Aún recuerdo la ilusión con la que, siendo un chaval de 16 años, me afilié en la histórica sede de la calle Colombia a las Nuevas Generaciones del Partido Popular (PP), una organización en la que colaboré toda mi juventud y de la que llegué a ser secretario general y presidente provincial de Toledo. Han pasado los años y nunca he ocupado un cargo público ni orgánico de alta dirección en el PP, entre otros motivos porque siempre he pensado que la ambición política no debe superponerse a la ambición profesional.
Escribo ahora para compartir una preocupación que comparto con la mayoría de afiliados del PP en medio de la encrucijada actual. Superada la crisis económica, de la que con tremendo esfuerzo y desgaste nos sacaron las políticas de nuestro partido, aparece Ciudadanos como fuerza política de ámbito nacional, se produce la maquiavélica moción de censura de Pedro Sánchez, apoyada por populistas e independentistas y, finalmente, y la marcha de Mariano Rajoy que desemboca en un congreso nacional a cara de perro y con un sistema de elección un tanto extraño. Todo ello en un momento de vida o muerte para el proyecto, otrora ganador, que representaba el Partido Popular.
Los afiliados debemos elegir entre dos opciones autoproclamadas como regeneradoras. En el camino hemos expresado claramente lo que queremos y lo que no queremos encontrar en la persona que asuma el mando. Sorprende, desde luego, que quien ha sido desde hace una década todopoderosa secretaria general del PP, presidenta de Castilla-la Mancha y ministra del Gobierno de España fuera descartada por los afiliados para luchar por la Presidencia a las primeras de cambio. Todos debemos asumir lo que esto implica, especialmente a la hora de buscar liderazgos renovados para nuestra tierra.
Lo que quiere la gente del PP es volver a ver un partido ganador, alineado en el centro-derecha, limpio de actitudes y comportamientos que acabaron viciando la integridad de algunos que se creían por encima del bien y del mal. Creo que la gente del PP queremos líderes que no vivan de la política, líderes que hayan cotizado a la Seguridad Social antes de venir a la política y que tengan la certeza de que volverían a hacerlo tras dejar la política. La gente del PP queremos dirigentes que ocupen cargos por un tiempo determinado, no eterno, dirigentes que no vayan saltando de cargo en cargo durante 25 o 30 años (ahora diputado provincial, ahora asesor, ahora diputado nacional, ahora senador, ahora presidente o vicepresidente de las Cortes…). Sinceramente, creo en un PP de la gente, un partido que vertebre España y que sea rabiosamente moderno, sin complejos y con ambición de país.
No se trata de una apuesta más. Es renovar de raíz o volver al techo de los 105 diputados de Fraga. Dicen las encuestas que somos la cuarta opción de voto entre los jóvenes de menos de 28 años. ¡Están todos en Ciudadanos! Esto no puede seguir así. O votamos una/ un presidente para reiniciar, limpiar y ponernos en la pista de despegue… o seremos irrelevantes otra vez.
Lo bueno es que podemos hacerlo. En nuestras manos está.