El objetivo de “mimar la palabra dicha” y de “crear y cuidar un espacio” fue el motivo principal por el que el narrador oral Pep Bruno decidió unirse a la aventura de ‘La Senda del Cuento’ de Toledo. El día 5 de octubre inaugura la nueva edición en Matadero Lab, una iniciativa que bebe del Maratón de los Cuentos de Guadalajara y que ya se ha consolidado entre el público toledano cada primer fin de semana del mes, desde octubre hasta mayo. En esa programación le acompañarán otros narradores como Maricuela, Alexis Díaz-Pimienta, Tania Muñoz, Marta Marco, Paula Carballeira, Antonio Rubio, Javier Caboblanco y Simone Negrín.
'La Senda del Cuento' nace en marzo de 2017 con la misión de traer a Toledo a los mejores narradores, que cuentan para adultos y para público familiar, sin olvidar la formación en este arte de la palabra, que tiene un especial hincapié en los adolescentes y jóvenes, con los talleres de narración oral y La Rueda de los Cuentos.
“Me encantan estas iniciativas que nacen horizontalmente de un colectivo, una asociación o un grupo de personas entusiastas del cuento contado”, afirma Pep sobre este proyecto, en el que también participan la Biblioteca de Castilla-La Mancha y las librerías Taiga, Hojablanca y Madriguera de Papel. Al igual que en Guadalajara, comenta, esa suma de voluntades va “limpiando el solar, preparando la tierra, sembrando las semillas, mimando cada brote”, para que al final resulte “contagiosa” y se consolide, como así está sucediendo.
Este narrador considera los cuentos como una experiencia "verdaderamente global", un eje “universal” de todas las culturas y todos los tiempos. “Contar y escuchar cuentos es algo que nos acompaña desde que somos seres humanos”, afirma, y por eso también opina que actualmente este oficio tiene un “amplio reconocimiento". Precisa que la paulatina desaparición de tiempos y espacios para contar y escuchar cuentos en los lugares donde habitualmente sucedía (la casa, la calle, la plaza, entre otros) está “empujando al cuento contado a buscar otros lugares para seguir siendo”. Y ha sido precisamente por ello por lo que ha resurgido el oficio de cuentista y al mismo tiempo el nacimiento de un colectivo de “profesionales de la palabra y las historias, personas que han hecho de la búsqueda y la narración de historias su forma de vida”.
Su amplia trayectoria en este sentido le ha hecho reflexionar mucho sobre ello. Considera también que puede ser que durante generaciones, contar y escuchar cuentos ha sido algo tan común que todavía “hay mucha gente que no valore en su justa medida esta actividad artística”. “Es verdad que es un oficio que apenas cuenta con treinta años de actividad y que sólo ofreciendo espectáculos de calidad que atraigan y consoliden al público, podremos lograr ese reconocimiento. Pero por eso creo que tenemos que seguir trabajando duro para ir consolidando espacios escénicos, lugares para la reflexión y la formación de los profesionales, crítica especializada y público crítico”, añade.
Un lenguaje simbólico "poderoso"
¿Está por ello el oficio de cuentista ligado a la denuncia social o debe ser solo ficción? Pep Bruno responde que precisamente la ficción es un “espejo” de nuestros días y que en esta actividad el lenguaje simbólico es “tan poderoso” que “llega a lugares donde la razón no alcanza”. Pone el ejemplo de Esopo, quien fue muy crítico con los poderosos en sus fábulas. Después de escucharlas, la gente las contaba, por lo que había un efecto multiplicador. En vez de "arengas o discursos", los cuentos son buenas historias que “bien contadas, nos invitan a pensar, a hacernos preguntas, no a darnos respuestas”. De hecho, ve lícito que se utilicen los cuentos de manera instrumental, si bien en muchas ocasiones, para alcanzar determinados fines, se “ajustan a lo políticamente correcto hasta descafeinarlos tanto que se vuelven cualquier cosa menos una historia interesante”.
Este narrador oral, además de tener un dilatado currículum, desarrolla una amplia actividad en la promoción y difusión del cuento. Opina que contar es algo que “todo el mundo puede y debe hacer”, pero que “otra cosa es hacer de ello un oficio”, sobre todo al ser incipiente y no tener “muchos caminos marcados”. Explica así que cuando empezó a dedicarse a ello de manera profesional, fue consciente de sus carencias y por eso se formó durante años. Al terminar la diplomatura de Trabajo Social, estudió Filología Hispánica y después Literatura Comparada. Le pareció poco y debido a ello no dejó de leer, de contar, de escuchar a otros compañeros y compañeras, “de formarme, de reflexionar”. “Ha sido y es un camino muy largo, un viaje que continuará hasta el último cuento que cuente”, destaca.
Una voz propia, una “mirada atenta” al público, sentirse "parte de la memoria viva de la comunidad", estar “abierto al juego”, ser respetuoso con todos y "mucha reflexión", son algunas de las cualidades que Pep considera imprescindibles para su profesión. ¿Y hay algo de psicología en esa experiencia colectivo? Aquí enfatiza que es uno de los aspectos más fascinantes: “Uno de los hechos diferenciales de la narración con respecto a otras artes escénicas es que el cuentista no tiene un texto, tiene un discurso, elabora la historia sobre la marcha (con un armazón sobre el que edifica la narración) y en ese proceso de creación interviene el público".
"Hay públicos muy entrenados que tiran del cuento y del cuentista, quieren más, disfrutan con cada frase y parecen invitar a que uno siga buscando en las tripas de la historia para dar con nuevos hallazgos. Los silencios, las risas, las miradas… alcanzan al narrador y atraviesan al cuento”.
En cuanto al debate actual sobre la libertad de expresión, opina que desde la responsabilidad del oficio y el respeto por el público, se puede hablar de cualquier tema “siempre que se haga con inteligencia”. “Nuestro trabajo no consiste en hacer arengas, soflamas o críticas sin sentido. Podemos abordar cualquier tema, cualquiera, siempre que lo hagamos con buenos cuentos, con historias inolvidables, con relatos memorables”. Con el humor, concluye, pasa lo mismo. “No creo que haya ningún tema ni ningún género que no podamos abordar, sólo precisamos hacerlo con buenas historias y de manera inteligente”.
Además de su formación universitaria, Pep Bruno ha realizado varios cursos de formación complementaria sobre creatividad, educación sexual o teatro como recurso educativo. Cuenta cuentos de forma profesional desde 1994, para bebés, público infantil, juvenil y adulto; y con este oficio ha recorrido toda España y buena parte de América, África y Europa.
Ha sido miembro del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Guadalajara y ha participado en la organización del Maratón de Cuentos de esta ciudad entre 1994-2006. Asimismo, imparte talleres literarios y de creación, organiza actividades de animación a la lectura, escribe artículos especializados, y da cursos y conferencias en universidades, colegios, centros de profesores, congresos, seminarios, bibliotecas y casas de cultura. Desde enero de 2005 dirige la editorial Palabras del Candil y todos los días publica un cuento en Twitter desde abril de 2012 ( @pep_bruno), algunos de los cuales han pasado posteriormente al formato libro. Más información en la web de Pep Bruno ( www.pepbruno.com) y la de AEDA, la Asociación de Profesionales de la Narración Oral en España (www.narracionoral.es).