Al contrario que en las elecciones autonómicas del 26 de mayo, las dos convocatorias de comicios generales celebrados no reflejaron en Castilla-La Mancha ninguna singularidad respecto al resto del país. El PSOE ganó en representación y votos tanto el 28 de abril como el 10 de noviembre, el PP se mantuvo como segunda fuerza, Podemos volvió a quedarse sin diputados en el Congreso por esta región, Ciudadanos empeoró sus resultados perdiendo también sus escaños y Vox experimentó una amplia subida. Son las mismas variables que se dieron a nivel estatal, pero ¿por qué sucedió también en Castilla-La Mancha, donde los electores suelen votar de manera diferente?
En esta comunidad autónoma, la abstención y la polarización del voto cumplieron un papel fundamental para que la extrema derecha consiguiera tres diputados más. En las elecciones del 28 de abril, Vox se hizo con dos escaños en el Congreso con un total de 181.142 votos, un 15,29% del electorado regional. Los consiguió por las circunscripciones de Ciudad Real, con más de 40.000 votos, y de Toledo, con casi 67.000.
En las otras tres provincias castellanomanchegas no se hizo con ningún escaño en la Cámara Baja, aunque los porcentajes fueron muy similares. Es decir, fue penalizado por el sistema electoral de acuerdo con el reparto de los ‘restos’. Esta manifestación del electorado en la región hizo presagiar que en las elecciones autonómicas del 26 de mayo podría conseguir representación en las Cortes de Castilla-La Mancha, pero no fue así, aunque se quedó a muy pocos votos de hacerse con un escaño por Toledo.
Así las cosas, el auge de voto se daría siete meses después, en la repetición electoral del 10 de noviembre tras no conseguir PSOE y Podemos un acuerdo de legislatura. Al igual que en el resto de España, Vox subió de manera considerable debido a la subida de la abstención -en una región tradicionalmente muy participativa- y la caída de los partidos del centro-derecha.
60.000 votos más en siete meses
Esta segunda convocatoria hizo que el partido de Santiago Abascal consiguiera 237.689 votos, es decir, unos 60.000 votos más, con una subida del porcentaje del 15,29% al 22%, casi siete puntos porcentuales, que le hicieron subir de dos a cinco escaños en el Congreso: uno por cada provincia. Todos los escaños que estaban en liza en el último minuto del escrutinio se decantaron a favor de esta formación política, excepto un segundo por Cuenca que terminó siendo para el PSOE.
¿Por qué incidió la participación? En Castilla-La Mancha existe un voto tradicionalmente conservador que vota entre el centro-izquierda y la derecha, pero que en las elecciones generales de noviembre no se movilizó como en ocasiones anteriores.
La participación fue del 71,36%, elevada en comparación con la media estatal pero baja en relación con la convocatoria de abril, cuando fue del 78,02%. Siete puntos más de abstencionismo que, como es tradicional, perjudicaron al voto de izquierda y decantaron la balanza a favor de la extrema derecha. Si a ello sumamos la enorme debacle de Ciudadanos también en Castilla-La Mancha (perdiendo todos sus diputados nacionales por esta región) y la del PP (perdió un escaño y cerca de 30.000 votos), el resultado quedó servido.
El PSOE bajó pero mantuvo su liderazgo
Pero las dos convocatorias de elecciones generales también sirvieron para darle la vuelta a los resultados del PSOE, al que no afectó el auge de Vox. Históricamente, aunque gobernara los socialistas en la comunidad autónoma, el PP siempre había ganado las elecciones generales en la región tanto en número de votos como en porcentaje.
Esta tendencia cambió de manera visible. Los socialistas ganaron el 28 de abril consiguiendo nueve escaños en el Congreso y más de 383.000 votos, el 32,37% del electorado. En la repetición electoral del 10 de noviembre, bajaron su resultado pero muy ligeramente: mantuvieron los nueve diputados con 359.000 votos, el 33% de los sufragios, debido, sobre todo, al ‘tirón’ de la mayoría absoluta conseguido por el socialista Emiliano García-Page en los comicios autonómicos del 26 de mayo.
Finalmente, otro dato significativo en elecciones generales, al igual que lo fue en las autonómicas, es el de Podemos. Este año ha supuesto su desaparición tanto en las Cortes de Castilla-La Mancha como en los escaños del Congreso que llegan por esta región. Del 28 de abril al 10 de noviembre perdió algo más de 20.000 voto ys un punto porcentual de los sufragios, pasando del 10,15% al 9,19%, y quedándose sin representación por esta región, al igual que en las elecciones autonómicas.
Según algunos análisis post electorales tras el 10N, el auge de la extrema derecha en Castilla-La Mancha alcanzó su máximo pico en esas elecciones generales y se prevé que en convocatorias posteriores descienda su número de votos.