Tras la celebración del ‘Encuentro de la Economía Social con las Administraciones Públicas’, de manera telemática, y la Asamblea de la Red de Territorios Socialmente Responsables (RETOS), Toledo, Capital Europea de la Economía Social, ha arrancado una serie de seminarios web con el objetivo de difundir proyectos locales, la dimensión territorial y los valores de este movimiento que busca encontrar soluciones colectivas a problemas colectivos.
Así lo definió el director de Social Economy Europe, Víctor Messeguer, en la primera de estas webinar que abordaron la relación entre Economía Circular y Economía Social y que estuvo organizada por el Ayuntamiento de Toledo, el Grupo de Entidades Cecap y la Escuela de Desarrollo e Innovación Social (EDIS).
La economía social moderna, según explicó Messeguer, nació en una pequeña pedanía de Manchester a principios del siglo XIX cuando “un grupo de trabajadores textiles, hombres y mujeres, que tenían problemas de seguridad alimentaria, problemas para acceder a comida de calidad a precios decentes, deciden montar la primera cooperativa moderna de consumo”.
Entre sus valores, destaca, se encontraba el de “una persona un voto”, 50 años antes de que el movimiento sufragista arrancase su lucha por el sufragio universal de las mujeres, hombres y mujeres ya votaban en igualdad en esta cooperativa. Se trata de uno de los valores en los que se basa la economía social: la igualdad.
En este sentido, el director de Social Economy Europe recalcó en su intervención que entre los valores fundamentales de la economía social se encuentra “la primacía de las personas y del objeto social sobre el capital” pues “las personas y el planeta son lo primero”. También se defiende que el capital o beneficio es un medio que se reinvierte en la búsqueda de un objetivo colectivo social y que se manifiesta, por ejemplo, a través de la promoción de empresas de inserción laboral.
"Organizaciones democráticas y participativas"
Las empresas de economía social son “organizaciones democráticas y participativas, donde quienes forman parte de las mismas deciden sobre su funcionamiento”. “Por todas estas razones, las empresas de economía social son mucho más resilientes y sostenibles. Resisten mejor las crisis”, apunta Messeguer, que dirige esta institución que tiene su sede en Bruselas (Bélgica) y trabaja directamente con la Unión Europea sobre legislación o la promoción de fondos a la economía social.
En concreto, en Europa hay ya 2,8 millones de empresas de economía social y 13 millones de trabajadores. La economía social, indica Messguer, representa ya el 8% del PIB de la Unión Europea. Cuando hablamos de economia social hablamos de una diversidad de fomas jurídicas como cooperativas en su inmensa diversidad -de iniciativa social, agrarias, de trabajo asociaciado, de consumo o de producción-, mutuas -que en Europa promueven la provisión de la sanidad universal y se fusionan con el sistema nacional de salud-, fundaciones o empresas sociales de inserción, entre otras.
Economía circular al servicio de la economía social
La filosofía de la economía social está muy ligada con el funcionamiento de la economía circular. A la sostenibilidad y la reutilización de recursos, la no generación de residuos o el fomento de las energías renovables. En este sentido, el director de la Social Economy Europe, resalta también la importancia de impulsar cooperativas de energía renovable. Dice que actualmente hay 1.500 en Europa y que representan a un millón de personas.
En este sentido, se apuesta por que esta energía sea fomentada a través de comunidades de ciudadanos y no solo a través de grandes capitales o empresas, pues permite que la energía se quede donde se produce, por ejemplo en zonas rurales o con riesgo de despoblación, y se genere un circuito económico que revierta en el bienestar de su población.
Sobre la simbiosis de la economía social y circular profundizó en otra charla anterior el investigador de Economía Circular de la Universidad de Granada, Valentín Molina, quien diferenció las características de la economía circular con el actual modelo de economía lineal, cuyo principio es “la extracción, la producción y la generación de externalidades”, como pueden ser los residuos.
“Es un modelo que nos ha posibilitado la formación bruta de capital de una manera importante, algo que ha hecho que la propia esperanza de vida de nuestra especie se triplique, o que tengamos las infraestructuras de las que disponemos actualmente. Pero también ha conllevado a que se generen externalidades negativas”, indica Molina.
En base a estas “externalidades negativas”, ligadas también a la emergencia climática que vive el planeta, la Organización de las Naciones Unidas desarrolló los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que forman parte de la Agenda 2030. La economía circular engloba los valores a los que los países se han comprometido a transitar. “Es restaurativa, regenerativa por filosofía, diseño, concepto e implementación, y utiliza las renovables como fuente principal de energía con el objetivo de disminuir o eliminar residuos o basura”, apuntó Molina sobre los principios de la economía circular.
"La crisis exige respuestas contundentes basadas en la solidaridad la sostenibilidad y la responsabilidad”
La necesidad de desarrollar una economía social y circular lo ha puesto aún más de manifiesto la pandemia de la COVID-19, señala el investigador, pues ha evidenciado “la vulnerabilidad de las personas, las sociedades y las economías, lo que exige un replanteamiento de cómo se organizan las actividades económicas y sociales”. “La crisis exige respuestas contundentes basadas en la solidaridad la sostenibilidad y la responsabilidad”.
Para promover la economía social, Molina indica que es necesario “el nutriente tecnológico” que aporta la economía circular. “El nutriente tecnológico es un factor productivo”, del que puso como ejemplo el residuo que se genera cuando tomas un café: “en la economía lineal iría a un vertedero, en la circular lo convertimos en un proceso bioquímico para que pueda ser reutilizado”. Así lo hacen a través de la Cooperativa Social Abono Café.
En definitiva, recalca el investigador, “tenemos que aprender lo que la madre naturaleza nos enseña” para “cambiar el paradigma, sobre todo en la disminución de desigualdades sociales en el planeta”.