“Aquí estoy. Me llamo Txus y soy transgénero
Llevo siglos siéndolo.
Fui niño bollera y niña gay.”
Una montaña rusa emocional. La desnudez en estado puro. Más allá de la identidad binaria de género, viajando libre y sin tapujos, se sitúa la poesía de trovador y rapsoda que hace Txus García. Y ella misma. Porque sus versos son el recorrido vital por su vida y sus sentimientos. Un viaje curvo y sincero por su experiencia, con el paisaje de la ternura, la lucidez, la tristeza, el amor, el gamberrismo, la risa, la crudeza y la esperanza. Con todo ello está inundando los escenarios de la sexta edición del Festival Internacional de Poesía Voix Vives de Toledo y así ha querido transmitirlo en una entrevista en streaming con eldiario.es de Castilla-La Mancha, media partner de este certamen cultural.
Nacida en Tarragona, Txus es educadora sociocultural, poeta y rapsoda con un perfil performático de estilo muy personal basado en la ternura y en el sentido del humor. Es ‘queer’ y activista independiente a favor de los derechos y libertades de humanos y animales. También ha participado en diferentes antologías y ha publicado la segunda edición de su libro ‘Poesía para niñas bien', con prólogo de June Fernández y collages de Ana Elena Pena. En 2018 también ha lanzado un nuevo poemario, ‘Este torcido amor (la ternura de los ahogados)’, prologado por Meri Torras y Princesa Inca, y con ilustraciones de Antonio García Villarán.
Ha llenado el Círculo de Arte de Toledo con su microshow poético ‘Mira qué señora más rara, mamá’. Y así nos cuenta su viaje interior, y sus opiniones sobre las categorías de identidad binaria y sobre la libertad de expresión. En su recital, que podéis ver completo en el siguiente vídeo, ha estado acompañada por la intérprete en lengua de signos, Virginia Hernández.
Tu poesía es tremendamente intimista, exploradora de una identidad. ¿Ahora eres más tú que nunca?
Todos somos más nosotros que nunca cuando pasan muchos años. Es decir, cuanto más maduras, cuando más aterrizas en tu vida y las cosas se van poniendo en su sitio y calmando, el objetivo no puede ser otro que llegar a ser lo que tú eres.
¿Qué significado le das al término ‘queer’, que ha llegado a ser tan amplio?
Es un paraguas que lo que pretende es incluir dentro a todas las no categorías o categorías a nivel de género. Para mí significa ser lo que quiero ser a cada momento y expresarme como quiera, en libertad, sin ningún tipo de tapujo ni trabas ni límites, más que los que yo misma me ponga. Y así voy transitando por el género, sin preocuparme ni de etiquetas ni de distinciones.
Lo cierto es que este término se utiliza en muchas ocasiones asociado a la extrañeza, a lo que consideramos raro…
Sí, en sus orígenes era un término peyorativo: raro, torcido, extraño, friqui... Pero esas confusiones de término son lógicas porque al fin y al cabo describían todo lo que está fuera de la norma, a los márgenes. Ahora el paraguas se ha ampliado y tiene muchos significados y significantes. Cada persona ‘queer’ elige dónde situarse y cómo llamarse. Los seres humanos tenemos esa extraña manía de categorizarlo todo pero también es algo normal.
Ahora ha surgido en redes sociales el movimiento #MeQueer que está teniendo mucha repercusión. ¿Servirá para comprenderlo mejor?
Desde luego. Sirve para explicar y dar visibilidad a experiencias e historias que están fuera de los parámetros de esa normalidad tan sumamente estrecha, que no solo afecta a las personas ‘queer’ sino a todos y todas. Estamos sometidos una presión social que nos hace ser menos de los que podríamos ser, nos achica el potencial de lo que podríamos ser. El hecho de visibilizar eso, y las situaciones que conlleva esa opresión, es muy positivo porque ayuda sobre todo a los jóvenes a ser libres y expresarse como quieran. Hay que ir hacia la valentía y la necesidad de abrirse a lo que uno es.
¿Ese fue tu caso? ¿Recurriste a la poesía como fórmula de libertad?
