Durante años de intenso crecimiento de las ciudades españolas a partir de los 1960, coincidiendo con la profunda transformación económica, social y política del país y la necesidad de paliar déficits acumulados, las superficies artificiales se han multiplicado, a menudo con pérdida de los mejores suelos para los cultivos y de paisajes de excepcional valor medioambiental y patrimonial, como las vegas de Alcalá de Henares y Granada. Con la llegada de los 2000, el auge inmobiliario alcanzó su apogeo, ahora en gran medida para satisfacer intereses especulativos, modos de producción y estilos de vida que fomentan la urbanización difusa y la vivienda unifamiliar. Por otro lado, la liberalización de los usos del suelo y los mecanismos para agilizar la creación de viviendas de las Leyes de Ordenación del Territorio y de Actuación Urbanística Autonómicas (LOTAU), como las de Castilla la Mancha de 1998, 2004 o 2010, facilitan los hechos.
Sin embargo, también ha ido en aumento una conciencia ciudadana que clama por la protección del medioambiente y la conservación de los valores patrimoniales. En este sentido, fueron determinantes las recomendaciones de la UNESCO en 1992 sobre la Convención del Patrimonio Natural y Cultural de 1972, la Conferencia de Río sobre el Medio Ambiente de 1992 y el Convenio del Paisaje Europeo de 2000, del Consejo de Europa. El paisaje, en sentido geográfico y más desde Humboldt y Ritter, como espacio que resulta de la utilización del medio natural por las personas a lo largo del tiempo, concita el interés de la sociedad, y más cuando sus valores permiten calificarlo de “cultural”, como la Vega Baja y La Peraleda. La “Declaración de Xi'an sobre la Conservación del Entorno de las Estructuras, Sitios y Áreas patrimoniales”, del 17 al 21 de octubre de 2005, y “Las recomendaciones sobre el paisaje urbano histórico”, de la UNESCO de 10 de noviembre de 2011, son también esenciales para entender las áreas urbanas históricas y sus entornos como patrimonio cultural común. De ese modo, el paisaje es un activo social, cultural y económico, generador de sentimientos identitarios, de estabilidad emocional y de riqueza a través del “turismo cultural”, como señala ICOMOS, pues proporciona “conocimiento, experiencia e información sobre la historia y la cultura del destino, incluidas las actividades productivas o de servicio”.
De ahí que los Estados y las Comunidades autónomas integren el paisaje en sus estrategias de ordenación territorial y de patrimonio cultural, aparte de asumirlo en la legislación de medioambiente. La Comunidad Valenciana fue la primera en hacerlo, con la “Ley 4/2004, de 30 de junio, de Ordenación del Territorio y Protección del Paisaje”, y Cataluña, la segunda, con la “Ley 8/2005 de Protección, Gestión y Ordenación del Paisaje de la Generalidad”. En Castilla La Mancha, la “Ley de Patrimonio Cultural” de 2013 introdujo el paisaje en su preámbulo y está pendiente de aprobación una “Ley de Paisaje”, con inclusión del concepto de “Paisaje Cultural”. Por otra parte, el proyecto de actualización de la “Ley de Patrimonio Histórico Español”, de 1985, considera el “Paisaje Cultural” como valor patrimonial sometido a protección del Estado.
En este contexto, parece imposible dudar de la importancia de las valores medioambientales, históricos y paisajísticos de la Vega Baja y La Peraleda en su conjunto, como lo que es, una unidad de “Paisaje Cultural” que el Ayuntamiento no reconoce, extendida por ambas orillas del rio. Por eso sorprende la aureola propagandística con la que la alcaldesa presentó en el “Debate del Estado de la Ciudad”, de 1 de julio de 2021, una recuperación de Vega Baja que se reduce al espacio de tres BIC: el Circo romano, el Yacimiento Vega Baja y la Ampliación del Yacimiento Vega Baja, es decir, al 20 % de la superficie de la Vega Baja, a lo de siempre, que, indudablemente, requiere ordenación y puesta en valor. Pero no se dice absolutamente nada del 80 % restante, y menos del estudio de georradar de hace meses que se sigue ocultando, sin lugar a duda, porque confirmará la existencia de restos más allá de lo declarado BIC. Del mismo modo, se ocultan las intenciones de construir 398 viviendas en la Vega Baja y 5.300 en La Peraleda, más un cuartel en una parcela de 78.000 m2, todo dentro de “Zona de Protección de Paisaje”, de “Amortiguamiento” y “Arqueológica”, debidamente salvaguardada por la legislación nacional e internacional. De todo ello, el Ayuntamiento tendrá que dar cuenta al Parlamento europeo, según acuerdo de la Comisión de peticiones del 16 de junio de 2021, como tendrá que hacerlo ante la UNESCO, lo que pondrá en evidencia el incumplimiento de la legislación de protección del patrimonio que se denuncia, en contradicción con la afirmación de “blindar la Vega Baja”. Y en este sentido ¿qué se blinda realmente? ¿lo que lleva décadas blindado como BIC, pero en abandono por la administración? Del mismo modo aburre por reiterada y vana la declaración: “no se van a construir 1300 viviendas en Vega Baja”, ¡pues claro que no! como que este Ayuntamiento las programó en la Modificación 28 sobre el BIC “Ampliación Vega Baja”, sabiendo que jamás se construirían. ¿Pero qué decir de las 300 viviendas del Circo Romano y 98 del Cristo de la Vega, también en la Modificación 28 y de las que no se habla? ¿Forman también parte del blindaje de la Vega Baja?
