
Imagen: Bárbara D. Alarcón
A veces recurrimos a la Etimología para explicar el origen o el significado de las palabras y resulta que lo hacemos mal porque, en la lengua…no todo es lo que parece. Ninguna palabra es como es de forma arbitraria, porque todas están motivadas.
Es decir, o bien son así por la fonética (que conecta el sonido y el sentido de las palabras), porque son palabras derivadas o compuestas (que remiten a una anterior) o por cuestión semántica cuyo origen suele estar en las metáforas (apprehendĕre -coger físicamente- y que hoy trasladamos a aprender -coger algo con la mente-).
“La etimología es ciencia, pero está sujeta a muchas imaginaciones fáciles”, dice el profesor de Filología Románica de la Universidad de Alcalá, Jairo J. García. A veces no es sencillo conocer el origen de las palabras ni consultando el diccionario. Y la ciencia todavía no ha logrado definir la motivación del 100% de las palabras. En ello están los investigadores.
El primer ejemplo lo tenemos en el propio término ‘Ciencia’ que procede del latín Scientia y que a su vez deriva del verbo Scire o ‘Saber’. Apuntamos un primer error: vincular solo la Tecnología a la Ciencia. La etimología nos permite entender que “no todo tiene que ver con cuestiones técnicas o tecnológicas de las Ciencias Exactas, sino que caben, y muy bien, las Humanidades”.
“Buscamos el conocimiento en el instrumento de comunicación del que nos hemos dotado: la lengua”, pero eso no quiere decir que no exista la “falacia etimológica” que diría la lingüista Elena Álvarez Mellado, a la que cita el profesor. “Hoy damos significados a las palabras que no tienen por qué coincidir con su etimología”.

Jairo J. García, profesor de Filología Románica de la Universidad de Alcalá
Con el profesor nos adentramos en las motivaciones de algunas palabras o expresiones que hoy utilizamos y a las que otorgamos un origen equivocado y nos explica algunas curiosidades.
1.- El movimiento feminista y la ‘sororidad’
Sororidad deriva de la palabra soror (hermana en latín) y hoy lo relacionamos con la ‘relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento’.
En realidad, en su origen indoeuropeo (del que surgieron el latín y el griego) resulta que su significado tiene un importante componente patriarcal y hace alusión a ‘pariente traída’, con un papel secundario frente al del varón. “Aun así ha dado lugar al término con el que las mujeres se unen en defensa de sus derechos”. Toda una paradoja.
2.- El curioso origen de la palabra ‘felación’
La palabra Hijo en español procede del latín Filius (lactante o mamón), de acuerdo a su base en la lengua indoeuropea -dhe(i) que significa mamar o amamantar-
“Es decir, todos somos unos mamones en tanto que somos hijos de nuestras madres), señala el investigador. “Después hay otras palabras que han surgido de la misma base como Felación, Felicidad (estado del bebé cuando mama), Fémina, Feto…
3.- El falso mito de la ‘sangre azul’
Es curioso el origen de la expresión ‘sangre azul’ vinculada a reyes y príncipes a los que se les atribuía un origen divino. En realidad, se trata de la interpretación errónea de un texto de Tácito en las traducciones de humanistas españoles de comienzos del siglo XVII y que terminó exportándose a otras lenguas europeas.
Caelesti sanguine ortam (‘nacida de su sangre celestial’) dio lugar a hablar de ‘sangre celeste’ y a equiparar la expresión con ‘sangre divina’. El profesor explica que “pasó a relacionarse con el color azul, por la polisemia del adjetivo celeste y eso pone en evidencia la vacuidad de posteriores interpretaciones: la piel pálida, no curtida por el trabajo en el campo, de los aristócratas y miembros de la realeza, deja traslucir el color azulado de sus venas”.
Los topónimos toledanos o por qué Chueca no es solo el barrio LGTBI de Madrid
Si todas las palabras están motivadas, los topónimos (es decir, los nombres propios que adoptan los lugares geográficos) todavía lo están más. No tienen ningún significado, pero sí hay un motivo para que se llamen de una manera determinada, aunque no hay que confundir la etimología popular que se otorga a algunos de estos lugares con la ciencia.
1.- Consuegra. No, no tiene nada que ver con la madre política. Este topónimo procede de Consabura, cuyo origen está en una lengua prerromana indoeuropea y que haría alusión al río Sava, un nombre perdido, ya que hoy se conoce como Amarguillo. Consabura fue cambiando hacia una palabra fonéticamente más cercana: Consuegra.
2- Bargas. Su nombre se debe a las cuestas o pendientes que caracterizan el terreno y que dio lugar al sustantivo ‘bargueño’ (mueble de madera con muchos cajones pequeños y gavetas…) y que además es el gentilicio local. En este caso, la curiosidad es que el topónimo, a través de su gentilicio, terminó creando otra palabra.
3.- Chueca
Hoy el lugar más conocido con este nombre es el barrio madrileño más emblemático para la comunidad LGTBI pero lo que poca gente sabe es que ese topónimo urbano, convertido en símbolo de ambiente liberal y de libertad sexual, procede en último término de otro topónimo, el de la localidad toledana homónima, cuya población apenas pasa de los 200 habitantes.