No, porque nunca he estado en el armario. He tenido mucha suerte: mi familia es maravillosa, mi entorno social me ha acogido como lo que soy, como Txus. Y dentro de lo que es Txus, soy esta señora rara que digo ahora, con unas diferencias que al final son similitudes porque todos tenemos nuestra propia personalidad. El hecho de ser rapsoda para mí es algo natural que hago desde que empecé a leer, porque siempre me ha encantado leer en voz alta, seducir mediante la voz y me gusta mucho la radio. Por eso yo digo que soy trovador.
En mi opinión, tu poesía y tus recitales están repletos de extremos emocionales. Hay provocación, pasión, salvajismo, mucha ternura. ¿Es todo lo que está dentro de ti?
Está dentro de todo el mundo, aunque nos cueste tirar del hilo. De hecho, uno de los motivos por los que me muestro de esta manera tan cruda y mostrando mis extremos emocionales, es porque estoy animando al público a hacerlo también. Que no tenga miedo de sentir amor, ternura, dolor, tristeza, de sentirse rechazado o rechazada. Es una forma de decirles: vosotros también lo tenéis dentro, no pasa nada; yo me estoy mostrando, me estoy desnudando, vosotros también podéis enseñar un poquito de piel.
Queda mucho recorrido, y lo vemos continuamente, en la consecución de los derechos LGTBIQ. En esa Q del final, en la defensa de las identidades no binarias, ¿cómo podemos romper con la tendencia a preguntar si alguien es un hombre o una mujer?
Tenemos que aceptarnos y amarnos como somos, porque en realidad no estamos tan binarizados como la sociedad pretende. Nadie es totalmente mujer o totalmente hombre, básicamente porque esas categorías no existen, es un constructo social. No nacemos con todas esas actitudes, costumbres o sentimientos asociadas a cada sexo, sino que nos construimos un género social que nos hace decantarnos obligatoriamente hacia un lado o a otro, cuando en realidad todos y todas estamos en ambos lados. La gracia es transitar sin miedo. No pasa nada. Asumir que tenemos esa capacidad y enriquecernos con ello es poder estar en todos lados sin necesidad de que te señalen. Poder vestir, calzarnos, movernos, relacionarlos indistintamente de ese género a nivel social. Por eso, si me preguntan quién soy, respondo: soy un ser humano.
Al final, la lucha del colectivo LGTBIQ tiene tantos matices que ha terminado por diversificarse. ¿Eso es bueno?
Ante todo, quiero dejar claro que no soy portavoz de nada. Pero opino que cada colectivo debe expresarse como necesita y esa diversificación es lógica. Hay tantas luchas, que a veces no podemos abarcarlas todas. Yo, por ejemplo, no puedo embarcarme en la lucha de la mujer negra o de la mujer gitana, porque no soy ninguna de las dos cosas. Cada colectivo necesita su bandera y su espacio. Y en realidad, el conjunto de la lucha significa combatir por las libertades sociales, civiles y sexuales, la libertad de ser y estar. Eso ya está, se está haciendo, y hay mucha gente luchando.
El activismo de confluencia también se ve en otras corrientes como el ecofeminismo o los animalistas por la tolerancia…
Claro, tiene que estar ahí. Todo e transversal. De hecho, luchar por la libertad de las mujeres es mejor si no estamos olvidando a todas las víctimas animales que hay en este momento. Eso es fundamental, muy importante.
Por último, ¿crees que debe tener límites la libertad de expresión en cuanto al humor?
Es una pregunta espinosa pero realmente tampoco es tan difícil. Es una cuestión que tiene que ver con algo muy importante y que se ha olvidado, que es el sentido común. Una cosa es el sentido del humor y otra cosa es ser un faltón o una faltona. Eso no se puede permitir. Ante todo está la educación y la consideración hacia otros seres humanos. Ese es el límite. No lo pongamos en la libertad de expresión, porque es una falacia, una trampa, y eso es lo que ha permitido enarbolarla en otras épocas. Por ejemplo, el nazismo se basó en esa libertad de expresión, olvidando el sentido común y el respeto a los seres humanos. Todo eso está muy manipulado. Es muy inteligente decir: no, no, es libertad de expresión, podemos decir lo que queramos. Pero no es así, es necesario tener mucho cuidado.