Dicho esto, ¿cómo entender que el Ayuntamiento se jacte de proteger sólo el 20 % de la superficie de la Vega Baja, de lo que es “Paisaje Cultural” y del que también La Peraleda es parte. ¿Es eso una gestión acorde con la Ley de Patrimonio Histórico Español y la UNESCO? por más convenios que se quiera con el Ministerio de Cultura sobre lo que lleva décadas como Bienes de Interés Cultural. A la vista de esto, sigue siendo exigible el respeto de la legislación que protege toda la Vega Baja y La Peraleda como “Paisaje Cultural” , con valores medioambientales culturales e identitarios de todos y que ningún Ayuntamiento tiene derecho a privatizar y destruir, como se ha hecho en actuaciones denunciadas ante el Ministerio de Cultura, la UNESCO y el Parlamento europeo. Por otra parte, las dinámicas privatizadoras del Ayuntamiento no pueden actuar con indiferencia de la opinión pública que demanda la conservación de un paisaje que se considera como propio, ni tampoco debería de actuar de espaldas al urbanismo que hoy se practica en el Mundo, por cierto, con respeto a los ODS para 2030. Es incomprensible que el Ayuntamiento siga sin entender La Vega Baja y La Peraleda como espacio de oportunidades para la ciudadanía, de mejora medioambiental y de calidad de vida incorporando estrategias integrales de renaturalización, como las que han permitido a Vitoria-Gasteiz ser “Green Capital” en 2012, transformar el viejo cauce del Turia en Valencia en un inmenso jardín y las riberas del Manzanares en espacio de ocio y encuentro de los madrileños, de superación de vacíos urbanos, de recuperación de valores patrimoniales y paisajísticos, y de atracción turística.
Esperamos que la dimensión europea de la Vega Baja y La Peraleda sirva para superar promesas de recuperación puntual de restos arqueológicos y de renaturalización, sin estudios previos de toda la zona y con ocultación de información. Los proyectos de actuación anunciados enfáticamente por el Ayuntamiento siguen siendo de reducido alcance, de adecentamiento de lo sumido en el descuido y el abandono, nada que ver con una estrategia global de recuperación del patrimonio, lo que concuerda, por otra parte, con la total carencia de proyecto de ciudad y, consecuentemente, de la zona. Continuamos en el más de lo mismo, en lo “déjà vu” y, lamentablemente, en el intento de “marear la perdiz” para materializar proyectos edificatorios en plena Vega Baja y Peraleda. Se sigue sin entender La Vega Baja y La Peraleda como un “mundo de oportunidades”, necesitado de un tratamiento integral de sus valores arqueológicos, medioambientales y paisajísticos, capaz de combinar patrimonio con “tramas verdes”, incluida la agricultura, y con la “trama azul” del río, otro factor de oportunidades, como se ha hecho en Vitoria-Gasteiz con el Zadorra y en Madrid con el Manzanares. Pero todo eso necesitaría también recuperar el río, no sólo regenerar sus riberas, sino reconstruir su ciclo hidrológico, depurar sus aguas y controlar los vertidos. Por supuesto, la gestión también comporta poner coto a extracciones de agua agravadas por un nuevo trasvase hacia la cuenca del Guadiana, difícil de justificar cuando se orienta a reponer desmedidas extracciones del manto freático para convertir en verde lo que siempre ha sido un paisaje seco (Manxa o Tierra Seca).
En definitiva, seguimos sin una gestión integral, sostenible y responsable de la Vega Baja y La Peraleda, capaz de hacer predominar el verde y las piedras del pasado, sin concesiones al cemento, que eso debería ser el “convenio” que todos citan y nadie muestra, salvo fotocopias no identificadas en Bruselas. Y eso sin entrar en la redundancia con lo que es obligatorio y de estricto cumplimiento para cualquier administración: la conservación y puesta en valor del patrimonio. Más eficaz sería recabar fondos europeos y nacionales, en una coyuntura incomparable para ello, que permitan la identificación real de los restos del pasado y acometer las necesarias obras de recuperación del patrimonio y del paisaje, con un plan integral y olvido de proyectos especulativos, incluido el cuartel.
Sería igualmente deseable que el Ayuntamiento de Toledo comprendiera que la Vega Baja y La Peraleda son también valores culturales europeos, de acuerdo con el “Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea”. De nuevo, se presentan más oportunidades de desarrollo sostenible, pero también obligaciones y compromisos, sobre todo para gestionar el patrimonio y conservar los paisajes heredados. Por todo eso, un rotundo “Sí” a una gestión integral de la Vega Baja y La Peraleda, como “Paisaje Cultural”, “No” a “ventanas arqueológicas” y “rendijas al paisaje” que corresponden a suelos ya BIC para justificar operaciones especulativas innecesarias, y “Sí” a la conservación de las vistas de la ciudad que han llegado a nosotros, que disfrutaron nuestros antepasados, describieron viajeros de toda época y representaron pintores de prestigio universal.