La Policía Nacional ha desarticulado una organización criminal dedicada a la explotación sexual y laboral de mujeres en la localidad murciana de Fuente Álamo pero tras el registro realizado en una vivienda utilizada como prostíbulo en Toledo. Fue en esta acción cuando los agentes localizaron un hueco tipo zulo, de dimensiones muy reducidas, que habría sido utilizado para esconder a mujeres en caso de presencia policial.
Los agentes han conseguido liberar a un total de 19 mujeres que, además de ser obligadas a prostituirse, también eran explotadas como cuidadoras de personas mayores
La investigación policial ha concluido con la detención de 27 personas -26 en la provincia de Murcia y una en la provincia de Toledo-, decretándose prisión provisional para nueve de ellas. Entre los arrestados se encuentran dos cabecillas de la organización.
La investigación comenzó gracias a una denuncia anónima recibida en el correo electrónico trata@policia.es. Esta es una de las herramientas, junto a la línea telefónica 900 10 50 90, con las que cuenta el Plan de la Policía Nacional contra la Trata de Seres Humanos con Fines de Explotación Sexual para facilitar la colaboración ciudadana y la denuncia, anónima y confidencial, de este tipo de delitos.
Doble explotación
Tal y como explican fuentes de la Policía Nacional, la investigación ha concluido que esta organización de trata de mujeres estaba dividida en dos ramas diferenciadas.
"La primera de ellas estaba constituida por un clan familiar de origen paraguayo, liderado por una mujer y que explotaba sexualmente a mujeres que traían engañadas desde Paraguay y a víctimas de otras organizaciones criminales. Esta actividad, junto al tráfico de drogas, había permitido a la rama acumular en los últimos años un gran patrimonio", señalan.
La otra rama, liderada por una mujer de nacionalidad hondureña, se dedicaba a traer a España a mujeres de esa nacionalidad para trabajar como cuidadoras de personas mayores, cobrándolas por ello cantidades que podían ascender hasta los 7 mil euros. Si no podían pagar esta deuda, además de ser explotadas laboralmente como trabajadoras del hogar, las mujeres eran obligadas a prostituirse.
"Los explotadores no dudaban en maltratar" y agredir a las víctimas, que vivían secuestradas "bajo la constante amenaza de graves represalias y la pérdida de propiedades en sus países de origen si no cumplían con el pago".