Hace tres años, la historia nocturna de un chico intentando conquistar a una chica se ganó el aplauso de público y crítica. ‘Stockholm’ se rodó con un bajísimo presupuesto conseguido mediante crowfunding y consiguió salir reforzada tras sus nominaciones y premios en el Festival de Málaga, los Premios Goya y los Premios Feroz. Su director, Rodrigo Sorogoyen, ha regresado ahora de la mano de un género totalmente diferente con el thriller policial ‘Que dios nos perdone’. El cineasta madrileño ha acudido al Festival del Cine y la Palabra (CiBRA) que se celebra en Toledo para impartir una Master Class sobre los entresijos de este último film.
El director desvela que la idea del thriller ya la mascullaban entre él y su coguionista, Isabel Peña, antes de ‘Stockholm’. Tras realizar esta última cinta, se pusieron manos a la obra y escribieron un guión dentro de un proceso “tranquilo y transitable que se fue construyendo poco a poco”. “Hacer una película es ir sumando piezas a un castillo. Solo teníamos el guión de un thriller y no había nada más, pero de repente entró un equipo de producción, entraron los actores, pero incluso a eso te acostumbras muy fácilmente. Es cuando finalmente lo ves, cuando dices: ‘la que hemos liado’”, comenta entre risas.
El cambio de género estaba por tanto pensado de antemano para este cineasta madrileño de 35 años. Coincide en el tiempo con varias películas españolas surgidas en los últimos años: “Vivimos en un momento de thriller, un momento muy oscuro, con gente muy cansada, muy indignada, y con una moralidad muy puesta en duda por parte de todos, pero objetivamente en crisis o acabada. Eso, el género que mejor lo refleja, aunque no es el único, es el thriller”, establece como contexto.
Alejado de las etiquetas, Sorogoyen no considera que con ello se esté generando un thriller propio con ‘Marca España’ ya que se trata de una categoría “muy amplia” donde todas las películas son muy diferentes. Opina que todas no serían identificadas como españolas o del mismo director “si las viera, por ejemplo, un director japonés”.
De cualquier forma, incluso con el cambio de género, este cineasta ha mantenido su estilo naturalista. “Es por donde estoy tirando. No sé si me gusta y por eso lo hago bien o si lo hago bien y por eso me gusta, pero es cierto que cada film tiene que tener un enfoque, y yo consideré que en ambas películas, para que funcionaran, tenía que mantener ese hiperrealismo”. Respecto a ‘Que dios nos perdone’, considera que hay “más pelis malas de policías que buenas” y que por ello una obsesión principal para su realización fue que “se viera que los protagonistas (Antonio de la Torre y Roberto Álamo) son policías de verdad, que trabajan y sudan y se emborrachan y hablan así y comen calamares”.
En el marco del CiBRA, el también guionista remarca la importancia de la fusión entre el cine y la literatura. Suele tener en cuenta esa faceta cuando se pone detrás de la cámara a la hora de dirigir, pero aún así intenta “dejar de ser guionista” cuando comienza la realización. “Creo que es inteligente, aunque es evidente que no puedes dejar de serlo al cien por cien porque en el guion, en la palabra, en la literatura, nace todo. Siempre contamos historias. Las tecnologías nos han permitido contarlas de manera audiovisual pero es lo mismo que un poema o una tragedia antigua”, subraya. Además, Sorogoyen realizó sus primeros trabajos audiovisuales en televisión, en series como ‘Frágiles’ o ‘La pecera de Eva’, y afirma que en la pequeña pantalla hay menos respeto por el guion.
Considerado por muchos críticos como una “joven promesa”, por el momento prefiere no cargar con tal etiqueta y se limita a sentirse “afortunado” por poder estar realizando películas. “Lo que quiero es seguir por ese camino”.
El cine como "diálogo constante"
Durante la Master Class, el cineasta ha relatado cómo se ha enfrentado durante dos años a su último proyecto desde que el productor le dio el visto bueno hasta el montaje final, parándose en cada uno de los pasos que se han ido dando hasta el estreno del film. "El cine es un constante diálogo con otras personas, porque una película no es obra de uno solo, y siempre hay que saber lo que se quiere transmitir para hacérselo llegar al resto del equipo", ha indicado, poniendo de este modo en valor todos y cada uno de los eslabones que forman parte de la cadena de un rodaje y huyendo de “protagonismos y luchas de egos”.
Sorogoyen ha reseñado que el punto de partida pasa por tener "muy clara la idea de la película; hay que encontrar un concepto que tengas siempre en la cabeza, convencerte de ello, convivir con la película y encontrar esas ideas básicas, porque así, en cada momento que haya decidir por optar por un camino u otro, esa idea te permitirá encontrar el correcto".