Towanda es un grito de guerra, de empoderamiento, de fuerza. Así lo explican Teresa Lozano y Zúa Méndez, que forman el colectivo feminista Towanda Rebels, que se ha abierto paso en las redes sociales con un discurso en contra de la violencia machista, la pornografía y la prostitución. En Toledo, impartieron la conferencia 'Retos en la cuarta ola feminista', dentro del marco de la Escuela Toledana de la Igualdad, acompañadas de la concejal Inés Sandoval.
"Esta cuarta ola existe y tiene las características propias de una ola. Empieza con la reacción del movimiento feminista contra la violencia sexual, que es uno de sus grandes temas: acabar con la violencia sexual en todas sus formas", explica Teresa, que tiene 'Towanda' tatuado en el brazo. Explican que no sólo se trata de lo que está en el "imaginario", como las violaciones y los abusos, sino que también es incluye la prostitución, la pornografía o lo que consideran el "nuevo hit" del neoliberalismo, los vientres de alquiler.
"Lo que queremos contar es que vemos una sociedad que todavía está muy segregada en política de género, y citamos a grandes autoras como Ana de Miguel para explicar que vivimos en una sociedad muy diferenciada y donde se viven grandes desigualdades y la invisibilización de las mujeres", reflexiona Lozano. Por eso, principalmente abogan por la introducción del feminismo en el currículum escolar: "Es bastante patético, pero conocemos el feminismo a través de las redes sociales", lamenta.
Conocen bien las redes sociales, que también son un componente "muy fuerte" del despertar que ha supuesto la cuarta ola feminista. Gracias a ellas, explica, se ha llevado a cabo una suerte de "democratización del conocimiento" y se han abierto espacios para el discurso de las mujeres. "Ahora podemos hablar sin epsperar que nos den un sitio. Somos dos mujeres que simplemente cogimos un espacio y dijimos, venga, vamos a hacer esto", recalca Teresa, porque "nadie nos iba a dar un espacio y por eso lo cogimos nosotras".
Amenazas y falta de protección
Zúa señala que el caso de Towanda Rebels es especial, porque ambas salen con sus nombres en público. "No vamos a negar que hay muchísima violencia en torno a nosotras, recibimos amenazas constantemente, vemos la violencia en cada uno de los vídeos que hacemos", asegura la activista. Por eso, dejan los comentarios violentos, para que todos puedan verlos y "juzgar por ellos mismos". Además de esto, conocen la censura, como el cierre de su cuenta en Instagram tras publicar un vídeo criticando la pornografía. "Yo sigo sin poder entrar en la cuenta", afirma Teresa.
Todo, afirman, es "muy irregular" y siguen sin contar con una explicación razonable. "Nos hemos dado cuenta de que las redes sociales son un espacio más democrático, y que el capitalismo se ha dado cuenta de ello", afirma Lozano. "Vemos cuentas con contenido pornográfico que no se cierran, pero nosotras por hacer una acción el 8 de marzo con lo que ellos nos hacen a las mujeres, sí fuimos censuradas. Hay algo que nos tenemos que plantear como sociedad", aseguran.
Difusión y sororidad
No niegan, eso sí, el papel que cumplen estas herramientas en el desarrollo de su trabajo. "Esto lo hacemos porque tiene repercusión. Porque nos escriben chicas que no sabían qué era el abolicionismo, porque ahora saben qué es el maltrato", explica Teresa Lozano. Zúa añade que, por ejemplo, mujeres dentro del colectivo LGTBI han encontrado en sus argumentos la clave para mostrarse en contra de los vientres de alquiler. "Lo que más me llama la atención es el feedback que recibimos cuando asistimos a charlas, de chicas y chicos que se acercan para contarnos las situaciones de violencia a las que se enfrentan", afirma Méndez.
Por eso, trabajan en un proyecto de colaboración con otras plataformas para derivar a quienes necesiten ayuda a colectivos de su zona para ser asesorados. Es parte, explican, de lo que debe hacer la ciudadanía activa, cuidarse todos entre todos. "Todos tenemos un compromiso social y esto lo hemos perdido, en esta sociedad individualista, cada vez más capitalista y neoliberal. Pero el feminismo es un movimiento colectivo, que va a la raíz para intentar curar el problema. Es verdad que este papel debería hacerse desde la escuela pública. Debería haber formación en feministmo, para construir una sociedad desde el colegio", recalca Teresa.
Así se combatirá contra la ignorancia, señala Zúa. "Nosotras no hemos inventado nada, nos basamos en las grandes teóricas y las activistas de toda la vida que han lucchado, ayudado a la que iba a ser desahuciada, a salir de la prostitución. Bebemos de esas mujeres y de las teóricas que nos han dado las herramientas de análisis para entender este modelo de sociedad", afirma. Por eso, el papel que han decidido asumir es de "traducir" los conocimientos teóricos para poner a la gente en contacto con el feministo. "Este es nuestro deber, hacer accesible, cotidiano y cercano algo que la gente ve desde la distancia, porque desconocen el feminismo", concluye.