Hace unas semanas la Revuelta de la España Vaciada daba la voz de alarma. Una alarma que no porque haya sonado ahora no estuviese sonando de fondo desde hace ya años en muchos pueblos y comarcas de nuestro país.
Lo curioso de todo es que muchos de los responsables del vacío producido acudieron también a la manifestación, sacando pecho de las medidas que ahora dicen tener para el medio rural. Allí les vimos, orgullosos. Desde Tejerina hasta Planas, pasando por muchos otros responsables políticos de distintos grados y partidos.
También nosotros, de alguna manera, hemos sido responsables de todo esto con nuestro voto, en una suerte de partido de pin pon entre Málaga y Malagón. Por fortuna, el bipartidismo ha acabado, pero no parece que la forma de hacer política se haya modernizado mucho. A la vista está el debate de este martes 17 abril en Televisión Española que parecía una obra de teatro mala a la que tienen que regalar entradas para tener público. Pero eso es otro tema.
La realidad es que esta película ya la hemos visto. La España Vaciada ocupó muchas páginas en distintos periódicos, abrió telediarios y fue el tema de conversación durante los días anteriores y los días posteriores. Tenemos fotos de los políticos con tomates, cabras y cerdos, pero, al final, la película siempre termina igual, en un partido de rubgy, donde el balón es el voto y ellos corren con él para ganar. Luego no se les vuelve a ver el pelo, a pesar de las promesas y a pesar de las sendas reuniones con los ciudadanos.
Habría que crear una especie de órgano de monitorización de las promesas, las hechas y las incumplidas, más allá de solucionarlo en las siguientes urnas. Porque el papel todo lo aguanta y la voz se la lleva el viento, aunque la hemeroteca la sobreviva.
¿Para qué vale el voto del medio rural? Nosotros, quizá pretenciosos, pensamos que vale para algo más que para crear políticas públicas para la ciudad. Pensamos que nuestro voto debería valer para mejorar nuestras comunicaciones, las terrestres y las digitales, para potenciar la creación de negocios, establecer buenas condiciones de vida y servicios públicos y, en definitiva, generar riqueza y ganas de quedarse en el pueblo a vivir y formar una familia.
Para esto, también hace falta fomentar un distinto ejercicio de la política que permita un nuevo modelo de desarrollo, más equilibrado, más justo y en el que quepan todos, sin diferenciar ciudadanos de primera o de segunda.
En el ejercicio político son tan importantes las medidas y propuestas concretas como la relación con los ciudadanos, a los que, una vez se ha ido a las urnas, se les suele dar la espalda y nunca jamás se vuelven a preocupar por sus demandas…hasta las siguientes elecciones, porque parece que los políticos tienen que ser coherentes con sus jefes de partido y no entienden que sus jefes son los ciudadanos.
Esta falta de coherencia lo inunda todo y se entra en un agujero negro en el momento en el que se quiere realizar una consulta, y tanto es así que casi resultaría más fácil comunicarse con el responsable de atención al cliente de una compañía de teléfono que volver a hablar con un diputado de provincia.
No todo es horrible. Algunas propuestas se empiezan a escuchar, como una bajada del IRPF del 60 % en los municipios de menos de 5.000 habitantes o los consabidos planes de mejora para que Internet llegue bien y con calidad al medio rural.
Precisamente en este último caso, España está a la cola de los países de su entorno – Francia, Alemania, Italia y Reino Unido -en cuanto a diferencia en el uso y acceso a internet en el medio rural, siendo más de la mitad respecto a las zonas urbanas. Mucho de esto se debe a la falta de relevo generacional aquí y…vuelta a empezar. Es la pescadilla que se muerde la cola, la España que se vacía, que vacían, la España Vaciada.
Quedan varias elecciones por delante. Las del 28 de abril y las de mayo que, sin duda, también serán muy interesantes. Confiemos en que los políticos no hagan lo de siempre, coger el voto y correr.
Jose Manuel de las Heras, coordinador estatal de Unión de Uniones