Azudes, batanes, molinos, espigones defensivos o fábricas de harinas. Son algunos de estos elementos que, desde época andalusí y atendiendo a las necesidades de toledanos y toledanas de los siglos venideros, se han instalado en torno a la ribera del río Tajo a su paso por la ciudad de Toledo, que ofrece un patrimonio enorme que, en muchos casos, se desconoce o está muy degradado.
Y es ese patrimonio, muchas veces infravalorado, oculto o, directamente, desconocido, el que quiere dar relevancia el proyecto ‘Patrimonio hidráulico y paisajes en las riberas del Tajo. Toledo visto a través de su río’. Se trata de un estudio realizado por la Universidad de Granada en colaboración con la Fundación de Cultura Islámica FUNCI y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, acaban de ser presentados en Toledo.
Más de 50 bienes patrimoniales documentados
Los objetivos son ambiciosos. Por un lado, los investigadores quieren estudiar e inventariar todas las estructuras localizadas en los márgenes del río Tajo a su paso por Toledo.
La segunda meta del proyecto es que se entienda la relación histórica de los toledanos con el río y su entorno. “El río no solo ha sido fundamental, sino que marca a la ciudad, marca su identidad”, asegura José María Martín Civantos, profesor de la Universidad de Granada e investigador principal del proyecto.
Hasta el momento se han llevado a cabo dos intervenciones. Una primera que ha actuado desde la finca La Alberquilla hasta la antigua Fábrica de Armas, hoy sede de la Universidad de Castilla-La Mancha, mientras que la segunda fase ha continuado hasta la finca Los Lavaderos, a lo largo del curso del río Tajo, a su paso por Toledo.
¿El resultado? Más de 50 bienes patrimoniales localizados, de los cuales los investigadores estiman que entre 5 y 10 elementos no se habían documentado hasta ahora, en esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Algo que para ellos ha sido una sorpresa, ya que todas las estructuras están a simple vista.
“Nosotros no hemos excavado, solo prospectamos”, explica Marisa Barahona Oviedo, arqueóloga miembro del equipo, que reconoce su sorpresa porque hayan podido inventariar elementos que hasta ahora “no estaban en ningún tipo de registro”.
La variedad de los elementos catalogados es enorme. Los investigadores los han agrupado hasta en 17 categorías diferentes, como por ejemplo áreas de huerta, molinos, norias o centrales hidroeléctricas. Eso sí, el estado de conservación en el que se encuentran dista de ser el óptimo.
La mayoría, en estado "ruinoso"
“Yo diría que la mayoría están en estado ruinoso”, opina Martín Civantos. Ese estado obedece en parte a que los toledanos, en un momento dado de la historia de la ciudad, optaron por vivir de espaldas al río. Así que tanto este como su entorno se empezaron a degradar. Y es que, como cuentan los investigadores, hasta 1920, el Tajo formaba parte de la economía de la ciudad, gracias a las fábricas de lana o harina, o las centrales hidroeléctricas. Pero a partir de ahí, el río se abandona, deteriorándose.

El estado del patrimonio que ahora sale a la luz no es solo consecuencia de ese abandono, sino por las malas ejecuciones de rehabilitación: “Muchas estructuras fueron intervenidas hace ya algunas décadas, sin mucho criterio desde el punto de vista arqueológico ni de un sentido de la restauración actual”, lamenta Martín Civantos.
Además, los investigadores critican una “falta absoluta” de mantenimiento, atención o limpieza en el río durante la última década, y señalan que hay elementos sobre los que intervenir para evitar su próximo colapso. Por ejemplo, en el puente de acceso a la Central Hidroeléctrica de Buenavista, muy cerca del Hospital Nacional de Parapléjicos. "Se han acumulado una serie de ramas y depósitos del río, y ahora mismo están dañando lentamente el puente. Haría falta una limpieza importante para retirar todo ese ramaje, porque si no al final se va a derrumbar el puente”, explica Sergio Isabel Ludeña, coordinador científico de Fundación de Cultura Islámica (FUNCI).
Sergio Isabel también señala que, paradójicamente, algunos daños causados por las últimas crecidas del río les han ayudado en su labor, ya que han sacado a la luz elementos hasta ahora ocultos para ellos. Un ejemplo es la brecha que tiene el azud de Santa Ana. La rotura ha provocado que baje el nivel del agua antes del azud lo que “nos ha permitido también ver una serie de elementos en el lugar que estaban ocultos bajo las aguas”, afirma el investigador.
Los responsables del proyecto sí aplauden los recientes procesos de intervención por parte del Ayuntamiento de Toledo para convertir la ribera del río en un espacio “agradable, pero también lleno de contenido patrimonial”, señala Martín Civantos.

“Lo que hay que hacer es invertir y adoptar estrategias no solo de investigación, sino también de difusión, de divulgación, de generación de infraestructuras y de recursos culturales o ambientales que permitan a la gente pasear e interpretar su río y su patrimonio”, explica.
El estudio ‘Patrimonio hidráulico y paisajes en las riberas del Tajo. Toledo visto a través de su río’ no se detiene: “Hay mucho más que descubrir”, aseguran sus responsables. Por eso, del 24 de noviembre al 5 de diciembre realizarán una intervención en la zona del artificio de Juanelo, a la altura del castillo de San Servando, que el inventor creo allá por el siglo XVI para poder elevar el agua desde el río hasta el Casco Histórico. Esta excavación será abierta al público, por lo que los investigadores animan a los toledanos a visitar los trabajos.
Y es que “la única forma de proteger nuestro patrimonio es que lo conozcamos y disfrutemos de él”, concluye José María Martín Civantos.







