Las mujeres violadas no son culpables ni deben ser anuladas, desgraciadas e infelices para toda su vida. La cultura de la violación en nuestra sociedad manda un mensaje tan cruel, que estos días está quedando expuesto en el juicio por la violación múltiple, cometida por ese grupo de machos La Manada a una joven en las fiestas de Sanfermines.
Es muy cruel porque a la atrocidad que sufren las mujeres que han sido violadas, hay que unir un discurso social que asume que eso es una desgracia, una mancha, un estado de victimización y de anulación para toda la vida. La sociedad condena la violación pero revictimiza a las mujeres con el estigma de la culpa y el silencio.
Esto sucede en el juicio cuando se acepta la información íntima sobre la joven que ha conseguido un detective privado contratado por estos violadores para atenuar su culpa, para argumentar ante el juez que esta chica después de ser violada vivía una vida normal, es decir, que si te violan y después intentas rehacer tu vida y ser feliz, es que muy grave o muy mal no lo has tenido que pasar mientras has sido violada múltiples veces por múltiples hombres.
Desde luego, quien haya podido dudar en algún momento de la versión de esta chica y haya podido pensar que hubiera algo de consentimiento en esta atrocidad que se lo haga mirar, porque debe tener algún problema con sus relaciones afectivo - sexuales.
El mensaje que se nos envía a las mujeres es cruel y nos sitúa en un peligroso estado de vulnerabilidad. Y si este mensaje viene desde la propia justicia genera una indefensión terrible que provoca que nos pensemos si denunciar o no una violación para no vernos sometidas al cuestionamiento y el estigma social.
Hay que transgredir esta cultura de la violación. Virginie Despentes, de una forma provocadora y políticamente incorrecta nos da algunas claves en su obra “Teoría King Kong”. Nos viene a decir que las mujeres debemos educarnos y educar a nuestras hijas siendo conscientes que en una sociedad patriarcal y con un machismo asesino la violación es una herramienta más a la que estamos expuestas. No se trata evidentemente de aceptarlo, si no que en la lucha y prevención contra la violencia hacia las mujeres, nosotras debemos rearmarnos emocionalmente para identificar las violencias a las que estamos sometidas y para superarlas desde el empoderamiento evitando las tutelas, la victimización y el estigma.
No podemos ser violentadas dos veces, una por unos violadores y otra por una sociedad que te culpabiliza, te anula y te obliga a sentirte un despojo humano que en el mejor de los casos te trata con la condescendencia y pena que debes inspirar. Debemos combatirlo y fortalecernos ante esa posibilidad y desde luego, nunca anularnos como personas si eso sucede, levantar la cabeza y volver a ser felices.