuperación de 2003, se han desarrollado importantes proyectos y regulaciones normativas que han contribuido a la conservación y recuperación de esta especie entre las que destacan el Proyecto Life+Iberlince. En total se han liberado desde 2014 a 2019 un total de 84 ejemplares de lince Ibérico, 42 en Montes de Toledo y 42 en Sierra Morena Oriental.
Tras analizar las causas de mortalidad de esta especie en peligro de extinción, la mayor de ellas los atropellos, en el documento la Junta realiza una visión de futura subrayando que la incorporación de los cachorros de las camadas 2019 como reproductores a partir de 2021 puede ser fundamental para "el asentamiento definitivo de la especie en la región".
“Si la mortalidad y la productividad se mantiene en niveles al menos como los observados hasta ahora, es previsible que la especie continué aumentando y finalmente expanda en forma de mancha de aceite desde las áreas de presencia hacia su periferia, siempre que cuente con hábitat disponible y las densidades de conejo se mantengan adecuadamente”, agrega.
Establece así los principales retos para la conservación del lince ibérico en los próximos años. Los primeros de ellos son: asegurar el correcto seguimiento poblacional y sanitario de la especie y conseguir que las "incipientes poblaciones sean autosuficientes", alcanzando un mínimo de 15 o 20 hembras reproductoras y que existan condiciones para que el lince se expanda y amplíe su área de distribución.
También es objetivo fundamental establecer nuevas áreas de presencia, bien favoreciendo la “recolonización natural” o bien mediante la liberación de ejemplares desde los centros de cría. “Hay que tener en cuenta que la puesta en marcha de nuevos proyectos de reintroducción en toda la Península Ibérica puede limitar esta última posibilidad en Castilla-La Mancha”, avisa.
A la mencionada reducción de la mortalidad no natural, en especial el riesgo de atropello y las muertes causadas por persecución y artes de captura ilegales, se une el reto de asegurar que existan densidades apropiadas de su presa básica y el factor limitante de su expansión: el conejo de monte.
Y para facilitar el intercambio natural, en el documento también se establece como horizonte favorecer la conexión de estas poblaciones de ejemplares. Es uno de los factores que pueden minimizar el riesgo de extinción la especie y/o los procesos de endogamia y “deriva genética”.
Por último, se enumeran otros objetivos como actualizar la zonificación del Plan de Recuperación (áreas críticas y de importancia) al área de distribución real de la especie; evaluar y adaptar la regulación a los nuevos conocimientos sobre la especie y la normativa desarrollada; conseguir la implicación y participación de la sociedad en la conservación; y continuar y fomentar la colaboración actual con la propiedad privada.