El diez de abril de 1948 se firmaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos, habían pasado tres años desde que la entrada del Ejército Rojo en Berlín había puesto fin a la II Guerra Mundial. Después de una época espantosa para la historia de la humanidad, la conciencia de la sociedad había generado nuevos consensos tras sufrir en sus propias carnes la barbarie que había supuesto el fascismo. El artículo uno dice así: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".
Ahora mismo la humanidad en su conjunto se enfrenta a uno de los mayores retos de toda su historia. Esta pandemia global está sacando a la luz las diferentes formas de afrontar el problema por cada país y modelo de sociedad, mientras EEUU y Reino Unido están poniendo la economía por encima de la vida humana, Cuba y China envían médicos especialistas al Norte de Italia.
Después de acabar con el virus algunas cosas van a cambiar, ya que las situaciones de emergencia hacen que nuestra percepción del mundo se transforme. Hay grandes consensos que ya se han impregnado en la clase trabajadora de nuestro país:
La necesidad de una sanidad pública fuerte que pueda enfrentarse a situaciones de emergencia.
Lo público por encima del resto. La sanidad y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado están siendo el soporte para superar el virus, mientras la actitud de la sanidad privada ha dejado mucho que desear.
El neoliberalismo es perjudicial para la vida humana. Los recortes en lo público están teniendo consecuencias graves para nuestro pueblo.
Sí estos consensos siguen vigentes una vez acabe el estado de alarma veremos numerosos cambios. Por ejemplo, ¿alguien negaría ahora la necesidad de que el Estado fabrique mascarillas y ventiladores a pesar de que no cumpliéramos el objetivo de déficit? Y es que hay objetivos como salvar vidas y después el empleo que van a estar por encima del modelo neoliberal impuesto por Hayek y los Chicago Boys. La Unión Europea viendo las medidas que los diferentes países han ido tomando ha decidido suspender los objetivos de déficit por primera vez en su historia, más por pura supervivencia que por convicción, pero este hecho insólito, que podría suponer el fin del neoliberalismo, abre la puerta a que se implementen medidas necesarias para evitar que la crisis que se avecina la pague sólo la clase trabajadora mientras los ricos cada vez se hacen más ricos como ocurrió en la anterior crisis de 2008.
La inversión en sanidad pública, investigación en I+D+i, el aseguramiento del cobro de prestaciones durante los periodos de paro y ERTE (que en la práctica supone una Renta Mínima de Emergencia) y los futuros planes de Empleo de Transición son medidas keynesianas, necesarias para el mantenimiento del estado del bienestar y la supervivencia de muchos autónomos, pymes y la mayoría de trabajadores y trabajadoras.
Es un avance, Keynes vuelve a salir al terreno de juego para que el balón vuelva a rodar y podamos seguir jugando el partido. Pero sí de verdad queremos ganar el partido necesitamos a Marx, necesitamos que se nacionalicen las empresas estratégicas que antaño fueron privatizadas y necesitamos que nadie se quede atrás.
Promoviendo la reindustrialización del país con un modelo basado en I+D+i que permita crear un empleo sostenible y sostenido en el tiempo. Ahora mismo, el virus supone un aguacero que nos impide seguir jugando el partido pero compañeros y compañeras cuando todo esto acabe el partido vuelve, la lucha de clases sigue en pie.
¡Hasta nunca Hayek!, ¡bienvenido Keynes! y Marx, ¡calienta que sales!
Ángel Carrasco Fernández. Concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Torrijos, responsable de Convergencia de IU CLM y miembro de la Red MMT