Foto: Europa Press
El desdoble y traslado del topónimo chocano de la provincia de Toledo hasta el madrileño –y hoy casi universal– de Chueca no se habría producido sin la mediación del compositor de zarzuelas Federico Chueca, cuyo apellido, proveniente del pueblo toledano, es propiamente el que pasó a denominar la plaza (Plaza de Chueca), y esta, por extensión, acabó dando nombre al barrio.
Curiosamente, el primigenio topónimo toledano procede del ár. suwayka, diminutivo de sūq (plaza, mercado) por lo que en una curiosa vuelta de tuerca podríamos llegar a decir que el de 'plaza de Chueca' es un nombre tautológico. Es decir, tan reiterativo como decir 'persona humana'.
4.- Numancia de la Sagra
La población toledana se llamó en otros tiempos ‘Azaña’ pero este último topónimo fue sustituido casi al mismo tiempo que el presidente de la República Española que llevaba su apellido. “Estamos ante un viaje toponímico, que fue interpretado en el sentido equivocado, y que sigue dando mucho que hablar”. El profesor recuerda que Azaña era el nombre de la localidad que, desde el 19 de octubre de 1936, tras la conquista del lugar por las tropas sublevadas durante la Guerra Civil, pasó a denominarse Numancia de la Sagra.
En realidad, el nombre del pueblo nada tenía que ver con el político sino justo al revés, era el apellido el que procedía del topónimo (cuya etimología es árabe).
La elección del nombre de Numancia de la Sagra tuvo que ver con el nombre del regimiento militar que tomó la villa que, además, tenía reminiscencias heroicas por el recuerdo de la antigua ciudad arévaca que resistió el asedio de los romanos.
5.- Gerindote
En torno a esta población existe una leyenda, muy inocente, que trata de explicar a partir de la forma actual el origen del topónimo: un moro llamado Gerín, poseedor del lugar, lo dio como dote al casarse una de sus hijas; esto es, lo dio “Gerín de dote”, de donde “Gerindedote” y finalmente “Gerindote”. El topónimo, en realidad, tiene un étimo árabe, pues es la solución fonética final de la adaptación y evolución del topónimo compuesto de origen árabe Ŷinān Dāwūd (el jardín o el huerto de David).
6.- Quismondo
Hay quien ha señalado que la procedencia de este topónimo se debe a un breve diálogo entre alguien que pelaba una fruta y su interlocutor:
- ¿Qué haces, Quis?
- Mondo
El topónimo, en realidad, remite a un antropónimo ( nombre de persona) de origen germánico.
7.- Buenasbodas
Aunque podría parecerlo, no tiene relación alguna con enlaces matrimoniales. Esa ha sido la interpretación que fácilmente se le ha dado por parte de aquellos que se han parado a pensar en su origen, sin mayor profundidad.
Se ha llegado a decir incluso que el topónimo se debía a la celebración de una sola ceremonia para casar a siete parejas, y que, como las bodas resultaron muy bien, de ahí en adelante el lugar pasó a recordarse con tal denominación. La motivación, por el contrario, parece estar en la abundancia de eneas o espadañas que se podían encontrar en la zona.
Sería un lugar abundante en aguas, pues Buenasbodas es una palabra compuesta a partir del latín bonas budas, plural de la palabra latina buda (enea, espadaña), junto con el adjetivo bonas (buenas).
Las redes sociales, “arma de influencia lingüística”
¿Las redes sociales complican el papel de la etimología? El profesor no cree que este sea un ámbito en el que se deforme la lengua o la etimología pierda valor. “Que se usen acortamientos de palabras, también en los whatsapps, es lógico si tenemos en cuenta el canal del que hablamos siempre que en un contexto formal escriba correctamente”.
Lo que sí provocan es el surgimiento de nuevas palabras. “Son tendentes a hacerlo. Hay muchos estudios sobre cómo Twitter ha cambiado los usos sintácticos, sobre todo el léxico que es la parte más permeable de la lengua que, como sabe está en continua evolución. No deberíamos tratar de frenar el cambio pensando siempre en lo correcto”.
En este sentido, destaca la influencia que puedan tener los políticos u otras personalidades a través de las redes sociales. “La tecnología permite que los cambios lleguen a más gente y se producen porque hay más interacción, más comunicación. Las redes sociales son una importante arma de influencia lingüística”.
Por qué los diccionarios a veces no explican bien el origen de las palabras
Si hay un diccionario de referencia es el de la Real Academia Española de la Lengua (RAE). Cada palabra lleva una breve explicación etimológica y eso, dice el profesor, “está muy bien porque nos permite entender cómo son las palabras”. Pero el caso es que no siempre aclaran su origen.

Foto: Europa Press
El profesor pone como ejemplo las palabras exhumar o inhumar. “A mucha gente le suena más a ‘humo’ pero nada tiene que ver”. Y es que, aclara, estas palabras se remiten a humus que en latín significa ‘tierra’. Es decir, hablamos simplemente de ‘enterrar’ o ‘desenterrar’.
O el caso de la palabra ‘cuerdo’ (juicioso) que el diccionario relaciona con cor, cordis (corazón). “No, no es esa la etimología porque la procedencia es cordus o tardío, como las muelas cordales, que lo son porque aparecen tardíamente. No tiene nada que ver con la explicación que se da en el diccionario”.
En cualquier caso, gracias al avance de la Etimología "se ha conseguido averiguar, desde el punto de vista científico, la procedencia de las palabras. Nos pueden decir muchas cosas, ilustrarnos".