Adriana Nogales y Santiago Sosa regentan desde hace un lustro un comercio del Casco Histórico de Toledo -Charrua- dedicado a la venta de ropa, complementos o bolsos de piel realizados artesanalmente por ellos mismos. Con la actual situación de pandemia y ante la ausencia de turismo -principal sostén del negocio-, han decidido reinventarse mirando a su propio pasado para impulsar la reparación de calzado.
Y es que este establecimiento, situado en la calle Tornerías, recuperará ahora el trabajo que el matrimonio desempeñó durante seis años en una tienda en la avenida de Barber antes de trasladarse al barrio antiguo de la capital regional. Así, desde este lunes han comenzado a recoger calzado tras llevar a cabo una importante inversión en maquinaria que les permita desarrollar este servicio.
"Nos decidimos a fabricar nuestras propias cosas pero con esta situación hemos vuelto atrás", comenta Nogales a este medio, que explica que les ha resultado "un poco complicados" abastecerse de todo el material necesario para reparar calzado. "Estamos intentado ofrecer un servicio a la gente de Toledo, aprovechando esa baza ya que hay gente que nos conocía por la reparación".
"Muchas veces nos han preguntado si arreglamos. Llevamos cinco años con la tienda de artesanía, pero quien se compra un bolso lo hace una vez al año. Esperamos que la reparación tenga más movimiento. En Barber era impresionante, teníamos tres personas trabajando, aunque imagino que no será el mismo nivel", apunta la comerciante sobre las expectativas del servicio que van a ofrecer en Toledo y también en su localidad natal, Villamiel de Toledo.
Aunque desde que se instalaron en el Casco Histórico han seguido reparando bolsos u otros artículos, Nogales subraya que la reparación de calzado requiere de una maquinaria específica con la que ya contaban y en la que ahora han vuelto a invertir para atender no solo a la reparación o el refuerzo de calzado sino también personas con problemas ortopédicos.
Con esta iniciativa, el Casco Histórico vuelve a contar con un zapatero/a y recupera un oficio artesanal que, a pesar del consumismo y la costumbre actual de usar y tirar, se sigue manteniendo también otros barrios de la ciudad.